Por María Alvarado
Julio Oropel terminó la escuela secundaria dos años antes que sus compañeros. Toda una definición acerca de su pasión por todo lo que se propone. Estudió matemática, física y después arquitectura.
En contrapartida con su prestigiosa y reconocida trayectoria, Oropel deja entrever una gran humildad, sencillez y humanidad. Quizás ése sea su mayor secreto. "Soy curioso y diletante. Me gustan muchas cosas a la vez. Tengo miradas diferentes. Me gusta ver todo lo que pasa. Siempre estudié mucho desde chico", comentó el arquitecto en diálogo con Infobae.
Y esa curiosidad y múltiples intereses lo llevaron a desarrollar su carrera profesional tanto en el mundo de la arquitectura, como en el interiorismo y la creación de objetos. "La arquitectura es muy amplia y te da para definir un edificio, diseñar interiores, para definir objetos y muebles. En el 2001, con tanta crisis y muchos arquitectos que se iban, empecé a diseñar objetos. Nos unimos con otros arquitectos y formamos un grupo que se llamó Dos por Cuatro. Cada uno hacía objetos y muebles. Y empezamos a ir a ferias, tratando de posicionar nuestros productos que eran muy baratos y tenían una calidad diferente". Muchos de sus objetos se inspiraron en Jean Michel Frank, responsable del interiorismo del Hotel Llao Llao, en Bariloche, y quien empleaba materiales autóctonos. Además Oropel es docente en el posgrado de Diseño del espacio interior en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA.
El arquitecto Julio Oropel es versátil y diletante: sus obras y diseños van desde viviendas a objetos pequeños. Actualmente está trabajando en armar un lugar de investigación en diseño y en desarrollos espaciales. Además es un aficionado a la escultura.
– ¿Las ciencias te ayudaron en tu carrera profesional?
– El método científico tiene pasos muy concretos. En el diseño quizás sí los podes alterar pero esos pasos son muy importantes. Uno de los primeros es la investigación. Así descubrí, por ejemplo, un estribo en una feria de antigüedades. Era de cuero, pespunteado con clavos de bronce, muy ornamental y eso me inspiró una línea de trabajo. Después busqué el artesano, y a partir de ahí empezar a trabajar con él. Logramos hacer cosas muy sofisticadas, todas con la misma técnica desde portarretratos, bandejas, muebles, consolas.
– Pasas de diseñar una vivienda a un objeto pequeño. Es una escala totalmente diferente…
– Es algo muy mío ser tan oscilante y la arquitectura te lo permite. Muchos arquitectos diseñaron sus obras en la totalidad. La técnica que llamé "línea matungo", por los caballos torpes de campo, por ejemplo, hace referencia a lo rústico y artesanal. La usamos tanto en un estribo, como en una silla o una mesa. Se trata de capas de cuero que van pegadas. Todos los bordes están ribeteados con clavos colocados uno a uno. Todo lo artesanal está muy vigente en el mundo también porque es una tendencia. Tengo detectadas zonas que tienen un manejo especial de un material y de eso viven. Quiero viajar, tomar contacto y empezar a armar colecciones a partir de esas técnicas artesanales de determinadas provincias. Algunos materiales tienen que ver con el bambú. Va a generar un producto distinto, moderno, que tenga técnicas ancestrales.
– En viviendas ¿cuál es tu sello?
– Los materiales son muy importantes para mí. Me encantan, la madera, el metal o el cemento. La famosa frase "nostalgia reflexiva" tiene que ver con que uno debe conocer el lugar donde va a insertar una obra de arquitectura. Ver el contexto, la historia de la ciudad y del barrio. Toda esa cosa de nostalgia uno la reflexiona y te permite generar una obra con espíritu, identidad. Siempre hay cosas a tener en cuenta, condicionantes, cómo es la calle, los vecinos, la luz.
– La vuelta a lo artesanal es una tendencia, ¿qué otras tendencias predominan en la arquitectura?
-La necesidad del verde, de darle protagonismo, es una tendencia súper marcada. Cuando yo estudié arquitectura no se pensaba en poner una planta adentro. Hoy es una tendencia. Hoy cada vez más se ve en interiores. Con materiales modernos y técnicas que estoy investigando, todo con preponderancia del verde. La gente pide el verde porque lo necesita, además por una cuestión de sustentabilidad. Porque la naturaleza aporta mucho bienestar, armonía.
Si bien crecí en Córdoba, rodeado de naturaleza no me había llamado tanto la atención. Hoy es algo que busco y priorizo. Además de que es lo que pide el mundo. El verde pasa a ser protagonista en la arquitectura porque la gente cada vez más vive el adentro. Se busca, ahí, la calma y la tranquilidad. Este es el gran postulado del 2019.
Las texturas, lo artesanal, la madera, y el cuero: premisas clave de su obra. El protagonismo de la naturaleza es otra de las tendencias mundiales que el arquitecto adoptó.
– ¿Qué otros hábitos, usos busca la gente poder concretar en sus casas?
– La otra tendencia o preocupación es la búsqueda de la comodidad referido al sueño porque cada vez más la gente tiene problemas para dormir. Entonces quieren aislarse más, que no haya ruido, que el colchón sea bueno. Todo esto se transmite a la casa, a su diseño e interior. Y la tecnología se adapta a esto. Sin dudas todo va a girar en torno a la casa como espacio de tranquilidad. Se concibe la casa para el adentro, para disfrutarla: el diseño, los materiales y la tecnología. Hay, además, una vuelta a las texturas, porque con las tecnologías todo es tan liso (pantallas, celulares, etc.) que la gente quiere tocar texturas. Por eso se usan las alfombras y textiles rústicos. Lo artesanal está siendo reivindicado. Hoy se usan mucho en las casas los materiales rústicos como la madera, cemento, las fibras naturales.
Hay una tendencia mundial a vivir en las casas para adentro buscando confort y calma, en contraposición al mundo exterior
– ¿Te parece importante la arquitectura sustentable, tendencia que se está abriendo paso en Argentina?
– Los europeos lo tienen muy naturalizado, saben que hay que ahorrar el agua, la luz, separar los residuos. Nosotros lo estamos incorporando de a poco. Las generaciones más jóvenes ya lo tienen más internalizado. Las tecnologías sustentables, como los paneles, termo tanques solares, al irse masificando permiten bajar los costos y se hacen más accesibles. Incluso algunas tecnologías se están desarrollando acá. Hoy la gente se interesa por estas cuestiones, por ver que las ventanas sean herméticas para ahorrar energía. Hay más información de estos temas y por eso la gente lo pide.
– Las hábitos, los usos cambian… ¿las ciudades también?
– Las ciudades cambien muchísimo. Mismo Buenos Aires. El otro día fui a comprar unas cosas a Liniers, me volví en colectivo y fui a dar al mercado de las flores en Barracas. Y me encontré con edificios nuevos enormes. Las ciudades van detectando bolsones, zonas deterioradas dentro de la misma ciudad y se edifican, crecen en esos bolsones para hacerse más compactas.
En Londres un edificio no puede cortar la iluminación y sol del edificio de al lado por eso todos mantienen una altura similar. Londres es un gran ejemplo de crecimiento en bolsones o barrios deteriorados. Acá también pasa esto. Hace poco fui con una amiga a Chacarita. Hay mucho PH nuevo, restaurantes, lugares de diseño. Y no están concentrados en una sola calle, sino aislados. Entonces hay que ir descubriéndolos. Justo había una feria de editores de libros independientes. Todos chicos jóvenes que impriman y editan sus propios libros de manera artesanal.
– ¿Tenés una obra favorita?
-No tengo una, porque para mi lo pasado pasó y lo mejor es lo que va a venir. Aunque hay una que le tengo mucho cariño: la del hijo de un bodeguero conocido. Fue hace unos 10 años en Palermo, cuando esta zona no era tan conocida. La mujer era inglesa y quería tener una fotogalería. Arriba tenía un altillo que se accedía por escalera. Y me pidió que ahí le hiciera un espacio para recibir a su gente y tomar sus vinos. Yo quería usar algo de Mendoza, de donde era la bodega. Entonces le pedí maderas de los toneles. Me trajo roble francés e hicimos muebles para abajo.
Y para arriba me trajo una madera ancha toda de color bordó, con cristales en la superficie que brillaba y con un aroma increíble. Los cristales eran los azúcares del vino que estaban como fijos en la superficie, porque era una madera sin pulir. Entonces formaban una costra de cristalitos con este color y aroma espectacular. Tapizamos todo, techos, paredes y piso con esta madera rústica. Y después se pusieron unas fotografías de ella y muebles italianos. Era un lugar mágico. Era su espíritu, su quehacer ahí plasmado.
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