El Programa de Incremento Exportador (PIE III), más conocido como dólar agro, comenzó hoy sus últimas dos semanas de vigencia para el complejo sojero, estableciendo un tipo de cambio diferencial de $300 por dólar hasta el 31 de mayo. Hasta el momento, los resultados se mantuvieron lejos de las expectativas iniciales, tanto en el volumen comercializado del grano por parte de los productores, como por el monto liquidado por los exportadores, mientras que se espera que en los días que restan de la medida los productores vendan alrededor de 1,6 millones de toneladas más.
Finalizada la sexta semana de vigencia del PIE III, las ventas de soja por parte de los agricultores se ubicó por encima de las 5,7 millones de toneladas (posiblemente alcance las 6 millones de toneladas con el dato consolidado del viernes último, que se conocerá durante esta jornada), un monto marcadamente por debajo de las 10 millones de toneladas que se estimaron al momento del lanzamiento de la medida, mientras que las divisas ingresadas en el Mercado Único de Cambios (MULC) por parte de los exportadores se posicionaron en poco más de USD 3.000 millones, lejos de los USD 5.000 millones que se esperaban.
Para el economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), David Miazzo, “la comercialización de soja fue mucha más lenta de lo que se esperaba y no esperamos que en estos días que faltan aumente de manera significativa el ritmo”.
Miazzo explicó que hubo tres puntos centrales que derivaron en esta situación: el pobre volumen producido del grano; el precio ofrecido por los exportadores, que no generó interés en los tenedores de mercadería; y el salto de los tipos de cambio que se dio en las últimas semanas.
Y agregó una cuarta cuestión: la especulación de que este tipo de medidas se repitan en el tiempo. “Hay una crisis de reservas, el BCRA no tiene dólares y con esta medida no los pudo juntar, lo cual hace que los productores tengan la certeza de que esta clase de programa sea implementado de vuelta con un incentivo mayor. Como esto no funcionó, el Gobierno tarde o temprano va a tener que mejorar el incentivo”, dijo el especialista.
Las últimas dos semanas
Por su parte, Lorena D’Angelo, analista de la consultora AZ Group, marcó que los precios ofrecidos por los exportadores para hacerse de la mercadería de los productores se vio impactado por las bajas en el mercado de referencia de Chicago, por lo que los máximos registrados semanas atrás de $110.000 la tonelada se ubicaron en estos días en $104.000 la tonelada. Así, las ventas diarias oscilaron entre las 200.000 toneladas de negocios nuevos a precio y unas 80.000 toneladas en promedio de fijaciones.
En este marco, D’Angelo sostuvo que teniendo en cuenta el ritmo de ventas actual y los ocho días hábiles que “se comercializarían 1,6 millones de toneladas y quedarían más de 11 millones de toneladas en manos de los productores. No es fácil predecir su conducta comercial con el remanente de toneladas de soja que quedan por comercializar”.
No obstante, la especialista planteó que “es poco probable que ocurra una recuperación de valores de la oleaginosa si sigue avanzando favorablemente la siembra en Estados Unidos, que daría una producción abundante, del orden de 122 millones de toneladas, sumada a la mega cosecha brasileña en el orden de las 155 millones. Como contrapartida, la escasa producción nacional obligará a una fuerte competencia de la industria procesadora por la mercadería disponible”.
“Lo que el productor entendió en este momento, si bien hubo liquidaciones, es que en realidad cuidar la mercadería parecería ser mejor negocio” (Salaverri)
Es por eso que D’Angelo opinó que el resultado de la pugna entre ambas fuerzas “disparará la conducta de retener grano y vender gradualmente solo lo necesario para atender los gastos de implantación de la nueva campaña o aprovechar los picos de precios que se generen por desabastecimientos circunstanciales de las fábricas de aceite y harina”.
En la misma línea, el analista de mercados de la corredora Grassi, Juan Manuel Uberti, indicó como poco probable que en los días que restan de vigencia del programa, el escenario “pueda cambiar rotundamente”, más allá de que en los últimos días haya habido una dinámica mayor en volumen de negocios de la mano de una mejora en los precios ofrecidos, como se detalló anteriormente, aunque “esta situación parece estar cambiando”.
De esta manera, puntualizó que se está retornando “a los niveles de precios que no lograban conectar a la oferta con la demanda, por lo tanto, el volumen de negocios no creo que sea importante en lo que resta del programa. Además, por una cuestión de plazos de entrega y cobro, se dificulta el armado de condiciones atractivas para mantenerse dolarizado. Por otra parte, la logística también dificulta la dinámica de los negocios. Sumado a ello, los rumores y expectativas de devaluación, no incentivan el desprendimiento de mercadería”.
Teniendo en cuenta este panorama, Uberti proyectó que en base al promedio diario del volumen negociado hasta ahora, y considerando los días hábiles que restan hasta la fecha límite de vigencia del programa, se podría estimar una negociación potencial de un millón a 1,6 millones de toneladas entre contratos y fijaciones de precio. “Aunque, sobre los últimos días suele mermar el interés”, aclaró.
La medida
En cuatro a la eficacia de la medida, lo cierto es que el Gobierno “esperaba algo más”, indicó el presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Plata (Carbap), Horacio Salaverri. Según el dirigente rural, “lo que el productor entendió en este momento, si bien hubo liquidaciones, es que en realidad cuidar la mercadería parecería ser mejor negocio o pensando que el grano le sirva como un insumo para el canje para la próxima gruesa”.
Salaverri remarcó las complicaciones que el dólar agro reviste en otras producciones, como ocurre con las pecuarias, encareciendo el costo de la alimentación de los animales. “Con esta medida tenemos una situación muy complicada por cómo afectó a las otras producciones. Tergiversó todos los valores en la alimentación para tambos, y productores ganaderos, porcinos y avícolas”, dijo.
“La comercialización de soja fue mucha más lenta de lo que se esperaba y no esperamos que en estos días que faltan aumente de manera significativa el ritmo” (Miazzo)
Para el titular de Carbap, “lo que hay que hacer es achicar la brecha cambiaria, pero podríamos estar de acuerdo en un dólar que abarque a todo el sector agropecuario. Necesitamos algo generalizado. El dólar soja como tal no sirve y lo que se precisa es un dólar más amplio para todo el agro”.
En cuanto al impacto que tuvo la medida en la economía nacional, el economista Miazzo planteó que el dólar agro “ayudó muy poco a la economía: primero porque fue bajo el dinero que ingresaron y porque tienen un efecto macro en la economía que es la emisión monetaria. Por cada dólar que entra en este sistema, el BCRA tiene que emitir y el problema original de la inflación y de la brecha cambiaria es el exceso de pesos en la economía. Es echarle leña al fuego”.
De hecho, hasta la fecha el sector agroexportador liquidó un total de USD 3.041 millones, mientras que la autoridad monetaria solo pudo retener de manera efectiva USD 184 millones hasta el momento. En este sentido, Miazzo explicó que esta baja retención de la divisa norteamericana se produce porque los “dólares que se obtienen de las exportaciones se los venden a los importadores. Las importaciones promediaron los USD 7.000 millones mensuales el año pasado. O sea, se necesita eso para pagar las compras al exterior. Hoy estamos diciendo que por soja entraron USD 3.000 millones y que el agro genera el 70% de dólares que ingresan al país en un año normal y es ahí donde no cierra la cuenta. Se van muchos dólares por importaciones y hay pocos por exportaciones, nadie te presta y se llegó a este punto sin nada en las reservas. Si bien se genera un ingreso adicional, el BCRA no pudo retener casi nada porque va todo a pagar importaciones”.
Seguir leyendo: