El barrio Costa Esmeralda, emprendimiento de descanso junto al mar de Eidico y JPU Desarrollos, realizó la tercera edición de Music & Houses. El evento gratuito abrió las puertas de las casas más destacadas realizadas por arquitectos emergentes de reconocimiento internacional.
La iniciativa está inspirada en Open House Buenos Aires, perteneciente a la familia Open House World Wide, que cuenta con el apoyo de más de 30 ciudades alrededor de todo el mundo.
Además de conocer y apreciar el interior de las propiedades, se pudo disfrutar de bandas en vivo y de la presencia de los arquitectos y proyectistas que realizaron las obras. Las casas seleccionadas de este año fueron elegidas por un jurado integrado por el delegado del Colegio de Arquitectos de Pinamar, arquitecto Ramón Uranga y por el arquitecto Antonio Carrasco, entre otros destacados profesionales. Los proyectos estrella fueron: Bosque l 042 del estudio Besonias Almeida; Residencial l 576 del estudio De Sanctis Belfiori; Residencial l 336 del Estudio PKA y Residencial 2 149 del Estudio Dodero.
Santiago Valledor, jefe del proyecto, explicó a Infobae el criterio de selección: “Lo primordial es que existan distintas tipologías constructivas (racionalistas, otras son de hormigón, otras más blancas y más puras, etc.) y distintas tomas de partido. Es decir, la idea es poder mostrar diferentes situaciones dentro de lo que es Costa Esmeralda. Hay zonas donde las casas están en un bosque, otras en un médano, en un llano, etc. El parámetro es que haya heterogeneidad en la elección de las cuatro casas seleccionadas, que sean diferentes entre sí. También se valora que tengan criterio arquitectónico y que los arquitectos sean de estudios reconocidos o emergentes con proyección”.
Desde el Estudio PKA, los arquitectos, Lilian Kandus y Ignacio Pessagno, artífices de una de las viviendas de la muestra describieron su proyecto: “La vivienda de fin de semana se implanta en la costa atlántica a 500 metros del mar. Se buscó vivir la casa a través del recorrido del bosque de coníferas, mediante distintos patios que captan luz y que articulan los espacios”.
La casa se desarrolla en planta baja donde el patio central, orientado hacia el norte, divide a la vivienda en dos volúmenes, uno de uso público y otro de uso privado. El acceso principal se genera a partir de este fuelle-patio, que posee pinos originales rescatados de la zona y distribuye a todos los ambientes. Un segundo patio permite la conexión con el verde desde los dormitorios sin perder la privacidad, con un cerramiento de madera.
Los arquitectos explicaron el concepto detrás de la obra: “Trabajamos con un sistema de recorridos y transiciones, de modo de estar siempre en contacto con el verde a través de los distintos patios que conforman la vivienda. Se buscó ‘vivir’ el bosque de distintas maneras generando diversas situaciones entre el espacio público y privado”.
El mayor desafío fue pensar la casa a partir del recorrido del bosque: “El acceso lateral nos invita a sumergirnos entre los árboles para luego ingresar por el centro mediante un patio interno. Se priorizó incluir, en todo momento, el verde y la naturaleza dentro de la vivienda, generando patios de distintas escalas, para una relación interior-exterior bien fluida. Otro desafío fue resolver un programa sencillo ya que uno de los pedidos exclusivos del cliente fue resolver la planta en planta baja”.
Según los arquitectos la correcta orientación fue primordial para reducir el costo energético de la climatización: “El patio central organizador de la casa está orientado al norte para garantizar una buena iluminación durante el recorrido del sol a lo largo del día. Y los dormitorios están orientados hacia el este ya que la luz de la mañana es fundamental en estos espacios”.
La consigna de la siguiente casa de la muestra del estudio Dodero fue desarrollar una vivienda con espacios comunes muy amplios, 5 cuartos, baños cómodos (pero no muy grandes), un quincho y espacio para disfrutar al aire libre. La arquitecta María Teresa Dodero explicó: “La relación con el entorno fue el punto de partida para el concepto de la vivienda. La arquitectura apaisada se mantiene por debajo de las copas de los árboles logrando una distinguida simpleza para no competir con el paisaje. Los volúmenes se articulan para generar un patio de entrada reparado de los vientos y con buena exposición solar, ideal para disfrutar en los días soleados de invierno. Desde allí se accede a un amplio ambiente de geometría cuadrada, el living, nexo entre los dos bloques de la zona de noche”.
Dodero finalizó con los materiales y colores elegidos: “De inspiración brutalista, se optó por dejar expuestos la mayoría de los materiales primarios. En la vista de acceso una viga cinta cose los volúmenes que componen la vivienda. Tabiques en la parte inferior de la casa y cielorraso de hormigón visto dialogan con las terminaciones de roble. Esta madera es la protagonista y está utilizada en las carpinterías a toda altura, portal de entrada y muebles de cocina. Los colores neutros caracterizan todas las terminaciones, para dejar lugar al verde de las copas los pinos”.
La casa Bosque, del estudio Besonias Almeida, fue la tercera de la partida. Los arquitectos María Victoria Besonias y Guillermo de Almeida detallaron su diseño: “Se decidió que los diferentes usos se fueran acomodando naturalmente en la pendiente del terreno, distribuidos en tres volúmenes que simplificaran el procedimiento. Éstos se van escalonando con una diferencia de 45 cm entre sí dando lugar en ese desplazamiento a que se formen pequeños patios que incorporan parte del paisaje”.
El proyecto se resolvió con fachadas bien diferenciadas: la orientada al este, expuesta desde la calle, con aberturas muy controladas, y la orientada al oeste con grandes aberturas protegidas por la vegetación. El extremo norte se proyectó totalmente abierto como culminación del espacio común con un gran balcón semicubierto protegido visualmente por pastizales del lugar y con vistas lejanas de gran valor paisajístico.
Por último, la Casa al Golf de los arquitectos Lisandro De Sanctis y Josefina Belfiori tomó, como punto de partida para su diseño, el contraste entre el paisaje agreste y el verde césped de una cancha de golf. Sus creadores la explicaron así: “La casa es blanca y austera, con algunos detalles en madera y se eleva del suelo para obtener las mejores visuales del lugar. Su simpleza resalta en el paisaje, apropiándose de todo con casi nada. El proyecto se resolvió con dos volúmenes superpuestos. El superior, que alberga el área social de la vivienda, se desplaza en dirección al campo de golf y laguna. Genera, así, una terraza en voladizo y una galería con sombra”.
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