La comercialización de granos por parte de los productores siempre es un tema que atrae la atención de los gobiernos de turno, sobre todo en épocas donde escasean los dólares.
Tanto que el Gobierno anunciará un nuevo esquema con el que pretende recaudar USD 3.000 millones extra: el llamado “dólar soja 2″, luego de una primera edición, en septiembre, con el que sumó USD 5.000 millones a las reservas.
Pero, ¿dónde está la cosecha que no se liquidó aún?
Los productores de soja no vendieron poco más del 25% del volumen total de la cosecha equivalentes a 11,1 millones de toneladas
Si bien nunca los agricultores venden la totalidad de la cosecha y siempre queda un remanente de la cosecha anterior por negociarse, este ciclo comercial se caracterizó por mostrar retrasos de variada magnitud en la comercialización del poroto respecto a campañas pasadas.
Según un trabajo realizado por la consultora AZ Group para Infobae, a la fecha se llevan comercializadas 31,9 millones de toneladas de soja de una producción 2021/22 de 43 millones de toneladas. Esto significa que todavía los productores no vendieron poco más del 25% del volumen total de la cosecha equivalentes a 11,1 millones de toneladas. Asimismo, si se toma en cuenta el promedio de las últimas cinco campañas, se puede verificar un retraso del 13% en las ventas.
Cabe mencionar que a mediados de julio y agosto la comercialización de soja llegó a ubicarse más de 20 puntos porcentuales por debajo del volumen negociado la campaña anterior, lo que significó una alta retención de mercadería por parte del productor. Esta diferencia se acortó cuando el Gobierno nacional decidió establecer un tipo de cambio diferencial para el complejo sojero de 200 pesos por dólar solo por septiembre, conocido comúnmente como dólar soja, que incentivó la venta de más de 14 millones de toneladas.
En el caso del maíz, el volumen pendiente por negociar alcanza las 9,4 millones de toneladas, que teniendo en cuenta una producción de 51 millones de toneladas en el ciclo 2021/22, según estimaciones de la consultora, representa el 18,4% de lo cosechado. Si bien este tonelaje vendido se posiciona por detrás de las 44,4 millones de toneladas comercializadas a la misma fecha del año pasado, “se ubica un 20% por encima del promedio de los últimos 5 años a este momento”, indicó la analista de mercado de AZ Group, Sofía Ganly.
Ahora bien, más allá de los granos que todavía no fueron comercializados, la pregunta que vale hacerse es por qué el productor decide retener una parte importante de la cosecha. Para Ganly, los productores conservan su mercadería “para hacer frente a las obligaciones de pago mensuales y como resguardo ante el fracaso de la cosecha de trigo y el riesgo de que el clima también afecte la producción de soja 2022/23″.
En este sentido, la especialista puntualizó que “la demora en la comercialización, en especial de la soja, obedece a varios factores: el más conocido es que conservar un stock que cotiza en dólares permite hacer frente a los gastos corrientes de las empresas a lo largo del año, como salarios, impuestos, combustibles y alquileres, mientras que un segundo factor se refiere a la conocida condición del grano como refugio de valor ante la inflación y la incertidumbre económica y política vigente, que se proyecta hacia los próximos meses”.
“El tercer factor, que posiblemente más influye este año, es el temor a no cosechar soja u obtener rindes muy malos en la campaña 2022/23 por motivos climáticos, de la misma forma que pasó con el trigo y la cebada. Hay mucha preocupación entre los productores por la siembra de soja más atrasada de los últimos 20 años, ante lo cual no venden lo poco que les queda de la campaña 2021/22″, dijo Ganly a Infobae, cuestión por la cual “la comercialización se demora hasta tener mayor certidumbre sobre la evolución de la campaña de granos gruesos 2022/23, ante lo cual deciden quedarse con grano para hacer frente a los costos del actual ciclo, que aumentaron 50-60% respecto del año anterior”.
Brecha, sequía e incertidumbre
Para el analista de mercados de la corredora Grassi, Juan Manuel Uberti, las razones por la cuales los productores prefieren no comercializar parte de sus tenencias responde a cuestiones de desequilibrio macroeconómico e incertidumbre climática. Si bien los cálculos de la mercadería en poder de los agricultores difiere en un mínimo con lo estipulado por AZ Group (todavía restan comercializarse 11,4 millones de toneladas de soja y 10,3 millones de la campaña pasada), los porcentajes de retención son idénticos, al mismo tiempo que sostuvo que “lo negociado a esta altura del año se mantiene más o menos en línea al comportamiento normal”.
Según apuntó Uberti, uno de los grandes factores que explica el actual ritmo de ventas es la brecha cambiaria que “se mantiene entre el tipo de cambio oficial y los alternativos. Por lo tanto, es lógico pensar que el gobierno se defina por un incentivo vinculado a un mejor tipo de cambio, para alentar ventas del productor al recibir un mejor precio en moneda local y generar ingreso de divisas vía exportaciones. En este sentido, los productores se mantienen expectantes a nuevas medidas oficiales e incentivos”.
Por otra parte, el contexto de sequía y atraso en la siembra de la nueva campaña de maíz y soja “propone un escenario de incertidumbre y dificultades para el productor”, dijo Uberti. Así, “esto puede ser un incentivo para guardarse más mercadería del ciclo actual a modo de ahorro o reserva en casos de contingencias para el año que viene. Esto es algo que ya está de manifiesto para el caso del trigo, por lo cual, muchos van a tener que recurrir a ventas de soja o maíz para atender necesidades financieras que hubieran sido cubiertas con ventas de trigo”.
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