Una de las grandes debilidades que caracterizan a la economía argentina es la baja profundización del sistema financiero, medido por la relación entre el nivel de depósitos y préstamos del sector privado en los bancos con el valor del PBI.
En el caso particular de los nominados en pesos, que no lograron acompañar el crecimiento sostenido que mantuvieron la franja dolarizada, pese a la incertidumbre y volatilidad que caracterizó al último año, redujeron su representatividad al cierre de 2018 a un 12% del PBI en el caso de los depósitos y 9,4% del PBI para el total de crédito en moneda nacional.
El total de depósitos en pesos del conjunto del sector privado se redujo al cierre de 2018 a un 12% del PBI
Esas proporciones habrían subido en casi 7 puntos del PBI si se agrega el saldo final de depósitos privados en dólares, a casi 19%; mientras que el agregado de préstamos en divisas al sector vinculado con la exportación, se estima se ubicó en algo menos de 13% del producto.
El último mes de 2018 concluyó con un saldo promedio de total de depósitos en pesos por parte del conjunto del sector privado en el sistema financiero próximo a 2 billones, subió 42,3% en comparación con igual mes de 2017, pero ajustado por una tasa de inflación de un 48%, significó una disminución en términos reales de 3,9 por ciento.
Desde el cambio de gobierno, en diciembre de 2015, nunca logró superar el punto de partida en valores reales. El reacomodamiento de precios relativos en la primera mitad de 2016, con ajuste de tarifas, liberación del mercado de cambios y cierre del capítulo del default, determinó una baja real de más de 17 puntos porcentuales en términos reales.
Desde diciembre de 2015 el total de depósitos privados en pesos se contrajo 14,4% en términos reales
A partir de ahí se inició un modesta pero sostenida recuperación, pero encontró un punto de resistencia por debajo de los 90 puntos sobre una base 100 en diciembre de 2015 entre diciembre de 2016 y febrero de 2017, pero luego se debilitó hasta 84 en el semestre siguiente.
Y cuando parecía que la reactivación de la economía empezaba a incentivar el ahorro en la moneda nacional, se inicia una nueva etapa contractiva en términos reales luego de la conferencia de prensa donde el Gobierno anunció la "recalibración de la meta de inflación", hasta alcanzar un punto mínimo en octubre de 2018, con un nivel inferior a los 80 puntos porcentuales.
Luego, con el paso a una política monetaria altamente contractiva, y consecuente suba de las tasas de interés, se inicia un claro proceso de aumento de la demanda de dinero a plazo, creció un 10% en términos reales, pero no alcanzó para recuperar el punto de partida en términos reales.
Uno de los factores que conspiró contra el aumento de los salados reales totales de imposiciones en pesos fue el ingreso en una clara faz recesiva en segundo semestre de 2018, fenómeno que se tradujo en la caída de los saldos para transacciones, como son las cuentas corrientes y en caja de ahorro.
Generalizada contracción de la demanda de crédito
La contracción de la monetización de la economía fue acompañada por una notable disminución del uso del crédito bancario, al sumar a la suba de las tasas de interés el deterioro del poder de compra de los salarios y la consecuente postergación de las decisiones de inversiones por parte de las empresas.
Las líneas más afectadas fueron el descuento de documentos, con una baja en términos reales de 39,4%; seguida por los prendarios 24,2%, a tono con el derrumbe de las ventas de automotores; y en menor medida el uso de adelantos en cuenta corrientes y las líneas personales, tanto directas, como a través del pago parcial de saldos de compras con tarjeta de crédito.
Al cabo de 36 meses de Gobierno, el saldo de préstamos bancarios en pesos al sector privado disminuyó 21% ajustado por inflación
Por el contrario se mantuvo muy por arriba del nivel del año anterior el total de préstamos con garantía hipotecaria, principalmente por la notable dinámica que mantuvieron en la primera mitad de 2018, pero desde ahí acusaron un sostenido declive, desde un máximo de 175 puntos en junio, con base 100 en diciembre de 2015 en valores reales, hasta 150 pp, apenas superior al registro de febrero último.
La inercia recesiva hasta el comienzo del segundo trimestre, según el consenso de las consultoras privadas, y la persistencia de altas tasas de interés, como estrategia del Banco Central para mantener bajo control el nivel del tipo de cambio, no alienta un cambio de tendencia inmediato en el comportamiento de los depósitos para transacciones, y menos aún en las solicitudes de créditos.
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