"La situación de la compañía es muy buena, luego de muchos años difíciles tenemos buenas perspectivas", le dice a Infobae Juan Carlos Fernández, el CEO de Impsa, la tradicional empresa metalúrgica que ayer visitó el presidente Mauricio Macri en Mendoza.
Durante 111 años el holding perteneció a la familia Pescarmona, pero ahora busca resurgir luego de que una profunda crisis financiera la pusiera al borde de la desaparición. No solo eso: el año pasado, pocos meses después de anunciar un nuevo esquema societario en el que los acreedores tomaron el control y el management, la causa de los cuadernos involucró directamente a Enrique Pescarmona –nieto del fundador, cuarta generación en la compañía y el encargado de la internacionalización– quien declaró como arrepentido. También estuvo detenido Francisco Valenti, uno de los directores de la empresa y mano derecha de Pescarmona, quien terminó renunciando.
"No tenemos ningún requerimiento judicial, ni tuvimos allanamientos. Hoy Valenti no tiene nada que ver con la empresa, está afuera. Pescarmona es accionista con su familia por medio de un fideicomiso, nada más", detalló el CEO.
Visita presidencial
Ayer Macri recorrió el Centro de Desarrollo Tecnológico donde la compañía finalizó el diseño y fabricación de la turbina número 200 de su historia y tiene en proceso la construcción del CAREM, el primer Reactor Modular Argentino que irá a Atucha. Se trata de una nueva generación de reactores que se construye con inteligencia artificial de la cual el país es líder a nivel mundial.
"Estamos orgullosos de que una empresa argentina sea reconocida en el mundo por su talento e innovación. Cuando destacamos la importancia de exportar valor agregado, hacemos referencia a este tipo de noticias que generan empleo local y colaboran con el crecimiento del país y la industria", dijo el Presidente, quien estuvo acompañado por el gobernador de la provincia, Alfredo Cornejo.
"La visita no estaba planificada, pero el Presidente tuvo interés de pasar a vernos. Nos habíamos reunido antes y le había contado que estamos celebrando la turbina número 200, de las cuales el 85% se exportó a 20 países", dijo Fernández, quien asegura que en el proceso de producción de cada una de esas unidades intervienen más de 100 pymes, 150 ingenieros, 200 técnicos y 400 operarios.
Cuando estalló la causa cuadernos, Pescarmona no estaba en el directorio, ni era parte del management. Valenti sí era director, pero ese día mismo se le pidió licencia y luego él renunció. No estamos involucrados en la causa
Además, la empresa está reemplazando seis de las 20 turbinas de Yacyretá y confirmó su regreso al sector del oil & gas con la fabricación del horno para YPF y cuatro generadores de vapor para la Central Nuclear Embalse Río Tercero. "Volvimos gracias al derrame que produce Vaca Muerta. Fuimos líderes en equipos para destilerías y petroquímicas durante 30 años, pero salimos porque el sector se paró por 15 años. Ahora habrá inversiones importantes. Estamos saliendo al mundo, con proyectos en EEUU, licitaciones en la región y Asia", explicó el ejecutivo.
La empresa, que tiene 750 empleados y oficinas en Venezuela, Colombia, EEUU y Malasia, va a facturar este año unos USD 100 millones, en un lento camino a regresar a su "estándar" histórico de USD 250 millones anuales. "Somos una compañía de proyectos. Queremos llegar rápido a esa cifra: por ahora mejoramos año a año", aseguró Fernández.
Default y cuadernos
Impsa llegó a acumular una deuda de casi USD 1.200 millones que reestructuró entre 2014 y 2018. A su rojo de USD 250 millones se le sumó una garantía cruzada con WPE, su empresa "hermana" en Brasil, por USD 850 millones, más un proyecto muy grande parado en Venezuela. Así, el default llegó en pocos meses. "Inmediatamente iniciamos una reestructuración privada, pero nunca entramos en convocatoria y eso nos mantuvo vivos", explicó en su momento Fernández.
Hoy el 65% de la empresa pertenece a un fideicomiso de los ex acreedores –como el BID, Banco Nación y EDC de Canadá– y a otro conformado por familia Pescarmona (35%).
El año pasado, pocos meses después del anuncio de la "nueva Impsa", llegó la causa de los cuadernos. "Para la compañía fue un golpe fuerte. Es una situación complicada, pero tomamos decisiones a nivel directorio y management. La empresa ya había hecho un cambio importante en compliance y ética a fines de 2017, varios meses antes. Sobre todo por requerimientos del BID. Mejoramos sistemas y se contrató a personal y a estudios legales que nos evaluaron", explicó el CEO de la empresa, un ingeniero electromecánico con posgrados en Stanford y Harvard, que trabajó en Impsa entre 1979 y 2016, sobre todo en el exterior, en Asia, Austria, EEUU y Brasil, y después de un año regresó para hacerse cargo en la era post default.
"Cuando estalló la causa cuadernos, Pescarmona no estaba en el directorio, ni era parte del management. Valenti sí era director, pero ese día mismo se le pidió licencia y luego él renunció. No nos allanaron ni nos pidieron información. Impsa no está mencionada en ningún cuaderno. No existe ninguna acción judicial y denuncia sobre la empresa. En base a las declaraciones del ex presidente de la compañía, los pagos no tuvieron relación alguna con adjudicaciones de obras ni nada por el estilo", dijo.
En su declaración, Pescarmona tomó una postura similar a la de Paolo Rocca, CEO de Techint: aseguró que buscaba solucionar problemas en Venezuela. En su caso fue por el proyecto Macagua, cuyos pagos habría bloqueado Hugo Chávez. En medio de una compleja situación financiera por esos atrasos, el empresario habría pagado de su bolsillo para destrabar los desembolsos venezolanos.
"La empresa tiene varios proyectos en Venezuela, pero están parados. En Tocoma, una represa similar a Yacyretá, por ejemplo, hay dos turbinas montadas desde 2014, pero sin funcionar. Y el país no tiene energía", finalizó Fernández.
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