"Cumplí 45 años y, bueno, ahí nació la idea del libro. Hay que preparar un poco el terreno", asegura entre risas Sebastián Campanario, economista, periodista, divulgador en cuestiones de innovación y autor de "Revolución senior" (Sudamericana), un reciente libro que indaga en cómo, muy de a poco, se comienza a reconfigurar el horizonte y las perspectivas laborales de las personas de más de 50 años, algo que no pasa hoy concretamente en ningún país del mundo. Lo que el autor, en clave futbolera, describe como las oportunidades, la creatividad y la potencia del "segundo tiempo".
Luego de la broma inicial, muy rápido Campanario se pone serio. "A los 45 entrás como en una especie de precipicio en tus posibilidades de conseguir empleo", dice el también autor de "Ideas en la ducha" y "Modo esponja".
— Hablás al principio del libro del paradigma de la vejez. ¿Cómo funciona en Argentina ese concepto y cuán cruzado está por los prejuicios?
— Son básicamente un rosario de prejuicios. La adultez se asocia mucho a valores muy negativos, como la retirada, la enfermedad, la declinación física y cognitiva, pero con los avances a nivel salud y científicos vamos a tener una vida de varias décadas más en plenitud física y cognitiva. Es muy probable que estemos muy cerca de lograr avances como para que una persona de 70 u 80 años, se sienta como alguien de 50. Estamos lejos de vivir 800 años, para eso todavía falta mucho, si es que alguna vez se logra, pero para lo otro no. Es una paradoja porque por otro lado hay un mundo empresarial, estatal y de organizaciones en general que toman gente cada vez más joven por un tema de costos. Hay una franja de varias décadas con las cuales nadie sabe muy bien qué hacer. En el libro hablo de una especie de doble crisis de la mediana edad, la tradicional, la existencial de los 40 y pico, y ahora también una que tiene que ver con la reinvención laboral. Es una problemática global.
— ¿Argentina es un país "viejo"?
— A nivel regional, sí. Con Uruguay y Costa Rica tenemos las demografías más viejas, que igual siguen siendo relativamente jóvenes cuando se las compara con Japón y Europa, por ejemplo. Fanelli, Cetrángolo y otros economistas que estudian el tema hablan de la ventana de oportunidad o bono demográfico que a la Argentina se le acaba en el 2030. Es la relación entre cantidad de aportantes, gente activa y los ya retirados. El 2030, los primeros millennials van a cumplir 50 años. Uno puede especular a nivel tecnológico, de cambio climático, a nivel político, pero la demográfica es muy predecible. Con esa certeza, ni los gobiernos ni las empresas ni nadie están tomando decisiones para enfrentar ese nuevo mundo.
Es muy importante que crezca el volumen de esta conversación y que empiecen a haber políticas públicas, incluso algunas que no son costosas a nivel fiscal, que tienen que ver más con señales de los líderes
— ¿Qué hacen los países que toman alguna medida al respecto?
— Japón es el país "más viejo" del mundo, con un tercio de la población que ya tiene más de 60 años. Es una especie de experimento natural de qué puede pasar con el resto del mundo dentro de unos años. Siempre se habló de la "japonización de la economía" como algo muy negativo y lo que está pasando con Japón es que está con récord de empleo (justo ahora cayó un poco pero volvió a retomar cierto ritmo). Con lo cual, no es del todo seguro que el envejecimiento demográfico lleve a un problema de crecimiento. En Japón hay un montón de políticas que se están trasladando a los países nórdicos. España en 2030 va a ser el país más viejo del mundo, y en 2050 va a haber 50 países con esa misma estructura demográfica entre ellos la Argentina, China y Estados Unidos. Vamos hacia eso sí o sí, pero todavía acá estamos súper atrasados en materia de políticas públicas. Por ejemplo, 9 de cada 10 búsquedas laborales en Argentina discriminan directamente a personas de más de 50 años. Son avisos que ponen "hasta 50" o "hasta 45". Eso es algo que ya está prohibido, en Europa y en Estados Unidos es discriminación, te hacen juicio si publicás eso. Es lo mismo que poner "no quiero que venga gente judía", de tez oscura o mujeres. Sin embargo con el tema etario está todavía socialmente aceptada la discriminación, todavía no aprendimos a ver que decimos barbaridades todo el tiempo. Aprendimos en género y en un montón de batallas inclusivas que ya se dieron y que por supuesto no terminaron, están en plena efervescencia.
Las marcas les hablan a los mayores de 50 como si fueran todos los mismo. Como si alguien de 60 fuera igual a alguien de 70, 80 o 90. Es lo mismo que pensar que una persona de 10 es igual a una de 20 y a una de 30 años
— Concretamente, ¿qué medidas tomó Japón, por ejemplo?
— Hubo una tapa de The Economist, de hace tres semanas, que hablaba del récord mundial de empleo en contra de todos los vaticinios sobre el fin del trabajo formal. Toda la gente que tomó Japón son adultos e inmigrantes. Tiene leyes muy activas: pasa lo mismo que en género, hay que tenerlas para que el statu quo cambie más rápido. Dieron incentivos fiscales para que se tomen personas de más de determinada edad. Se puede flexibilizar el mercado de trabajo para la edad que tiene cada uno: es una locura que una persona de 70 años un día está trabajando y al otro día está retirado.
— ¿Y las empresas qué hacen?
— A nivel económico comienza a verse como una avenida que tiene que ver con el mercado laboral, con cuestiones como no discriminar e implementar políticas de inclusión. Pero también hay muchos juicios en Estados Unidos y en Europa, class action o demandas colectivas, porque una empresa echa 1.000 personas de 49 años y el promedio de edad de la compañía es de 42. Entonces, se puede probar que hubo discriminación etaria. Hay otra gran avenida, un poco miope, que es el marketing, las marcas les hablan a los mayores de 50 como si fueran todos los mismo. Como si alguien de 60 fuera igual a alguien de 70, 80 o 90. Es lo mismo que pensar que una persona de 10 es igual a una de 20 y a una de 30 años.
— Contás varias historias, como las de Mark Twain, Alfred Hitchcock y Stan Lee que brillaron en la segunda etapa de sus vida.
— Hay más de cien entrevistas en el libro a argentinos y extranjeros. Bob Greenberg por ejemplo, el CEO de R/GA tiene 80 años y cada 9 años cambia radicalmente el modelo de negocios de su empresa y se le va más de la mitad de la gente. Un nivel de reinvención total y él está vivo justamente por ese cambio. El economista David Galenson tiene relevadas miles de historias de genios creativos, más del lado artístico y científico, y mira en qué momento de sus vidas producen sus obras más exitosas. El promedio está entre los 50 y los 60 y pico de años. Por supuesto hay casos como Picasso y Orson Wells, pero es bastante lógico que haya correlación entre la experiencia y la creatividad.
En Japón hay un montón de políticas que se están trasladando a los países nórdicos. España en 2030 va a ser el país más viejo del mundo, y en 2050 va a haber 50 países con esa misma estructura demográfica entre ellos la Argentina, China y Estados Unidos. Vamos hacia eso sí o sí, pero todavía acá estamos súper atrasados en materia de políticas públicas
— Hablas también de los "súper pivoteadores". ¿Qué son?
— En este contexto de cambio tan acelerado empieza a tener cada vez más relevancia un concepto que yo llamo inteligencia adaptativa. Tradicionalmente, la inteligencia se medía por el coeficiente intelectual, pero en los '90 se puso de moda la inteligencia emocional y ahora me parece que depende mucho de cuánto te puedas adaptar a los nuevos tiempos.
— ¿A nivel local ves algún movimiento en este sentido en las empresas?
— Sí, hay algunos, pero estos cambios son cada vez más globales. Argentina fue pionera en todo lo que fue la avalancha de temas de género. Igual, tenemos editorialistas que escriben que "la Argentina se parece a una señora gorda", y eso es una triple discriminación, por edad, por género y por obesidad. En muchos medios temas de abuelos y abuelas salen con fotos de gente dándole alpiste a las palomas en la plaza, o señoras amasando ravioles el fin de semana. Cosas que no tienen absolutamente nada que ver con la realidad. Es muy importante que crezca el volumen de esta conversación y que empiecen a haber políticas públicas, incluso algunas que no son costosas a nivel fiscal, que tienen que ver más con señales de los líderes. Obviamente estamos en un país que tiene otras prioridades. La pobreza es un tema de la infancia y es un problema mucho más grave, pero eso no quiere decir que no haya que ocuparse de estos temas que son inexorables.
— ¿Qué deberían hacer las personas de 40 o 50 años para adaptarse a estas nuevas posibilidades que se abren, y también a la chance de quedarse de un momento a otro relegado del mercado laboral tradicional?
— Es muy importante que todos empecemos a tener empatía con nuestro yo futuro. La discriminación etaria es la única discriminación que una persona hace contra sí mismo, contra el que vas a ser en veinte años. Tenemos que empezar a tener empatía con el yo futuro porque eso hace que se tenga mucha más empatía con las personas adultas. Y después es fundamental empezar a hablar de esta agenda en una paleta de colores mucho más viva que la que se hizo hasta ahora. Cuando se habla de temas etarios es una letanía de la obligación que tenemos como sociedad por nuestros adultos y esa es una conversación en la que nadie quiere entrar, nadie quiere tener una carga más, y los adultos mayores no quieren ser una carga tampoco. Si se buscan referencias más positivas para encarar la agenda de la creatividad y la innovación, hay una correlación directa entre la edad y la posibilidad de tener buenos resultados creativos. La madurez emocional. Existen un montón de temas para encarar la cuestión de una forma que no sea gris y ocre, como es hasta ahora.
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