"El reperfilamiento de las letras en pesos de corto plazo impacta fuerte en el sector". El que habla es Alejandro Simón, CEO de Grupo Sancor Seguros, una de las empresas de seguros más importantes del país. Durante una extensa charla en el estudio de Infobae, este actuario de la UBA y MBA del IAE, dialogó sobre el sector en momentos de crisis e incertidumbre, del impacto de las últimas medidas económicas del Gobierno y de las inversiones y apuestas de esta empresa que creció desde el interior –nació como cooperativa, en 1945, en Sunchales, donde mantiene su headquarter– y que hoy tiene 6 millones de asegurados y 3.000 empleados.
Se trata de la compañía que lidera el sector desde 2011, con más de 10% de participación, presencia regional y una facturación anual total que ronda los $51.000 millones. Su cartera se divide en 51% para riesgo de trabajo, 37% de seguros patrimoniales, 8% de personales y 4% de agropecuarios. A enero de este año tenía 2 millones de pólizas y un patrimonio neto de $12.000 millones. El grupo está integrado por Sancor Seguros, Prevención ART (riesgos de trabajo), prevención Salud (medicina prepaga), Alianza Inversora y el Centro de Innovación Tecnológica Empresarial y Social (Cites). Este último centro acaba de anunciar una inversión de $300 millones en asociación con Ineco, de Facundo Manes.
El reperfilamiento de las letras en pesos de corto plazo impacta fuerte en el sector. Los bancos pueden acceder a subastas ante necesidades de liquidez; las aseguradoras, no
"El sector no está ajeno a los vaivenes de la economía. A mayor ingreso per cápita de la población, mayor es la participación del seguro dentro del PBI: en este momento estamos en el 3-3,5%, que es una participación razonable pero bastante a contramano de lo que suele ser en países comparables en términos de desarrollo porque es mucho más chico en la parte de seguros de vida y retiro. Son dos segmentos que tienen un componente de ahorro a largo plazo muy importante, y en un mercado que tiene un sistema financiero tan pequeño se siente el impacto", asegura Simón, quien además es presidente de ADIRA (Aseguradoras del Interior de la República Argentina) y del Consejo Superior de FISO (Fundación Iberoamericana de Seguridad y Salud Ocupacional) y miembro del board de la Geneva Association.
"Por el contrario, tenemos una participación en seguros patrimoniales bastante razonable. Si se analizan los diferentes segmentos, los que están más vinculados a las actividades de petróleo o el agro está muy bien, con tasas de crecimiento muy importantes. Los ramos más voluminosos, relacionados al trabajo y al consumo interno, están sufriendo mucho", explicó.
— ¿En ese segmento, cuál es el más impactado?
— El seguro de riesgos del trabajo, que representa un porcentaje de los salarios que perdieron por paliza contra la inflación. Hay siniestros que subieron a una tasa incluso superior a la inflación y salarios que crecen por debajo, por lo tanto el alimento de primas se ve muy resentido. A su vez, hubo una pérdida de unos 150.000 puestos, que es igual a menos volumen asegurado. La crisis también golpea a las alícuotas. Riesgos del trabajo está muy castigado y en el caso de automotores, que es el rubro de mayor importancia en el mercado argentino, se está vendiendo 60% menos de 0 kilómetros que hace un año.
— ¿Y los sectores que están mejor, vinculados a Vaca Muerta, por ejemplo, qué categorías toman?
— Hay productos más corporativos vinculados a las grandes petroleras y un movimiento muy importante indirecto en proveedores de servicios y en los alrededores de las comunidades. Cuando le va bien a la actividad le va bien al hotelero, al restaurante y se venden no sólo seguros vinculados al petróleo, sino todos los rubros.
Si se analizan los diferentes segmentos, los que están más vinculados a las actividades de petróleo o el agro está muy bien, con tasas de crecimiento muy importantes. Los ramos más voluminosos, relacionados al trabajo y al consumo interno, están sufriendo mucho
— ¿Cómo los afectan el reperfilamiento de la deuda y el control de cambios?
— Tiene un impacto muy importante. No tanto el control de cambios, pero sí el reperfilamiento, sobre todo en lo que hace a obligaciones en pesos. Nos sorprendió mucho. La liquidez es algo fundamental para una aseguradora y normalmente invertimos en activos de muy corto plazo la parte que se quiere tener disponible para el pago de obligaciones del día a día. Poder comprar divisas es algo que no nos preocupa demasiado. Ahora, el reperfilamiento de las letras en pesos de corto plazo impacta fuerte en el sector. Los bancos pueden acceder a subastas ante necesidades de liquidez; las aseguradoras, no. Sé que las autoridades están trabajando en eso, pero todavía no hay nada al respecto.
— ¿Creen que eso se va a arreglar pronto?
— Sí, se está conversando a todo nivel. Durante estos años, el regulador del sector asegurador ha sido de primer nivel y siempre atento a las necesidades. Cuando se trata de medidas que afectan a toda la economía y a todos los sectores, llevar soluciones de manera individual, quirúrgicas, no es fácil y toma tiempo, pero estamos convencidos que se va a ir arreglando. Hay que mirar el largo plazo.
— Comparativamente, ¿es razonable la cantidad de empresas aseguradoras que hay en la Argentina?
— Es desproporcionadamente alta, altísima. Hay unas 170 aseguradoras: muchas más que en Alemania que tiene un mercado más desarrollado. Deben ser cuatro veces o cinco veces la cantidad de aseguradoras que hay en Brasil, un mercado cinco veces mayor al nuestro. Si se lo compara con Perú, Chile y Colombia se ve que hay una cantidad impresionante de aseguradoras. De todas formas no es algo que preocupe: sí a largo plazo, pero la competencia es bienvenida.
— ¿Por qué se da esa situación particular?
— Tiene que ver con épocas de la Argentina en las que el negocio asegurador no era técnico sino financiero. Existía un reasegurador monopólico estatal, en INDER, Instituto Nacional de Reaseguros, que en el 92 dejó de operar y estuvo en proceso de cierre durante décadas. El negocio era hacer prima, contratar un reaseguro al Estado y manejar financieramente el dinero. Con poca plata se podía hacer un negocio seguro y eso terminó con la cantidad de empresas que tenemos. Hay compañías chicas que están focalizadas en rubros o regiones que son muy competitivas y dan un servicio excelente. Pero si se mira la generalidad del mercado hay más aseguradoras que las que el país necesita.
Riesgos del trabajo está muy golpeado y en el caso de automotores, que es el rubro de mayor importancia en el mercado argentino, se está vendiendo 60% menos de 0 kilómetros que hace un año
— ¿Conviene que el mercado se consolide más?
— La consolidación se va dando naturalmente por los costos de la tecnología y la regulación, que es cada vez más pesada, en el buen sentido de la palabra. Hay que estar más pendiente de nuevas amenazas que se ciernen sobre los productos financieros o cuasi financieros, y la tecnología, si bien abarata mucho el producto final, hace que la escala necesaria para llegar al equilibrio sea cada vez más alta. Entonces, si una empresa no está muy focalizada, es difícil. En ese sentido se va dando cierta concentración, la vamos viendo.
— ¿Qué cosas tienen que hacer las propias compañías y el Gobierno para impulsar el segmento de seguros a nivel local?
— Se requieren inversores de largo plazo, que es la manera de financiar genuinamente las grandes obras de infraestructura. Y parte de eso debe venir de inversiones de los seguros de vida y retiro. Se dio un paso importante con el aumento de los montos deducibles que había quedado en unos $900 del 1 a 1, que moneda constante estaban totalmente licuados. El contexto macroeconómico es contrario a la inversión en productos de largo plazo, pero a medida que se estabilice la macro se va a generar un impulso importante. Las inversiones de las aseguradoras en Chile, en relación al PBI, representan entre el 90 y el 100%. Allá existe un sistema de AFP (similares a las AFJP locales), pero aún quitando todas esas inversiones de las AFP, dejando exclusivamente las aseguradoras comparables con las locales, es un 25% del PBI. En Argentina no llega al 5%. Eso no se da por regulación, sino por la estabilización de las variables y la regeneración de la confianza. Donde sí se necesita normativa es en la implementación de un sistema de riesgos agropecuarios.
— Básicamente, el campo contrata granizo y no mucho más.
— Exacto. El mundo está yendo hacia productos de multirriesgo agrícola, donde se cubren más eventualidades que pueden hacer caer el rendimiento, como sequía e inundación. Eso requiere de la participación del Estado porque si no se aplica un sistema de subsidios, sobre todo para el productor pequeño, se generan mecanismos de antiselección que hacen que sea inasegurable. Por eso es tan chica hoy la cobertura de multirriesgo agrícola. En Brasil, los subsidios para el pequeño productor van entre el 40 y el 60% de las primas. Necesitamos una ley de seguros agropecuarios y al Estado no le costaría más: es dinero que hoy eroga en leyes de emergencia agropecuaria que suelen llegar tarde y mal. Eso permitiría dos cosas: más eficiencia en el destino del dinero y un mecanismo macroeconómico de estabilización, porque las aseguradoras a su vez reaseguramos con el exterior.
La cartera de la compañía se divide en 51% para riesgo de trabajo, 37% de seguros patrimoniales, 8% de personales y 4% de agropecuarios. A enero de este año tenía 2 millones de pólizas y un patrimonio neto de $12.000 millones
— ¿Cuál es la situación de la compañía en este contexto?
— Nosotros estamos muy bien, ya hace 75 años en un crecimiento que viene desde el interior hacia toda la Argentina. Somos el primer y único grupo asegurador de capitales locales que trascendió las fronteras argentinas: abrimos Sancor Seguros en Uruguay en 2006; Paraguay en el 2009; Brasil en el año 2014, y también de diversificación hacia otras industrias, como Prevención Salud, nuestra empresa de medicina prepaga que ya tiene 170.000 afiliados. En seguros tenemos 6 millones de clientes. También compramos Banco del Sol y estamos reconvirtiéndolo en un banco digital liviano y de bajo costo que va a tener la capilaridad de las 750 oficinas de todo el país. No van a ser sucursales bancarias –no van a tener tesoro, salvo unas pocas–, pero van a poder ofrecer asistencia personalizada, que hoy los bancos digitales no tienen.
— ¿Y en lo que hace al negocio de seguros propiamente dicho?
— Lanzamos seguro de retiro y relanzamos el de vida con capitalización. Inauguramos también un centro en la Ciudad de Buenos Aires, en alianza con la Fundación Ineco de Facundo Manes, para neurorrehabilitación ambulatoria, tratamiento del espectro autista infanto-juvenil y un piso para discutir políticas en ciencia, técnica y educación, emprendedurismo, donde se van a analizar ideas y propuestas y fomentar la generación de nuevas empresas. Tenemos un centro de investigación tecnológica empresarial y social, Cites, que se dedica a incubar empresas de base tecnológica.
— ¿Cuál es la inversión que están haciendo en Cites, sin contar los 300 millones que invirtieron en el nuevo proyecto con Facundo Manes?
— En el Cites llevamos invertidos $600 millones, más $500 millones en facilidades para albergar hasta 200 científicos y tecnólogos en biotecnología y nanotecnología en un espacio de 2.000 metros cuadrados en Sunchales. Tenemos también unos 1.000 metros cuadrados dentro del Invap, en Bariloche, para el desarrollo de las verticales de instrumental médico, medicina nuclear y nuevos materiales. Y otro en Buenos Aires que se va a mudar a este nuevo edificio que lanzamos. Además estamos colocando un fideicomiso para invertir USD 24 millones en 32 nuevas empresas de base tecnológica, de los cuales nosotros vamos a poner la mitad. Recibimos una inversión del BID LAB de USD 3 millones, que es la primera del BID en una entidad de gestión privada en los últimos 25 años en Argentina.
El empresario argentino no invierte en investigación y desarrollo. Es ese el vacío que queremos contribuir a llenar; una semilla para que otros después repliquen
— ¿Qué modelo tomaron para este desarrollo por fuera del core del negocio?
— Esto sirve sólo si es replicable y si no es un esfuerzo exclusivo de un grupo empresario, o de entidades multinacionales: tiene que haber otras empresas que inviertan en investigación y desarrollo. Con Cites miramos qué países democráticos, con instituciones sólidas, habían logrado reducir el gap de productividad de factores con EEUU en los últimos 20 años: Israel y Corea del Sur. Y el caso de Israel es el que más nos interesó. En los '80 era un país con una economía de alta inflación, con estancamiento crónico y agroexportadora. Con la caída de la Unión Soviética tuvieron un influjo importante de científicos y tecnólogos y crearon un sistema de incentivo público. Miramos cómo diseñaban incubadoras de empresas e hicimos una parecida. Estos países invierten un 5-6% de su PBI en investigación y desarrollo, nosotros estamos en el 0,5% con el agravante que es casi en su totalidad inversión pública. Es decir, el empresario argentino no invierte en investigación y desarrollo. Es ese el vacío que humildemente queremos contribuir a llenar; una semilla para que otros después repliquen.
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