El reciente Congreso Aapresid, realizado en Rosario, tuvo al carbono como protagonista. Se trata de un cuestión íntimamente ligada al cambio climático, que atraviesa a toda la sociedad y en la cual el agro argentino puede ofrecerse como parte importante de la solución.
Especialistas, técnicos, productores, comunicadores y referentes de distintas entidades de la actividad agrobioindustrial estuvieron en el 31° Congreso de Aapresid, cuyo lema, “C, elemento de vida”, fue abordado desde diferentes ejes temáticos.
Uno de los paneles abordó la mejora de los procesos con impactos productivos y ambientales. Referentes de distintas áreas dieron sus testimonios. Entre ellos se destacaron el productor y contratista Carlos Testa y la ingeniera agrónoma Inés Di Nápoli, titular de una empresa AgTech capaz de medir la Huella de Carbono de distintas producciones agrícolas y ganaderas.
Testa, contratista rural y productor agropecuario de Manuel Ocampo, partido de Pergamino, en la provincia de Buenos Aires, contó su historia, tanto en la certificación de captura de carbono, en una agricultura siempre verde, como en los servicios de cosecha, siembra y pulverización que presta a terceros. El contratista y productor fue profesionalizando y tecnificando su labor aplicando tecnología que -señaló- “ha avanzado un montón; hoy estamos haciendo agricultura regenerativa. Tratamos de ir dejando campaña tras campaña los suelos mejorados, no gastados”.
La fórmula
“Hoy estamos haciendo y capturando carbono, que no es menor. Generar alimentos, fibra, energía y capturar carbono es un cóctel fenomenal, que se va a ir mejorando; hay mucho para hacer aún”, dijo Testa.
Por su parte, Di Nápoli destacó el proceso de aprendizaje sobre el carbono en los suelos y las práctica que deben aplicarse en distintas zonas y regiones del país “para mejorar el estado de carbono en el suelo”. Y agregó: “En lo que tiene que ver con la Huella de Carbono de cada uno de los cultivos, podemos mejorar los valores; estamos en una etapa de mejora continua”.
Testa explicó al respecto: “nosotros hoy lo estamos haciendo, sumado a que hace 4 años arrancamos con el compromiso Pro Carbono de hacer un doble cultivo sobre cada hectárea, de ver medio año más verde tu campo. Ahora los 3 lotes que hay en la chacra están verdes. Siempre dejamos una franjita para comparar (lote testigo) y el resto del lote tiene 2 cultivos de servicio o trigo”.
De ese modo, prosiguió, “le das una doble vuelta de captura de carbono: con mayor volumen de biomasa capturás mayor cantidad de carbono del aire que llega a las raíces de los cultivos y no va a sobrecalentar el ambiente. Es algo muy fino, es un hilo muy delgado, pero en los últimos 3 años, sacando el último, que fue terriblemente malo, se han capturado unos 1.500 kilos de carbono por hectárea por año”
En una suerte de juego de palabras Di Nápoli dijo que “la C de carbono coincide plenamente con las “C” de conocimiento, compromiso, colaboración y confianza, para empezar a compartir y aprender de los datos que estamos generando; estamos en un gran momento, porque todas las empresas con sus programas están queriendo ayudar al productor a que mida su huella”. Como ejemplo, mencionó el Observatorio Colaborativo Maizar Huella de Carbono, que lanzó recientemente la Asociación del Maíz y Sorgo Argentino (Maizar).
Carne y carbono
El Observatorio, explicó, “pretende medir toda la cadena de este cultivo. Estamos en esta transformación, en un extraordinario momento porque estamos empezando a medirnos todos, a tener una línea de base para aprender y para mejorar”. La empresa de Di Nápoli empezó hace poco a publicar datos de ganadería, para saber cuántos kilos de dióxido de carbono equivalentes se necesitan para producir un kilo de carne vacuna en distintos sistemas. En cría, precisó, ese valor ronda los 15 kilos de dióxido de carbono por kilo de carne producida, relación que consideró un muy buen valor. “Tenemos que poder contarlo para poder decir que así se produce en Argentina” y también respecto de cómo se produce en otros rubros de la producción pecuaria.
En cuanto a la agricultura, Testa resaltó la ventaja de la diferenciación. “A largo plazo se ve como la inversión genera resultados y como en cualquier rubro, ha habido de todo. Hay cosas que nos han salido mal, porque las cosas nuevas no te salen bien siempre. Son más las perdidas, que las ganadas, pero son las que te hacen aprender”, reflexionó. De las decisiones ganadoras, que hicieron progresar su chacra y sus servicios, mencionó la certificación de la norma Iram, en 2015, “fue un muy buen motorizador”, afirmó.
Testa contó también que siempre estuvo convencido que “el camino era certificar”. De hecho, recertificó en 2018 la norma Iram 14.130 (de buenas prácticas para labores agrícolas) en sus lineamientos generales y para pulverización terrestre, siembra y cosecha. “Y en 2021 las volvimos a revalidar, porque uno no se imagina la empresa sin la certificación. Eso nos fue trayendo clientes con un nivel de exigencia superior. Por eso consideramos al Iram como un gran tablero de control”, destacó.
Comunicar
Ambos expositores ampliaron la cuestión a la necesidad de comunicar estos avances en la producción agropecuaria y agroindustrial argentina. Para Testa, se habla poco de la buena Huella de Carbono que tiene la actividad agrobioindustrial en la Argentina. “Quizás la comunicación es lo que al agro lo ha golpeado; lo que se hizo en el Congreso Aapresid, lo que hacen muchas empresas es ponerse una mochila de tratar de comunicar, pero el productor genuino que trata de mejorar es muy tranquilo, produce y no sale a contarlo. Eso es lo que le ha faltado al sector hace muchos años. Por eso a veces hay que explicar doblemente las cosas”, dijo.
Di Napoli aconsejó, en primer lugar, “comunicar hacia dentro del sector, cuáles son los valores (de carbono) y cuáles son las variables que tenemos que empezar a tocar para bajar la huella en cada uno de los cultivos”. Por otro lado, agregó, “hay una enorme oportunidad en la comunicación a la comunidad para contarles, qué es lo que estamos haciendo, lo que nos preocupa descarbonizar y aumentar el stock de carbono en el suelo. Eso es un saldo que tenemos pendiente. Salir hacia el consumidor, que quizás a veces no entiende qué es lo que pasa hacia dentro del sector, para contarle lo que estamos haciendo”.
En definitiva, concluyó, se trata de una oportunidad para cerrar algunas brechas entre el sector agropecuario y la sociedad, un buen camino para amigarnos”.
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