Por María Alvarado
El gran arquitecto fallecido en julio de este año nació en 1926 en Tucumán y fue sin dudas uno de los más influyentes de finales del siglo XX, al tiempo que se convirtió en una de las primeras celebrities de su profesión. Pelli estudió arquitectura en la universidad pública de su provincia donde se graduó en 1948 y años más tarde trabajó en el estudio del notable arquitecto, urbanista y escritor finlandés Eero Saarinen.
César Pelli fue una cabeza brillante y creativa y una personalidad docente. Además de llevar adelante una notable carrera práctica como arquitecto, fue también durante varios años decano de la Escuela de Arquitectura de Yale. La fama internacional llegó con las Torres Petronas de Kuala Lumpur, la capital de Malasia. Durante cinco años (entre 1998 y 2003) estas torres gemelas de 452 metros de altura fueron las más altas del mundo.
Pelli bajo la mirada de sus colegas:
Gabriel Wajnerman, arquitecto y profesor de la Universidad Nacional de Tucumán
Tuve la suerte de conocer personalmente a César Pelli. Un hombre que me exhortaba a comer frutas en el desayuno para poder pensar mejor. Un hombre sencillo, amable y con el don de generosidad que cose a los grandes, a los mejores.
Estudió en la época de oro de la FAU-UNT (Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán) entre el 44 y 49, y luego amplió límites de fronteras y pensamiento y se adaptó y retroalimentó de un contexto de calidad en New York, New Heaven. LLegó a los más altos estándares de distinción en la Universidad de Yale y construcción en altura. Compartió con su hermano la pasión por el ejercicio de la profesión considerándola siempre un arte.
Víctor, su hermano, eligió el Chaco con viviendas de interés social y emergencia habitacional y César eligió trascender arañando cielos (Torres Petronas en Kuala Lumpur, Repsol Ypf en Buenos Airess, o Costanera Center en Santiago de Chile). Supo combinar diseño con lógica, capacidad de síntesis y una respuesta específica al lugar donde le tocó intervenir. Inclusive adicionando elementos programáticos a un concurso internacional, proponiendo una bóveda de cristal de 10 pisos, ganando así un concurso con el Winter Garden Atrium, en el World Financial District de New York.
Pelli amplio límites de pensamiento, y entendió la arquitectura como un hecho integral. Definitivamente, es un sano ejemplo de adaptación, y capacidad de armar equipo y sociedades con inteligencia. Eligió la concepción del diseño y la construcción, y ambos espectros los resolvió (él y su equipo) con suficiencia y altísimos estandartes de calidad.
Me gusta pensar en el César Pelli, persona, práctico, inteligente, de armas nobles, gentil y de una serenidad y lucidez como pocas veces experimenté en mi vida. Recuerdo sus palabras: "Los actos afectan el trabajo, al público y a la profesión. A ellos, y a nosotros mismos les debemos, el intentar dar, cada vez, lo mejor de nosotros mismos".
Este año, casualmente, visité su oficina en Yale. Me dieron la bienvenida con el siguiente mensaje: "La dirección del estudio es 1056 Chapel St. Hay una escalera, subí al primer piso, la puerta está abierta". Díganme si eso no es una cálida recepción. Bueno, eso es Pelli – Clark – Pelli Architects y estimo será su legado.
Creo que nuestra Universidad, nos da herramientas suficientes para ser satisfactorios en el mundo, además de que las limitaciones de la experiencia local, nos llenan de capacidades para encontrar equilibrio en el caos. La búsqueda personal de calidad, excelencia, compromiso, esfuerzo, trabajo y suerte luego hicieron su trabajo. Él lo eligió, lo disfrutó y lo compartió al mundo. Desde New Haven, puntos estratégicos del mundo, e inclusive desde el propio Tucumán. Ser ciudadano del mundo, fue un proceso que experimentó en una vida de 92 exprimidos años. César supo ser sereno, y así pudo leer el contexto, sabiendo escuchar. Hizo énfasis en esta idea: "Cada proyecto me abre puertas a nuevos mundos que debo conocer y enfrentar". Fue un quijote, un valiente de las alturas. Un valiente del cielo.
Julio Oropel, arquitecto y docente
Se formó en una universidad pública argentina en una época donde la universidad pública, sobre todo la de Tucumán, tenía gran prestigio. Uno de los docentes de esa época fue el famoso arquitecto Eduardo Sacriste que formó a una camada de muy buenos arquitectos. Sacriste se fomó en Estados Unidos y tomó de la época todos los preceptos de la nueva arquitectura.
Pelli, por su parte, también se formó en Norteamérica, nada menos que en lo que fue la Escuela de Chicago. La concepción de la arquitectura en ese momento se basaba en que la facultad tenía que dar el oficio. Además, se promovía un espíritu de libre creación. Ese clima fue el que él vivió para desarrollar luego su profesión. El arquitecto alcanzó a ser decano de la Universidad de Yale y fue sin dudas el arquitecto argentino más famoso.
La escuela de arquitectura de Tucumán era tan prestigiosa que en esa época se decía que competía con la de Harvard. César Pelli fue socio de un gran arquitecto norteamericano, Eero Saarinen, que creo que marcó su camino. Le dio mucha relevancia el multi premiado proyecto del MOMA en Nueva York. Después el World Financial Center con estética más ochentosa, en pleno auge del post modernismo. El que definió toda esa zona de la parte financiera de Manhattan. De ahí siguieron grandes obras, en Buenos Aires también, como el edificio República que fue su primer edificio de acá. Otra obra emblemática fueron las Torres Petronas en Kuala Lumpur.
Su impronta arquitectónica va caracterizando la ciudad con esas pieles de vidrio y esa geometría totalmente pura. Fue un arquitecto increíble, sobre todo por su humildad. Fue docente de varias universidades norteamericanas. Docente de alma. Una persona con gran capacidad de transmitir y formar una nueva generación de arquitectos. Una persona respetuosa y con una calidad humana como pocas.
Retomo algo que dijo a los jóvenes en Córdoba. Su consejo para los que se iniciaban en el mundo de la arquitectura y el diseño era que estén seguros de que amen lo que hacen. Opinaba que la formación universitaria es esencial porque además de conocimientos, se aprende el lenguaje, a usar las herramientas y los conceptos éticos que nos guían todo el tiempo. Los conceptos morales y éticos son la espina dorsal que tenemos todos los diseñadores. Son los que nos proporcionan esa seguridad que necesitamos para aceptar o rechazar trabajos. Esta formación seguramente la tomó de esta escuela tucumana tan prestigiosa. Fue un arquitecto con grandes principios.
Javier Goldenberg, arquitecto y dueño del estudio Hermanos Goldenberg
En 1976, cuando tenía 12 años, viajamos con mi familia a visitar a nuestros parientes norteamericanos, era el año del Bicentenario de la Independencia de los Estados Unidos. Desde Nueva York, fuimos a Los Ángeles y nos hospedamos en el flamante Westin Bonaventure Hotel.
El impacto que me produjo el futurismo del lobby del hotel fue incomparable. John Portman lo había diseñado y para mí era el mejor del mundo. Yo que por ese entonces ya quería ser arquitecto pensé: "Nunca un argentino va a poder hacer algo así".
A fines de los 70, West Hollywood, incorporada como ciudad en 1984, era un distrito residencial con un ambiente bohemio. Los clubes nocturnos del Sunset strip que habían vivido su pico de glamour en los 50 convocaban a una nueva generación de artistas y a la industria del diseño y la decoración. Como se inauguraba un nuevo edificio, que lo llamaban "La ballena azul" y del que todos hablaban, fuimos a conocerlo.
Cuando nos acercábamos, un gigante entre casas y palmeras, pensé que era una nave espacial, aunque inconfundiblemente azul, no podía entender por qué lo de ballena. Para acceder al parking había que rodearlo. Descubriendo, así, los pliegues de la piel que lo cubrían formando piezas en formas de arcos, triángulos y trapecios. Hacia los accesos terminaban flotando sobre unas columnas ensombrecidas bajo este increíble envoltorio. Cuando entré mi ansiedad se transformó en deslumbramiento y asombro. Bajo la bóveda de cristal central, bañado por el sol Californiano, me encontraba en un pasillo de perspectiva interminable con bandejas blancas a distintos niveles a cada lado. Estaba en el futuro, en paz. Quietud y silencio. "Quién es", pregunté. "César Pelli", me respondió mi tío y continuó: "un arquitecto tucumano". Me había equivocado. Él era el mejor arquitecto del mundo.
Matías Dávila, arquitecto
César Pelli, sumó prestigio internacional con obras destacadas en toda América, Europa y Asia. Su visión de la arquitectura como una de las grandes artes –y la de muchos que hoy ejercemos la profesión– se ve reflejada en las obras que realizó a lo largo de las décadas y en diversos países. Un ejemplo de esto son las Torres Petronas en Kuala Lumpur que continúan siendo las torres gemelas más altas del mundo. En esa obra, Pelli supo combinar materiales como el hormigón y el acero que aportan versatilidad a la estructura. Y el vidrio y el aluminio otorgan simpleza y precisión.
Asimismo, y en cuanto a las formas con las que concibió a las torres, presenta geometrías tradicionales propias del arte islámico, haciendo honor a la herencia musulmana de Malasia. Su legado arquitectónico muestra un camino de excelencia y compromiso el cual ha quedado plasmado en sus obras alrededor del mundo. Algunas de las más destacadas proyectadas en nuestro país son: la Torre YPF; el Edificio República (su primera obra en la Ciudad); la Torre BankBoston (la segunda obra aquí) y por último la Torre Macro, todas para disfrutarlas por muchísimos años y apreciarlas como arte, tal cual su visión.
Dino Buzzi, arquitecto y docente
Cesar Pelli es un personaje más complejo de lo que aparenta a primera vista. En términos de complejidad tecnológica de su obra, calibre de comitentes y presupuestos, ha llegado más lejos quizás que cualquier otro arquitecto argentino. Al mismo tiempo suele ocupar un rol secundario en la historiografía local y en la academia en general. Podría decirse que entendía la profesión como su mentor, el finlandés Eero Saarinen, que declaraba elegir siempre "the style for the job" (el estilo para el trabajo).
Pelli fue un arquitecto sin soluciones a priori, sin un "manual" que lo distinga estéticamente por fuera del uso de envolventes de vidrio de todo tipo en sus torres y edificios de arquitectura comercial. Su obra es histriónica, casi pop, representativa de buena parte de la arquitectura internacional y comercial de las últimas décadas.
Una arquitectura de hits, compleja tecnológica y constructivamente, y al mismo tiempo apta para todo público. Su camino, que va desde su formación en una Universidad de Tucumán que en ese momento estaba a la vanguardia de la disciplina, hasta la mesa de los starchitects (los arquitectos estrella de fama internacional) consagrados del mundo, dice mucho sobre la profesión de arquitecto entre el siglo XX y el siglo XXI.
Carolina Remia, arquitecta y directora de estudio RM Buenos Aires
El respeto que tuvo por la identidad de cada ciudad en la que materializó sus obras fue lo que dio verdadera dimensión y solidez a su legado. Los pasos de un gigante que sin duda dejaron su huella en este mundo.
SEGUÍ LEYENDO: