La fuerte escalada del “dólar blue” en lo que va del año agigantó la brecha entre el también denominado “dólar libre” con el oficial. Esta situación golpea de lleno a la economía argentina fomentando expectativas devaluatorias constantes y atraso cambiario y, al mismo tiempo, genera fuertes distorsiones tanto en el sector como en los mercados agropecuarios, que van desde aumento en los costos de producción hasta condicionar las decisiones de venta de los productores.
Desde que comenzó el año 2023 el “dólar blue” pasó de valer $345 a $376, lo que significó un incrementó de 9%, equivalentes a $31. En el caso de los dólares bursátiles, que siguieron al “blue”, pero no copiaron proporcionalmente su suba, el aumento en el caso del MEP fue de $26 (de $331 a 357), mientras el CCL pasó de 339,23 a 361,47 pesos. Si bien la decisión del Gobierno nacional de recomprar deuda soberana por US$ 1.000 millones detuvo la escalada, el retroceso del dólar “libre” fue mínimo.
Para el economista jefe de la Fundación Agropecuaria por el Desarrollo de Argentina (FADA), David Miazzo, uno de los grandes responsables del aumento de la diferencia entre los diferentes tipos de cambio fue la falta de lluvias que está generando un desastre productivo en el campo argentino. “La sequía y el temor por la falta de dólares por esta situación alimenta la brecha, hace que crezca”, aseguró. Según explicó el especialista, la brecha cambiaria “está determinada por la relación entre los dólares que tiene el Banco Central (BCRA) y los dólares que puedan ingresar por exportaciones menos los que pueden salir por importaciones versus la cantidad de pesos que debe el BCRA más los que puede emitir. Mientras menos dólares se espera que ingresen, mayor se hace la brecha”.
Miazzo detalló que el aumento en la diferencia entro los diferentes tipos de cambio afecta al sector por dos “vías centrales” diferentes: en el aumento de los costos de producción y en la decisión de venta del productor. En el primer caso, puntualizó que dicho incremento recae sobre “los productos importados (insumos) que están en falta, porque todo eso se referencia de manera indirecta a los tipos de cambio libres”.
“Entonces, si ese producto está en falta y por esa razón vale más de lo que debería y los dólares libres suben, es posible que estos productos sigan ese valor”, al mismo tiempo que sostuvo que una mayor brecha “incentiva las importaciones” por hacerse éstas al tipo de cambio oficial, lo que genera la “necesidad que tiene el Gobierno de ponerle restricciones a las compras en el exterior y esto golpea al productor”.
Decisión de venta
La otra vía mencionada por Miazzo responde a la decisión de venta de los productores. “Mientras mayor es la brecha, menos incentivo tiene el productor para vender, sino que espera, porque está diferencia entre los valores hace que exista una alta expectativa de que haya una devaluación del tipo de cambio oficial tarde o temprano y eso lo espera el mercado”, afirmó. El efecto es “un retraso de las ventas, algo que siempre jugó, pero hay que ver qué puede suceder con una cosecha mucho menor donde el productor una parte importante va a tener que vender para cubrir los compromisos y es probable que no le sobre tanto”.
En la misma línea, el responsable del Departamento de Análisis de Mercados de la corredora Grassi, Ariel Tejera, sostuvo que “las distorsiones en los mercados cambiarios condicionan las decisiones de los productores. Por ejemplo, en materia de comercialización, este fenómeno se puso muy de manifiesto con la primera versión del dólar soja”.
“Hacia agosto, el ritmo de ventas se mostraba retraído. En este contexto, la implementación de un tipo de cambio diferencial para la soja, que implicó un derrumbe de la brecha respecto al dólar MEP, o, visto de otro modo, una mejoría significativa en el precio de la soja en términos de “dólar billete”, generó un importante incentivo para venta de mercadería”, marcó.
Vivir con la brecha
Para el director de la consultora Zorraquín + Meneses, Teo Zorraquín, “la brecha ya está instalada. Hace daño pero ya está instalada y el problema no es solo ese, sino también lo son las retenciones, las restricciones a las exportaciones, y demás cuestiones y todo ese combo genera un desestimulo a las inversiones”
Más allá del cúmulo de cuestiones nombradas por Zorraquín, en sí entiende que la brecha cambiaria, hoy exacerbada más por la escalada del blue, “genera un daño en sí mismo y otro por las distorsiones. El primero es que hay un tipo de cambio de $180 por dólar para vender el grano, pero hay muchos insumos, que si bien están a ese tipo de cambio, valen el doble en dólares. Hoy se pagan insumos como el glifosato que valía US$ 4, hoy sale US$ 9, la urea que valía US$ 400 hoy es US$ 800. Entonces, se están pagando los insumos como si fuera dólar libre y los granos a dólar oficial y esa es la distorsión de la brecha”.
Así, ele especialista concluyó que “si a ese marco se le agrega la sequía, que en una gran región del país va a arrojar rendimientos muy bajos y en algunos casos nulos, todos esos dólares que van a faltar van a generar poco aliciente para estimular inversiones. El negocio sigue, el sector va a continuar, pero cuidando mucho más la caja”.
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