Los ruidos políticos, económicos y sociales que suelen generarse en los años electorales aportan poca claridad a los sectores productivos y flacas expectativas de lograr las transformaciones o política públicas. El campo y la agroindustria entienden que en los meses que quedan hasta las elecciones y el cambio de Gobierno se debe insistir con los reclamos, aunque el momento clave es 2024, cuando una nueva administración tome las riendas.
En el sector entienden que el año que viene será complejo. La sequía de la campaña 2022/23, que puso en jaque al agro, todavía estará a cuestas y la situación económica y social será por demás endeble, con altos niveles de crisis y conflictividad. Cualquier plan de estabilización que lleve adelante el nuevo gobierno, más allá de su color político, tardará en surtir efecto y desandar el camino de inflación y pobreza en que se encuentra hoy el país, es la lectura mayoritaria.
Una gran parte del campo cree que al sillón de Rivadavia llegará alguien más permeable a sus peticiones. El sector aboga por un diseño conjunto de las políticas hacia el agro, como así también establecer reglas de juego claras y constantes que permitan al normal desarrollo de las diferentes actividades.
El agro está convencidos sobre el “rol fundamental” que tendrá en 2024, pero de lo que no está seguro es de que las diferentes fuerzas políticas así lo entiendan o que le den el lugar que pretende. Más allá de las promesas grandilocuentes que puedan expresar los candidatos, el sector sabe que deberá perseverar para que sus pedidos sean escuchados y plasmados en hechos.
Un año particular
“Entendemos que (2024) será un año particular” marcó a Infobae el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino. El dirigente considera que será así pues se está por “entrar a una nueva campaña agrícola y ganadera con el golpe duro de la sequía, que dejó sin capital de trabajo a los productores y con un financiamiento caro y escaso. Sumado a esto, los vaivenes de una macroeconomía desestabilizada que incrementan la incertidumbre”.
Asimismo, Pino dijo que desde la dirigencia rural esperan que el nuevo gobierno “genere el marco necesario para que el sector pueda desarrollarse y contribuir a ser parte de la solución a los problemas de nuestro país, como la inflación, la pobreza y la falta de oportunidades”. De hecho, en la SRA están convencidos que el rol del sector “seguirá siendo el de ser el motor de la economía”.
“Sabemos que la contribución del campo a nuestro país va a depender del nuevo Gobierno, de las reglas de juego que plantee. Una cosa va a ser poder producir con reglas claras y previsibilidad y otra con políticas que cambian constantemente y que genera un futuro incierto”, resumió Pino.
En la misma línea, el presidente de la Asociación de Maíz y Sorgo Argentino (MAIZAR), Pedro Vigneau, insistió en la necesidad de “dar vuelta la página de una campaña muy compleja, donde mucha gente va a quedar golpeada. Lo primero que hay que señalar es la coyuntura muy compleja, pero lo climático se estaría solucionando, aunque la fina es una pregunta. Lo cierto es que hay un cambio de expectativas de un gobierno más amigable con uno de los vectores que más rápidamente puede generar divisas genuinas y trabajo federal inclusivo”.
“Pedimos reglas de juego claras, una macro ordenada, una presión impositiva acorde para que un Estado atlético y socio en la buena se ocupe de darnos seguridad, educación y salud y que deje a los privados el resto de las cuestiones. Que se ocupe de generar alianzas y tratados de comercio. Tenemos mucho para dar en ese sentido y señales rápidas de una mayor inversión”, puntualizó Vigneau.
Por su parte, el presidente de la Asociación Argentina de Angus, Alfonso Bustillo, subrayó que cuentan con la “esperanza de que se cambie de gobierno”, que el sector pueda salir de esta “sequía cruel” y que “la ganadería encuentre nuevamente un horizonte más claro, con menor carga impositiva, con exportaciones abiertas y buscando nuevos mercados”.
“Luego de este año tan devastador para la economía nacional, la falta de dólares, la falta de generación de riquezas, el nuevo gobierno que venga va a tener que buscar en el campo y en la agroindustria su principal aliado, que le permita traer los dólares que el país necesita, reactivar la producción nacional y generación de fuentes de trabajo, disminución de pobreza y ojalá controlen esta inflación asfixiante”, dijo Bustillo.
Aporte y pedidos
Más allá de la difícil situación que atravesará el país y el sector el año que viene, en el campo y la agroindustria están convencidos de que tendrán un rol “fundamental” en la recuperación, pero no están seguros si la política tiene la misma concepción. “No tengo claro que los candidatos a presidente de hoy entiendan la dimensión de lo que el sector le puede aportar a una nueva Argentina”, planteó el presidente de la Fundación Barbechando, Germán Paats.
Según Paats, “lo que hay que definir es qué país queremos y en ese país no solo la agrobioindustria tiene un rol fundamental y dinamizador, sino también la minería, la energía, la industria del conocimiento y el turismo como pilares importantes. Pero entendemos que bajo un país con situaciones normales, sin intervención de mercados, una quita de los derechos de exportación y un dólar único, el agro tiene un dinamismo que en 12 meses puede generar un nivel de inversión y de producción que ayudará a Argentina a tener condiciones distintas para los 47 millones de argentinos”.
En tanto, el Director Ejecutivo de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA) y referente del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), Alfredo Paseyro, señaló la necesidad de políticas públicas. “Queremos construirlas con los decisores económicos, políticos y sociales y por eso estamos trabajando con la Fundación Barbechando, para poder ir al Congreso Nacional y tratar aquellas leyes que va a requerir el plan que del CAA”, que tiene como objetivo, a grandes rasgos, llevar las exportaciones del sector a los USD 100.000 millones y crear 800.000 puestos de trabajo”, explicó.
Paseyro pretende que se traten proyectos de ley respecto al seguro agrícola, cuestiones de conectividad y para la propiedad intelectual. “El pedido es corregir las principales distorsiones, como las retenciones, los tipos de cambio diferencial, pero hay que ver el cómo y en que tiempo. También que la agroindustria sea incluida, consultada y convocada desde el minuto uno en que se escriban los planes de gobierno para que de su visión y aporte. Hay que aprovechar también el tiempo que hay de aquí al 11 de diciembre. Nuestras expectativas son buenas, pero hay que convertirlas en hechos”, explicó.
La Sociedad Rural ya entregó a los principales precandidatos presidenciales los “Lineamientos Generales para el Desarrollo de las Políticas Públicas”. Ese documento “debería ser el rector de las decisiones que tome el nuevo gobierno para potenciar el compromiso del campo con una nueva Argentina”, dijo Pino. Los nueve puntos centrales son contar con instituciones que garanticen las reglas del juego; un programa para estabilizar la macroeconomía; una política fiscal que devuelva competitividad al federalismo; una infraestructura moderna, estratégica y de gran escala; mercados que permitan la correcta formación de precios; una agenda exterior de apertura permanente; un sistema financiero profundo y al servicio de la producción; la educación como llave del desarrollo y el conocimiento; y capitalizar la mayor productividad de la aceleración tecnológica.
Es necesario que la clase política sepa que “de la mano del campo y de la agroindustria hay un horizonte” y que el nuevo gobierno “busque mercados, que abran la exportación, que podamos segmentar la producción de carne, que haya cortes para nuestro país y que haya cortes para los mercados internacionales, porque el mundo los está demandando, dijo Bustillo. “Así bajaremos el precio de la carne para el consumo interno y mejoraremos el negocio de los ganaderos y de la industria frigorífica”, concluyó.
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