La realización de actividades ganaderas sobre sistemas de ecobosques cobra fuerza. Permite recrear esquemas de pastoreo para los rodeos vacunos donde se cumple con demandas que tiene actualmente el consumidor tanto local como internacional. Así se logra una deseada certificación de bienestar animal para su carne y mitigar los gases de efecto invernadero que se le atribuye a la ganadería.
Con estos objetivos empresas agropecuarias se reúnen en un proyecto liderado por la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (Aapresid), las que apuntan a la integración foresto-ganadera con cero huella de carbono en el norte de la provincia de Santa Fe. Hay que tener en cuenta allí que los sistemas silvopastoriles “desbordan de beneficios” y se posicionan como una alternativa productiva, socioeconómica y ambientalmente sustentable para diversificar el negocio y generar carne carbono neutro.
Los cambios en el consumo de alimentos están motivados por el cambio climático, la huella ambiental y social. En respuesta a esas demandas, surgen iniciativas como la que ofrece la Chacra Aapresid de Agregado de Valor en Origen (AVO), conformada por empresas del Agro interesadas en desarrollar alternativas de negocio con “triple impacto” –es decir social, económico y ambiental -, buscando diversificar riesgos, mejorar los resultados y agregar valor a través de la bioeconomía.
En esta línea, Ecobosques Ganaderos es uno de los proyectos estrella de la Chacra y se trata de un bionegocio que promueve la integración foresto-ganadera para lograr carne ecológica certificada y con balance neutro de C, madera de calidad y biomasa energética. El mismo busca desarrollarse en el norte santafesino, donde además de abundar los campos de aptitud ganadera y forestal, existe un polo de servicios e industrias relacionadas a la madera de amplio desarrollo. Para el sector pecuario, los sistemas silvopastoriles son una herramienta valiosa para el mejoramiento de los servicios ecosistémicos y la rehabilitación ambiental de paisajes ganaderos.
Jorge Gamabale, uno de los promotores del proyecto, explicó a Infobae que “por el lado del balance de carbono, estos sistemas perennes pueden no sólo ser carbono neutro - al compensar emisiones a partir del secuestro fotosintético de dióxido de carbono (CO2) de las plantas -, sino carbono positivos, es decir, capaces de aportar a la descarbonización de la atmósfera y a la lucha contra el cambio climático”. Estas virtudes están medidas por ensayos locales realizados por la Chacra, que ajustan modelos existentes para calcular el balance de C en sistemas argentinos. “Hablamos de capturas de 35 tn CO2eq/ha/año”, precisó Gamabale.
Además agregó que “para lograrlo, es indispensable desde lo técnico no solo un minucioso diseño del sistema sino extremar cuidados en sus dos primeros años”. El rodal inicia con una densidad inicial de 600 árboles/ha (que más adelante se reduce), que deja lugar a callejones de pasturas de 10 m cada 2 pares de líneas de árboles. Las intervenciones oportunas de poda y raleo son cruciales para el correcto crecimiento de herbáceas y árboles. Estos bosques cultivados no solo aportan biodiversidad y servicios ecosistémicos, sino que además serán uno de focos de captura de CO2. La especie elegida es inicialmente Eucalyptus spp., cuya madera tendrá como destino a aserradero.
En cuanto a la ganadería, “las pasturas elegidas son de Gramma rhodes+melilotus y serán manejadas con pastoreo regenerativo para sostener una invernada liviana (300 kg) y al mismo tiempo maximizar la captura de C del sistema”, comentó el referente. La idea es ingresar con terneros (Brangus - Braford) de 160-180 kg a partir del 2º año de la forestación.
Certificación carne carbono neutro y bonos de carbono
En vistas de diferenciar y posicionar esa carne carbono neutro, existen certificaciones específicas como el sello brasilero Meat Neutral Carbon (CCN) de Embrapa, que ya opera con empresas argentinas. “En otros países el valor de la carne puede ascender hasta el doble solamente por tener certificación carbono neutro”, precisó Mayco Mansilla, líder técnico del proyecto.
También analizan la posibilidad de ingresar al Mercado de Bonos de Carbono, que si bien es incipiente en nuestro país, “mundialmente crece a ritmo exponencial y podría significar importantes beneficios”. Para pagar la fuerte inversión inicial que implica el proyecto, la Chacra apuesta al asociativismo para escalar en volumen y competitividad. Durante los primeros años, donde gran parte del capital está inmovilizado, apuestan a obtener ingresos anuales a partir de la venta de biomasa “energética” extraída de podas y raleos de los árboles y la venta de animales, que funcionan como “caja chica”.
Por último, al ser una actividad intensiva, demanda arraigo, personal fijo y mano de obra especializada para las tareas ganaderas y forestales. El involucramiento de la comunidad salta las tranqueras e incluye trabajadores vinculados a las diferentes cadenas: aserraderos, frigoríficos, fábricas de muebles y servicios asociados. “Ahí es donde está el impacto sobre el desarrollo económico local en torno a la iniciativa”, subrayan desde Aapredid, cuyos integrantes recordaron que el proyecto es modular y abierto, y los interesados pueden contactarse con la entidad.
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