Cubrir una brecha de billones de dólares en necesidades de financiamiento y entregar energía a las miles de millones de personas que no tienen acceso. Esos son dos de los principales problemas de un mundo en el que el crecimiento poblacional viene ganando la carrera contra los recursos que se plantearon los participantes del panel de Infraestructura y Energía en la segunda jornada del B20, el brazo empresarial del G20.
"En los hechos, estamos efectivamente reconstruyendo el mundo" introdujo Sven Smit, socio de la consultora internacional McKinsey. El ejecutivo calcula que actualmente hay USD 70 billones representados a nivel global en inversiones en infraestructura. El monto no es el único problema, ya que "si nos organizamos podríamos ser un 40% más eficientes y cerrar la brecha entre infraestructura y crecimiento poblacional".
El dato que se repitió en las sesiones del B20 y de otros grupos dependientes de las reuniones de líderes es una estimación de que esa brecha actualmente es de USD 5 billones. Para cerrarla, explicaron los participantes, el desarrollo de las Participaciones Público-Privada y un financiamiento seguro son claves, pero no garantizan nada.
El subsecretario de Planeamiento Energético, Daniel Dreizzen (quien reemplazó a Javier Iguacel, ausente de último momento), aprovechó para remarcar los avances argentinos en materia de inversión público-privada, mencionando el ahorro de 30% en las ofertas recibidas para los 6 proyectos de infraestructura que comenzarán este año.
Para poder asegurar el crecimiento de la inversión en infraestructura, una de las principales tareas de trabajo a lo largo de todas las áreas del G20 fue el desarrollo del rubro como un tipo de activo de inversión. "La falta de datos de confianza para poder medir el costo y el rendimiento es uno de los impedimentos más grandes para poder clasificar a infraestructura como un activo de inversión", apuntó Hung Tran, director ejecutivo del Instituto de Finanzas Internacionales.
La energía del futuro
El segundo desafío que enfrentan los países miembros del G20, consignaron integrantes del panel, es "como abastecer al 1.100 millón de personas que no tienen acceso a energía" pero asegurando que la fuente no sea dañina para el medioambiente, como explicó Miguel Gutiérrez, presidente de YPF y chair del grupo de trabajo de Energía del B20.
Para lograr reducir ese impacto ambiental, comentó Dreizzen, los países "deben promover políticas públicas en tres direcciones: energía renovables, tecnologías nuevas, y regulaciones financieras". En ese aspecto, el funcionario nacional destacó el programa RenovAR, a través del cual el Gobierno espera alcanzar su objetivo de 20% de consumo eléctrico generada a través de energías renovables para 2025.
El rol de programas gubernamentales y del sector privado es fundamental, ya que el estado climático actual no es suficiente para acciones amateurs. Gutiérrez explicó que cuando comenzaron las reuniones del B20 hace un año, el balance era poco esperanzador, con emisiones de dióxido de carbono subiendo, eficiencia energética cayendo y muchos países pasando de fuentes nucleares a carbón como fuente principal.
"Ya no alcanza con plantar árboles, tenemos que implementar programas más ambiciosos", propusó Jing Qian, vicepresidente global de Jinko Solar. La ejecutiva presentó números que desde su sector toman como fuerte indicación de que el futuro energético está en los cielos: "A través del uso de energía solar, podemos reducir entre un 40 y 50% de los niveles actuales de dióxido de carbono".
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