Luego de llegar a un nivel de 821 puntos este viernes, el riesgo país ya registra una suba de 14% en el mes, y respecto de principio de año el salto es de 130%. Es una de las variables que más alertas despierta tanto en el sector privado como en el público. En concreto, el índice impacta en las capacidades de financiamiento de un país.
Se trata de un índice que arma el banco JP Morgan que funciona como un punto de referencia a la hora de medir el rendimiento total de los bonos gubernamentales internacionales emitidos por países emergentes. Usando el EMBI o Emerging Bonds Market Index, tal el nombre oficial del indicador, los operadores e inversores globales tienen una referencia a partir de la cual exigir cierto nivel de retorno a los bonos soberanos que se emiten en moneda extranjera, normalmente en dólares o euros.
Esa exigencia parte desde un piso establecido por el bono del Tesoro de Estados Unidos a 10 años. El mismo es considerado a nivel global como el más seguro del mercado, y en ese sentido se puede considerar como el "riesgo país cero".
En términos interpretativos, el riesgo país "contiene distintos significados en distintos momentos", explica Sebastián Maril, director de Research for Traders. Hoy, señala el economista, "el contenido político es altísimo comparado con otros años, y principalmente se resume en un posible regreso al poder de Cristina Fernández el próximo año".
Para Maril, "Wall Street le tiene mucho más miedo a un año bueno en 2019 y una derrota de Macri,que a cinco años malos en materia económica, pero con una figura política estable".
En esa línea, Federico Furiase, director de Eco Go, considera que "hacia adelante dada la incertidumbre puede seguir habiendo presión sobre el riesgo país, con la misma fluctuando en línea con la evolución de las encuestas políticas".
Qué se mide
Nominalmente, el riesgo país mide los puntos porcentuales que los países soberanos deben sumarle a la referencia base del bono del Tesoro a sus tasas de interés si quieren emitir deuda nueva. Es decir, los 700, 800 o 900 puntos que se deberían sumar a la tasa que paga el bono estadounidense.
El Gobierno confía que sumando los fondos depositados en 2019 del acuerdo stand-by con el FMI y una renovación de Letras del Tesoro por arriba del 60%, sus necesidades de financiamiento en el corto plazo están cubiertas
Para calificar dentro del EMBI, la deuda emitida debe tener más de un año a fecha de vencimiento, al menos USD 500 millones de valor nominal pendiente a pagarse, y cumplir con otras condiciones en la regulación bursátil para poder ser operados en un mercado secundario.
El primer impacto de las subas y bajas del índice vienen del lado del financiamiento: con un riesgo país más alto, más difícil es conseguir fondos para un país. Si bien los analistas explican que en términos absolutos el mercado de crédito nunca se cierra del todo, el costo de hacerlo puede ser tal que un gobierno prefiera no asumir una obligación tan costosa como pagar elevadas tasas de dos dígitos en dólares.
En ese sentido, a pesar del que el Gobierno confía en un escenario en el que los fondos para 2019 del acuerdo con el FMI y una renovación de Letras del Tesoro por arriba del 60% cubren su programa financiero, el crecimiento del riesgo país podría complicar las posibilidades de financiamiento para los años siguientes. También tiene impacto en el corto plazo y el ejemplo más reciente es la decisión del Gobierno de frenar las nuevas obras públicas licitadas a través de Participaciones Público-Privada (PPP).
El factor financiero también pesa en el nivel actual del riesgo país e impacta en los ingresos futuros del Gobierno. Furiase asegura que "la recesión consume capital político del Gobierno y afecta a la recaudación fiscal, lo que genera perspectivas a la baja de la capacidad de mantener el camino del ajuste actual".
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