"La venta de electrodomésticos copia el humor de la economía. Hay una sensación de cierta fragilidad, de pérdida de poder adquisitivo y temor de gastar excesivamente, falta de herramientas financiera para hacer compras que son muy onerosas y que antes se lograban por las cuota y hoy cuesta más", le dice a Infobae Federico Hellemeyer, presidente de la Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónica (Afarte), la cámara empresaria sectorial que nuclea a las empresas que fabrican en Tierra del Fuego bajo el régimen de promoción.
Se trata de un sector industrial "tech" que enfrenta varios desafíos, más allá de la coyuntura del consumo. Entre ellos, el vencimiento del régimen de promoción en 2023, las posibilidades de reconversión y los coletazos de la quita del impuesto a la importación de productos informáticos que "mató" la fabricación local de notebooks.
"La expectativa es que se controle la situación cambiaria y se orden un poco la economía. Y que suceda lo antes posible", destaca el ejecutivo. Afarte nuclea a 10 empresas –Newsan, BGH, Grupo Mirgor, Radio Victoria, Carrier, Zolnik, Philips, Brightstar, Digital y Electro Fueguina– que representan el 95% de la facturación y el 90% del empleo del sector.
– En abril de 2017 se quitaron los aranceles a la importación de informática. ¿Qué pasó con los precios desde entonces?
– Fue una medida que se anticipó con bastante tiempo una vez que el oficialismo llegó al Gobierno, pero hasta que se materializó el decreto 117 pasaron muchos meses. El primer efecto es que se frenó el mercado ante la expectativa de que iba a caer el arancel.
La idea es ser competitivos y llegar a la gente con el precio más bajo posible, esa es la llave de la supervivencia del sector
– Hablamos de notebooks.
– Sí, notebooks y netbooks y tablets. La medida, que afectó a la producción en Tierra del Fuego, como en otras partes del país, significó el cese de la fabricación nacional. Se pasó a un mercado completamente importado. El gobierno promocionó la medida como una manera de abaratar las computadoras, que efectivamente bajaron de precio pero en una comparación un poco rara: entró un nuevo producto y era difícil compararlo con lo existente. Con el correr del tiempo y con las dos devaluaciones de este año, lo que empezó a ocurrir es que el mercado de notebooks importadas ya empezó a copiar la tendencia devaluatoria. A diferencia de lo que pasa con los productos que se fabrican en el país, que si bien tienen un componente importado, corrigen el precio en otra escala.
– ¿En el caso de los importados el traslado fue total a precios?
– Absolutamente. El pass through fue total, lo cual es lógico porque hablamos de productos importados y no hay margen. Pero en cierto sentido eso reveló que la estrategia que se tomó no tuvo la inteligencia de verificar que cuando se produjera algún tipo de desbalance en la macroeconomía esto podía a ocurrir. Estos productos venían creciendo y se desplomaron. Las notebooks importadas ya aumentaron 40%, mientras que el resto de la electrónica local 9% como mucho.
– ¿Ese impacto ya se ve en los datos de consumo?
– Monitoreamos nuestras tres grandes líneas –celulares, aire acondicionados y televisores– y había una tendencia de baja de precios hasta abril. Luego hubo corrección porque la tasa de devaluación fue muy alta y hay un componente de insumos importados en la estructura de costos que es bastante significativo. Las correcciones fueron del orden del 10% para celulares, 2% para televisores y por debajo del dígito para aires, con la particularidad de que estamos en temporada baja. El pass through no sólo es inmediato sino que es por todo el volumen de la evolución del precio en el caso de los importados. En cambio, es mucho más paulatino para productos nacionales. Muchas veces la cadena y el retailer permiten administrar el incremento.
– ¿Se podía haber hecho de otra manera?
– Había margen para tomar un mediada menos agresiva que la que se tomó. El producto informático tenía una alícuota por derechos de importación mucho mayor que los otros electrónicos, que pagan el nomenclador común del Mercosur, entre 14 y 16%. Las notebooks pagaban 35% y cayeron a cero. El Gobierno interpretó que se trataba de herramientas para la productividad y quería lograr el mayor impacto posible en precios.
Hay oferta de informática, pero la gente no consume porque está caro, son productos con precios en dólares
– ¿Hay alguna posibilidad que esta estructura de fabricación de informática local que se desarmó vuelva a funcionar?
– Sí. Lógicamente todo requiere su tiempo y trabajo. Hubo un proceso desinversión y de afectación de puestos de trabajo, que en algunos casos se absorbieron en otras líneas, pero otros se perdieron. En lo inmediato costaría, pero ante señales claras del Gobierno se podría probar.
– ¿Concretamente, se está analizando?
– No, hoy no. Cuando se tiene un derecho de importación en cero, claramente la política comercial apunta a la importación. Hasta donde sé no está en estudio por parte de ninguna compañía.
– ¿También volvió a caer la oferta de notebooks?
– Hay oferta de informática, pero la gente no consume porque está caro, son productos con precios en dólares. Esto se da en un contexto en el cual la demanda se retrajo en todas las líneas, en electrodomésticos en general y en toda la economía. Luego de los cambios macro de mayo hubo una retracción del consumo que hizo que la gente parara la pelota y evaluará mejor sus gastos.
Hoy estamos conformes con la performance de los precios, a nivel local y también cuando nos comparamos con Brasil, Chile, EEUU, Colombia y otros mercados de la región
– ¿En qué niveles está esa retracción?
– Se dio en los comercios en el orden del 20% o 30%, dependiendo de la línea. Pero hay un efecto multiplicador, con una tasa de interés que hace que sea sofocante tener inventarios. Los minoristas empezaron a reducir sus inventarios. Venden menos y cuando se dan vuelta y nos piden a nosotros, las fábricas, compran menos también. Así termina habido una caída del sell in del orden 50%. Fue muy fuerte.
– ¿Ven que esa tendencia negativa se sostiene o mejora hacia fin de año?
– Hay pocas certezas, pero sí expectativas y esperanzas de que la situación pseudo recesiva –o recesiva en este momento–, se revierta hacia noviembre-diciembre. Lo necesitamos porque tenemos una capacidad instalada y planteles que no podemos reducir. Necesitamos producir un mayor volumen. Son expectativas, pero no hay señales muy claras de que se vayan a concretar en un pronóstico.
– ¿Cómo está la situación en Tierra del Fuego?
– La situación es difícil con un nivel de actividad bajo, dentro de un acuerdo de competitividad que firmamos el año pasado, en noviembre, con la provincia, la Nación y los gremios, UOM y Asimra. Se congelaron las paritarias por dos años y se mantienen los puestos de trabajo (hasta junio de 2020). La idea es ser competitivos y llegar a la gente con el precio más bajo posible, esa es la llave de la supervivencia del sector. En una coyuntura como la actual, hay preocupación por el escenario inflacionario, que en Tierra del Fuego impacta más. Hoy, con la caída del consumo del 50%, se hace muy difícil sostener el tema de los puestos de trabajo. Las empresas honran la garantía, será difícil sostener esto en el tiempo si no se revierte la tendencia de consumo.
– ¿Se podría dar una reconversión en cuanto a la producción en la isla?
– Es una charla constante. El régimen promocional de la provincia termina en 2023. Se habla todo el tiempo de diversificación de la matriz productiva de la provincia y del portafolio de la industria y del aprovechamiento de recursos naturales. Debiera ser un proceso lento hacia la diversificación a partir de la capacidad industrial instalada. Hay que aprovechar lo que hay y construir sobre lo que existe, si es competitivo, con mucha más razón.
Los minoristas empezaron a reducir sus inventarios. Venden menos y cuando se dan vuelta y nos piden a nosotros, las fábricas, compran menos también
– ¿Qué se podría producir?
– El primer componente importante, por el régimen, es que sean productos que no compitan con el continente. Las líneas tecnología tienen innovación todo el tiempo. Energías renovables, productos inteligentes, domótica, Internet de las cosas.
– ¿Qué piden para que esto pase?
– Un marco de certidumbre. Las inversiones y proyectos industriales necesitan un horizonte más extenso, más allá del vencimiento del régimen de promoción. En principio no pedimos nada, hicimos los deberes y buscamos demostrar músculo para reaccionar frente al pedido de lograr precios más competitivos. El contrapunto era más interesante antes de la devaluación, cuando la tendencia era nominal negativa. Pero hoy estamos conformes con la performance de los precios, a nivel local y también cuando nos comparamos con Brasil, Chile, EEUU, Colombia y otros mercados de la región. Cuando más fuerte seamos más argumentos vamos a tener para cuando haya que pedir algún tipo de certidumbre o medida especial.
– ¿Ya empezaron las negociaciones para la renovación del régimen de promoción?
– Es un tema de timing. Cuando más se acerca la fecha, más necesaria será la discusión. Hay muchos actores y otras industrias con promoción, también. Es un tema que van poniendo en la agenda distintos sectores. Nosotros ahora pensamos en ser más competitivos.
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