Si bien en los últimas horas se registraron precipitaciones que para los productores fueron un alivio, la sequía sigue siendo el mayor problema que atraviesa el campo desde hace ya varios meses. El sector aporta 7 de cada 10 dólares que ingresan al país, ocupa de manera directa e indirecta 3,7 millones de personas y en 2022 exportó más de USD 55.000 millones, un récord histórico. Cualquier situación que lo afecte pegará de lleno en el funcionamiento de la economía argentina.
Es el tercer año consecutivo del fenómeno climático de La Niña, que en nuestro país provoca menores lluvias al promedio. En el último semestre de 2022 la falta de precipitaciones se agudizó, provocando severos daños en las principales producciones. Por ejemplo, la cosecha de trigo de la actual campaña culminó en 12,4 millones de toneladas, 10 millones de toneladas menos que en el ciclo anterior, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA).
Asimismo, todavía es una incógnita qué volumen alcanzará la producción de soja y maíz. A la fecha, la BCBA espera una cosecha de la oleaginosa de 41 millones de toneladas (-2,3 millones que la campaña anterior) y de 44,5 millones de maíz (-7,5 millones de toneladas). La ganadería y la lechería también se vieron severamente afectadas, pero aún no se puede mensurar bien el impacto productivo, y varias economías regionales sufrieron también el fenómeno, al que se sumaron las heladas tardías de finales de octubre y principios de noviembre pasado.
Si bien las lluvias de esta última semana llevaron alivio al campo en general y se espera que La Niña emprenda su retirada en los próximos meses, el problema continúa y se hace necesario entender cuánto y cómo impactará la sequía en la economía. A continuación, cinco aspectos a tener en cuenta.
Exportaciones
Como se dijo anteriormente, la agroindustria es responsable de 7 de cada 10 dólares que ingresan al país, por lo que cualquier merma en la producción representa un golpe a la cantidad de divisas que recibirá nuestro país. Para David Miazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), la caída en las exportaciones se ubicaría entre USD 10.000 millones y USD 15.000 millones.
Según Miazzo, esta merma en el ingreso de dólares tendrá su correlato en un aumento de la “presión cambiaria” y que impactará en los diferentes tipos de cambio, como los dólares bursátiles o libres, ejerciendo “presión sobre el blue y sobre la brecha”, que hoy se encuentra en torno al 100%. Esto se da en un contexto, indicó el especialista, de una “oferta excesiva de pesos”.
Otro de los efectos que trae consigo una caída en las exportaciones y una menor disponibilidad de dólares es la posibilidad de que se dé una profundización en las restricciones para importar, ya sean insumos, bienes de capital, autopartes o cualquier tipo de producto que puedan complicar el normal desempeño de los procesos productivos en nuestro país.
Nivel de actividad
La sequía trae consigo una menor nivel de actividad de la economía ya que conlleva una merma en la producción de bienes como son los granos, la carne, la leche, frutas, etcétera y teniendo en cuenta que es el principal sector de la economía argentina, su impacto “directo” en la actividad se magnifica.
Pero también, señaló Miazzo, tiene un efecto negativo indirecto en el nivel de actividad, ya que una merma en la producción o rentabilidad del sector agropecuario conlleva a una menor demanda de logística y servicios asociados, como así también limita la capacidad de inversión de los productores limitando la compra de insumos, vehículos o maquinarias agrícolas, por citar algunos casos.
Según la Bolsa porteña, solamente el aporte de los cinco principales complejos granarios podría caer respecto a la campaña anterior entre el 21% y 30%, pudiendo representar una baja de USD 15.743 millones en el peor de los casos analizados por la entidad, equivalentes al 1,8% del PBI estimado. Pero para Miazzo, el impacto podría llegar a alcanzar entre dos y tres puntos del PBI, y que la economía “entre en recesión”.
Inflación
Otro efecto negativo que se proyecta por la sequía es que se encarezcan algunos alimentos por el hecho de que va a haber una menor oferta de los mismos. Si bien desde FADA aclaran que “Argentina exporta una parte importante de su producción y el impacto directo de esta situación es una menor oferta exportable, puede haber presiones de precios sobre maíz y trigo que puede impactar sobre la carne y el pan, por lo menos en sus costos de producción, más allá de que la participación de los granos en el precio final es menor, por lo que no tendría que impactar de lleno en la inflación”.
En producciones de economías regionales, como la de cítricos dulces que fue muy afectada por la falta de lluvias, el escenario podría ser más contundente. En este sentido, productores de naranjas y mandarinas del litoral argentino consultados por Infobae aseguraron que la oferta se retraerá durante este año como consecuencia de la caída de la producción, lo cual podría traer consigo una suba de precios de los productos.
Elvio Calgaro, productor citrícola de la zona entrerriana de Chajarí y referente de la Federación Agraria Argentina (FAA) en la zona. “Hace falta normalizar las lluvias. Es el segundo año consecutivo con sequía. Tenemos temperaturas de 37 grados y las últimas tormentas pasaron de largo. Por ello, las expectativas de rendimiento para la próxima zafra de citrus dulces son malas en Entre Ríos. Solamente contamos con un 30% de riego, y el 70% restante las plantas están muy deterioradas y sufren estrés por falta de agua. Esto va a complicar mucho la calidad de la fruta, y sobre todo el tamaño para la próxima zafra. Fruta va a haber, pero habrá menos rendimiento, menos tamaño y entrará más fruta en el cajón”.
A todo esto, el Director Ejecutivo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Pablo Vernengo, comentó que en las producciones regionales hay mucha heterogeneidad en las diferentes explotaciones, al momento de utilizar las tecnologías que están a su alcance ante los fenómenos climáticos negativos que afectan la actividad en el campo.
“Hay productores con un cierto nivel de escala que a través del riego a presión pudieron mitigar el efecto de las heladas tardías, y hay otros que lamentablemente no lo pudieron hacer. En lo que es efecto sequía y caída de granizo, también dependen del sistema de riego ante la falta de lluvias, y nos encontramos con distritos como Misiones que fue muy castigados por el granizo. El panorama es muy complejo”, dijo Vernengo.
En el caso de la carne vacuna, la lógica es inversa. La sequía obligó a los ganaderos a desprenderse de los animales de manera anticipada, sobre ofertando el mercado y haciendo que los precios de la carne cayera en términos reales, pero con el advenimiento de las lluvias y la disponibilidad de pastos en los campos comenzaría un proceso de retención de animales, aminorando la oferta y encareciendo los precios, algo que ya está pasando en estos momentos.
Golpe a los productores
Si bien la economía sentirá los efectos de la sequía, el principal damnificado y perjudicado por esta situación es el productor. Según los últimos datos que publicó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) solamente teniendo en cuenta la producción de trigo, maíz y soja, los agricultores perderían un total de USD 10.425 millones y agregó que “considerado el efecto multiplicador del agro en el consumo de Argentina, esta caída pone en jaque el equivalente a 2,2 puntos porcentuales del PBI que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima para nuestro país en 2023″.
Esto no solo tiene como efecto un golpe a la rentabilidad del productor, sino también para el provenir de la producción. “Si un grupo importante termina golpeado, se resentirá la inversión de la próxima campaña, porque habrá menos capital para la compra de insumos, fertilizantes, semillas para la siembra de trigo. Desde ese punto de vista habrá un resentimiento del nivel de inversión en la producción”, dijo Miazzo.
A todo esto, con las lluvias que se registraron en la jornada de ayer, desde el norte de Santa Fe los productores recordaron que la problemática de la sequía continúa. Juan Cappozzolo, reconocido productor de la mencionada zona, comentó que “las lluvias son esquivas. La lógica nos dice que así nunca terminarán de sacar el barro y el agua podrida, pero a la lógica se contrapone la tozudez alimentada por la desesperación de quien observa perdido su presente y tal vez su futuro. El hombre de campo se resiste a bajar los brazos, pese a que la ayuda oficial viene lenta y a cuentagotas”.
Impacto en el interior
Y ese golpe a los productores también se traduce en una afectación de la actividad comercial de las localidades y ciudades del interior en donde viven, donde la economía depende en gran medida del campo y la agroindustria. “Cuando se habla de todo el país el agro representa el 25% del PBI, pero cuando se habla de los pueblos y ciudades del interior, estamos hablando del 90 % de la actividad económica”, marcó el economista de FADA.
“En provincias como Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos o el interior de Buenos Aires se ve mucho más el impacto de lo que se puede medir a nivel nacional y no es que repercute solo en la venta de camionetas o maquinaria agrícola, sino en la venta de ropa, gastronomía o cualquier otra actividad en esas localidades. Esta situación le pega de lleno”, finalizó Miazzo.
En lo que respecta a la zona de Entre Ríos, el Director de la Sociedad Rural Argentina por dicha provincia, Juan Diego Etchevehere, recordó que más allá de las últimas lluvias “se continúa en sequía debido a la escasa lluvia. Las pérdidas no cesan: estado Malo a Regular 90% del maíz y 70% de la soja. Las reuniones oficiales se dilatan y no hay medidas serias. El Estado retira nuestros recursos inmediatamente y sus ayudas son a cuenta gotas”.
Seguir leyendo: