La semana fue corta y muy tensa. El dólar marcó precios récord y obligó al Banco Central a abortar cualquier intención de retomar la baja de tasas. El costo será doble: para la entidad monetaria significa pagar más intereses por sus pasivos; para la economía en general, aleja la posibilidad de una reactivación en el corto plazo.
Podría rastrarse hasta el 14 de febrero el origen del vértigo financiero de las últimas tres ruedas. Entonces el INDEC difundió la inflación de enero que resultó más alta que lo esperado: un 2,9% mensual y 49,3% anual, la más alta de la era Macri.
El encarecimiento del dinero expulsa a la inversión real y reaviva la inversión financiera de corto plazo
Con un 3,5% para febrero, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que elabora el Banco Central, superará el 50% en el último año. Y los analistas ya estiman en otro 3,5% para marzo.
Pese a la potente contracción monetaria, devaluación y recesión, la inflación de Cambiemos es la mayor en 27 años y superior a la legada por Cristina Fernández de Kirchner. Esto alteró las expectativas de los agentes del mercado.
El acelerado recorte de la tasa de las Letras de Liquidez (Leliq) aplicado en la primera mitad de febrero debió revertirse desde entonces y en tres semanas subió 14 puntos porcentuales, de 43,937% a 57,89 por ciento.
Y desde el 14 de febrero los precios de las acciones argentinas cayeron 20% en dólares, el Riesgo País saltó casi 100 puntos básicos y el dólar se encareció un 7,8 por ciento.
En ese contexto el viernes permitió concluir con menos amargura el trance de volatilidad financiera de los últimos días.
Conocido que el BCRA había convalidado la mayor suba de tasas de política monetaria en seis meses, el dólar recortó 3% desde su récord, para cerrar a $41,27 en el promedio de bancos y $41,20 mayorista.
Para las acciones y los bonos todo el panorama fue negativo por factores internos, como la alta inflación, la recesión económica y la incertidumbre en un año electoral, y también externos.
Desde el exterior, la decisión del MSCI de incrementar el peso de las acciones de compañías chinas en la elaboración de sus índices llevó a la salida de fondos de los títulos financieros de economías en desarrollo para pasarse a activos del gigante asiático.
El peso argentino acumula aún una caída del 9% en 2019 y lidera la debilidad entre las monedas emergentes
Además, cinco ruedas consecutivas de baja en Wall Street, por flojos datos económicos en los EEUU, arreciaron con los precios de activos de países emergentes y la saña fue mayor con los argentinos.
La caída de acciones norteamericanas se produjo con un arbitraje en bonos del Tesoro de los EEUU: al subir el precio de la deuda norteamericana cayó la tasa, que en el caso de los Treasuries a 10 años cedió a 2,625% anual. Este movimiento contribuyó a ampliar la brecha de tasa con los bonos argentinos, lo que el Riesgo País creció 49 puntos en la semana, a 767 puntos básicos.
El panel S&P Merval de acciones líderes de ByMA (Bolsas y Mercados Argentinos) completó en tres ruedas operativas en nuestro país -por los feriados de Carnaval- una baja de 2,4% en pesos, apenas sobre los 33.000 puntos, y de 5,6% en dólares.
Las acciones argentinas en Wall Street arrastran un mes de marzo para el olvido, por la devaluación doméstica y el ambiente refractario para el equity emergente en el exterior.
Papeles bancarios como Galicia, Macro y Supervielle llevan la peor parte, con pérdidas en dólares superiores a 10%, mientras que YPF asume una baja de 9,5% en el tercer mes del año, para operarse debajo de USD 13 por ADR, un precio irrisorio y en mínimos de cinco años, que sintetiza el pobre presente de los activos nacionales, del peso argentino y de la economía en general.
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