Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), objetó fuertemente la efectividad del Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA) tras considerar que este mecanismo puesto en vigencia por la administración de Alberto Fernández, con el obletivo de subsidiar el precio de la harina para generar una baja en el valor final del pan. “No buscó ganadores empresarios, sino estabilidad en el precio del pan y que ganara el consumidor. Y está claro que esto no se logró”, dijo el dirigente.
Por ello, desde la entidad, se pidió la eliminación del FETA promovido por cuatro diferentes funcionarios a cargo de la Secretaría de Comercio Interior en los últimos siete meses, que solamente lograron sumar la adhesión de una veintena de molinos harineros sobre un total de 150 que operan en el mercado. También se mencionó que hay un severo incumplimiento en las obligaciones del Estado para abonar los subsidios acordados con los molinos adherentes al sistema.
Desde el sector privado se habla de “fracaso” oficial para definir la actuación del FETA, ya que el balance en siete meses de vigencia exhibe que el valor del trigo aumentó un 19% en el mercado local, mientras que la harina de trigo presentó un ajuste del 22% y el precio del pan pagado por los consumidores tuvo un alza del 63%. A continuación la entrevista realizada por Infobae a Diego Cifarelli:
- ¿Cuál es el balance de los molinos harineros tras promover un fideicomiso para sostener el precio doméstico del pan?
- Recordemos que hay dos fideicomisos. Uno privado sobre la harina de kilo que funcionó perfecto, y llegó al consumidor nacional. Luego tenemos el actual, que podemos llamar público, que lamentablemente pese a los esfuerzos realizados por los distintos secretarios de Comercio, y sus equipos técnicos, por intentar que diera el resultado buscado, que era contener el precio del pan, los números muestran claramente lo que siempre hemos dicho: la harina y el trigo no forman el precio del pan. Si esto fuera así, el pan no debería haber modificado su precio y en la realidad aumentó un 63% en siete meses de vigencia del fideicomiso. Esto mientras que el trigo aumentó 19% y la harina un 22%. A las buenas intenciones de los funcionarios las barre la realidad de la suba de costos.
- ¿Por qué se sumaron tan pocas empresas al fideicomiso?
- Hay dos puntos importantes. Primero, los molinos veníamos muy golpeados por las anteriores experiencias, donde el Estado propició un sistema de compensación que no fueron cobradas por las empresas del sector. Por ello, de nuevo ser acreedor del Estado daba mucho temor. En segundo lugar, conocemos a la perfección el impacto mínimo que tiene la harina de trigo sobre el precio final del pan. Por ende, el resultado del modelo propuesto por los funcionarios era previsible que no contara con una adhesión masiva. Algunos secretarios de Comercio que pasaron me reconocieron personalmente esto y que si la adhesión de los molinos no era masiva, era inviable que prosperara la propuesta.
- Pese a ello, algunas empresas adhirieron al fideicomiso.
- Por distintos motivos, adhirieron cerca de 20 empresas, de las cuales una decena eran mini productoras de harina, sobre un total de 154 que operan en el mercado. El número es bajísimo. Actualmente en el mercado el valor de la harina que circula en su gran mayoría es el valor de la bolsa no subsidiada, por ende, el precio del pan está determinado hoy por hoy por la harina sin subsidio. Es por eso, que está a la vista que veinte molinos no pueden abastecer a 3.600 panaderías.
- ¿Se puede hablar de fracaso en las medidas adoptadas?
- La Federación rechazó esta herramienta aunque se dejaba a que cada empresario quedaba libre para tomar la decisión que creyera más acertada para su empresa. Fue acertada la decisión de la FAIM, pero con tantos cambios en la Secretaría de Comercio, el fideicomiso adoptado no pudo cumplir mínimamente con las expectativas generadas desde el Estado. Desde su implementación, hubo y hay atrasos en el pago de los subsidios. Más allá de la buena voluntad oficial, los molinos que están dentro del fideicomiso aún hoy lo sufren. Sin duda, si hubieran ingresado el grueso de los molinos, las empresas chicas probablemente hubieran tenido que cerrar por no poder resistir el atraso en el cobro. Hay que tener en cuenta que el subsidio debía financiar el 50% del costo industrial. Allí tenemos una tormenta perfecta ya que el precio de la harina subsidiada no refleja el costo de producción con un trigo que tiene como referencia el valor del FAS Teórico que refleja el precio real del grano en el mercado.
- Frente a este panorama, ¿qué actitud tomaron?
- La Federación Molinera, por mayoría de sus autoridades, pidió oficialmente a la Secretaría de Comercio la extinción del modelo y la salida de los molinos harineros del FETA, ya que, reitero, no funciona para el consumidor. Más allá de esto, esta decisión deberá refrendada por la asamblea extraordinaria de la FAIM que se celebrará en los próximos días. Entendemos el problema de la inflación y la situación social que vive la Argentina. Jamás nos hemos sacado de encima la responsabilidad que tenemos como empresarios que fabricamos un alimento sensible para la canasta básica. Pero está claro que si no llega al consumidor semejante esfuerzo, claramente no sirve, y será un fracaso. Por ello hemos presentado a Comercio propuestas como crear un esquema segmentado, dividido por consumo.
- En algún momento se habló de falta de transparencia o de beneficios que llegaban a una empresa sobre otra. ¿Fue así?
- Eso no me consta. En todo lo que me tocó participar jamás observé alguna tendencia ni comentario que me hiciera observar alguna situación poco transparente. Las especialidades que figuran en el listado, son las que maneja el mercado. Es decir, más de 100 molinos. El modelo no busca ganadores empresarios, busca estabilidad en el precio del pan y que el ganador sea el consumidor, y está claro que no se logró. Si las políticas públicas no llegan a los consumidores, podemos considerar que han fracasado.
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