La Expo Rural 2023 volvió a mostrar, como en cada invierno, la centralidad que esas actividades tienen para la economía nacional. En particular, la ganadería de pedigree, la punta de la pirámide de la que se desprende la calidad genética de las distintas razas y especies que llegan al predio de Palermo, que luego se derrama en la hacienda comercial que va a faena, se supera permanentemente. Y en ella siguen invirtiendo los productores, dependiendo de su escala, sabiendo que esa es la garantía para mantener la productividad de sus rodeos.
En este sentido, en Palermo, el presidente de la Asociación Argentina de Angus, Alfonso Bustillo, señaló que “los productores aprendieron que no se puede dejar de invertir en genética porque finalmente no es una inversión tan grande en la matriz de costos de la cría y trabaja de por vida en el rodeo”.
Sobre la raza, la líder de la ganadería bovina argentina que este año estuvo en Palermo con 360 animales, comentó que en esta muestra se presentó un nuevo resumen de padres, con Deps enriquecidos por genómica de unos 16.000 animales. Y agregó que van por la octava prueba de eficiencia de conversión: “Esto es realmente muy importante, porque vamos a poder darle una herramienta más al criador, para seleccionar animales que consumiendo menos producen lo mismo”.
Se trata de un aspecto que tiene gran impacto, no solo para lograr animales más eficientes, sino también más amigables con el ambiente al generar menor emisión de gases de efecto invernadero, por rumiar durante menos tiempo.
Por su parte, Jorge Sedelli, director de la Asociación Argentina de Brangus, raza que llevó 164 animales a Palermo, destacó la gran distribución geográfica que tiene en las provincias de la pampa húmeda y el norte del país, con más de 400 cabañas en funcionamiento.
También mencionó que trabajan en el genotipado de unos 5.000 animales y que también avanzan en pruebas de consumo residual y determinación de Deps de resistencia a la garrapata, enfermedad presente en especial en el norte del país, donde está más adaptada y tiene mayor población el rodeo Brangus.
Mediano y largo plazo
Por su parte, Juan Manuel Alberro, presidente de la Asociación Braford Argentina (ABA), destacó que “el productor y el cabañero siguen invirtiendo y apostando a la ganadería, que es un negocio de mediano y largo plazo”.
Esta raza, que sigue creciendo en el país, estuvo en la Expo Rural con 137 animales surgidos de 33 cabañas de 9 provincias, con características climáticas muy diferentes: Buenos Aires, Corrientes, Córdoba, Chaco, Entre Ríos, Tucumán, Mendoza, Santa Fe y Santiago del Estero, 8 de ellas, debutantes en Palermo.
Alberro mencionó explicó cómo Braford aborda la mejora genética de la raza: “Queremos seguir avanzando para que, más allá del biotipo y del fenotipo, podamos trabajar con datos científicos, que hagan que un reproductor tenga más sustento técnico que lo que se ve en la pista”. Para lograrlo, trabajan en la toma de datos y determinación de distintos Deps.
También explicó que hace 4 años la raza está midiendo el consumo residual, tarea que actualmente realizan con el INTA Mercedes (Corrientes). Y mencionó que, en 2022, se hizo una prueba piloto, para medir la huella de carbono de varias cabañas. Este año, están encarando una segunda etapa, para sumar más productores a la prueba y trabajan con una plataforma y una certificadora, para abordar la venta de bonos de carbono.
Sobre este tema, también trabaja la Asociación Argentina Criadores de Hereford (AACH), raza que estuvo en Palermo 132 animales de 32 cabañas. Jorge Collinet, presidente de la AACH, señaló que entre sus objetivos figura la introducción de los bonos de carbono en la producción. “Es un tema que nos inquieta porque muchas empresas capturan más de lo que emiten y podrían tener un balance positivo. Es una herramienta que podría significar un ingreso adicional para algunos establecimientos”, destacó.
Pero más allá de las cuestiones técnicas y genéticas, la coyuntura económica sigue condicionando que las inversiones fluyan mejor y que todo el potencial existente llegue a más productores. Bustillo señaló que “estamos con los precios de la carne muy quedados. La invernada está con valores bajos, el novillo también. Todo esto va a tener que reajustarse en algún momento, porque se corta la cadena productiva y el negocio”.
En un sentido similar, Sedelli, señaló la necesidad de “que haya previsibilidad y condiciones más genuinas de mercado. El diferencial cambiario no permite que los costos y precios de venta tengan una razonable equidistancia. Es difícil hacer presupuestos cuando hay costos que se mueven por el dólar blue y lo que se vende se hace con el dólar oficial. La intervención que afecta las posibilidades de exportación libre también complica, porque nos encontramos con un mercado que tiene regulaciones que no ayudan al desarrollo y la promoción de la inversión”.
Mientras tanto, Collinet, explicó que “el productor siempre busca mejorar su productividad”, confiando en que el mercado se va a revertir. La genética es una de las patas de la competitividad de nuestro negocio pensando a 3 o 4 años hacia adelante”; por eso estamos en Palermo”, enfatizó.
Pasión por la ganadería
Paralelamente, explicando también los motivos que hacen que la Expo Rural siempre brille, Alberro destacó que “en un año con tantos factores en contra, desde lo climático hasta el atraso en los precios, que hace que todo sea más complicado”, la presencia de tantas cabañas en Palermo “solo se entiende desde la pasión del ganadero que, aunque sufre con lo que pasa, sigue adelante”.
Otra mirada es la de Hernán Nano Vassallo, rematador de la consignataria Colombo y Magliano, quien explicó que “la genética es un negocio muy diferente al de la cría y la invernada. Es a mucho más largo plazo y tiene mucho que ver, dentro del sector agropecuario, con quien vive del campo y además, es cabañero. En las cabañas hay muchos productores genuinos y otros muchos que son inversores o lo hacen por hobby, lo que diversifica mucho el mercado de la genética”.
En este sentido, señaló que quien vive del campo “siempre estuvo más ajustado. La vaca es un gran capital, pero no siempre es un buen negocio. Todo eso hay que mantenerlo. Y venir a Palermo es un costo muy grande para un productor que vive de esto. Distinto es para un criador, que es empresario y tiene otro ingreso. Cuando uno produce y no le quita de sus dividendos al campo, y los vuelve a reinvertir, generalmente las cosas van bien y al que tiene que vivir del campo, le cuesta un poco más. Todo eso se nota en la comercialización, porque hay más demanda de genética de quien no vive del campo que quien sí lo hace”.
Negocios en familia
Una rara conjunción suele ser el motor que empuja a los ganaderos a perfeccionarse en lo suyo y motiva el crecimiento de las cabañas. Más allá de las grandes marcas de la genética de las distintas razas, hay historias que inspiran y que protagonizan pequeños y medianos productores, que buscan crecer emprendiendo con una cabaña.
Tal es el caso de Martín Errecarret (32), productor mixto en La Niña, partido de 9 de Julio, Buenos Aires, que con La Marianita, una cabaña de Angus que se inició en 2007, llegó este año por primera vez a Palermo. Lo hizo con una vaquillona mayor que llevó a la Expo Rural 23 en sociedad con Charles de Guerrero, una de las cabañas más antiguas de la raza, de la que habían adquirido genética al comenzar la cabaña.
“Tenemos 350 madres, entre animales de pedigree y puro controlado. Con el pedigree vamos evolucionando mucho, con trasplante de embriones y multiplicamos muy rápido lo mejor de la genética nuestra. Queremos seguir creciendo en la genética, seguir mejorando y, en pocos años, venir con animales propios a Palermo. Y venir como lo hicimos hoy, en familia”, señaló. Quien lo acompaña es Florentina Razetto (32), su novia, ingeniera agrónoma y quien lo asesora en los cultivos tanto extensivos como pasturas a usar en el campo.
“Cuando tienes la posibilidad de acompañar a alguien como Martín entendes un montón de cosas, es mucho el sacrificio que hace la gente de campo, pero cuando llega la recompensa también es grande. Vinimos a mostrar nuestro trabajo y nos llevamos un premio a casa con la vaquillona (tercer premio vaquillona mayor) y momentos hermosos con mis sobrinos. Eso sí, a partir de mañana vuelven las discusiones diarias en el campo porque yo como Ingeniera asesora y el cómo cabañero no podemos ponernos nunca de acuerdo”, contó Florentina entre risas.
“Hasta ahora fuimos una cabaña muy comercial, no habíamos participado de exposiciones, pero la experiencia de este año nos impulsa a mostrar la genética que tenemos, que todos los años vendemos en un remate, que hacemos en 9 de Julio durante el mes de agosto”, cerró con entusiasmo Errecarret.
Seguir leyendo: