La próxima primavera estará signada por un clima seco y la falta de agua en las principales zonas agrícolas del país. Los modelos climáticos ya prevén qen un 79% la probabilidad de que se produzca nuevamente un ciclo seco característico de “La Niña”, con un alto nivel de probabilidades al menos hasta enero y febrero de 2023. De esta manera se consolidará la tercera campaña agrícola consecutiva que sufrirá una sequía, y ya se descuenta su efecto negativo sobre la agricultura, la ganadería y las economías regionales.
A todo esto, un informe elaborado por Coninagro, reflejó el impacto de esta problemática en las diferentes producciones regionales del país, como es el caso de la yerba mate, con pérdida de plantas, caída de hojas y menor producción. Se trata de actividades que desde hace tiempo vienen atravesando serios problemas de competitividad.
Al respecto, Orlando Stvass, presidente de la Federación de Cooperativas de Corrientes y referente de CONINAGRO, aseguró que “en los yerbales de Corrientes padecimos el efecto de la sequía más fuerte en el verano hasta febrero, recién a fines de ese mes comenzó la lluvia y tuvimos un buen régimen a partir de febrero hasta la fecha. Pero con la sequía anterior la pérdida fue muy importante en el noreste correntino y sur de Misiones. Hoy estamos a punto de terminar la zafra y tenemos una pérdida del 25 al 30% de la producción total de yerba mate”.
Además, el productor sostuvo que “por consecuencia de la sequía hemos perdido plantaciones nuevas que debieron ser repuestas a un costo muy alto. También hubo mortandad de plantas que nos llevaron a una merma productiva en nuestra zona. En Misiones hubo más lluvias y tal vez pudieron recuperarse mejor. En el invierno tuvimos un régimen más regular y eso nos dio un poco de aire fresco, pero debemos esperar 4 o 5 años para que los ciclos vuelvan a entrar en producción, siempre y cuando la primavera y verano vengan bien sin efecto niña otra vez”.
Por el lado de la Patagonia argentina, Sergio Riskin, presidente de Primera Cooperativa Frutícola y productor de peras y manzanas, afirmó que la región norte de la mencionada zona del país, viene sufriendo una severa sequía, aunque algo se ha aliviado este año por nevadas registradas en la cordillera, pero las lluvias siguen siendo insuficientes. Los bajos caudales de los ríos algo van a aumentar, el riego en las zonas frutícolas para la temporada que se inicia está asegurado pero el bajo nivel que registran los lagos de las represas hidroeléctricas llevará años recuperarlo.
También en la ganadería se sentirá el impacto de la sequía, Georges Breitschmitt, consejero de Coninagro y productor ganadero en la ciudad bonaerense de Rojas, comentó: “El panorama en la zona norte de la provincia de Buenos Aires es complicado. El estrés hídrico empieza a comprometer el trigo y la cebada. Ya se observan cultivos con color amarillo y no se descarta que las pérdidas puedan ser importantes. Desde las cooperativas estamos informando e intentando asesorar al productor, sugiriendo que tome medidas preventivas a modo de coberturas a nivel mercado, es decir en caso de que la cosecha no sea la esperada, y promoviendo charlas de análisis climático que permitan minimizar el riesgo para encarar la cosecha gruesa de soja y maíz fundamentalmente”.
Otros casos
El Instituto de Clima y Agua del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ya advirtió que las lluvias serán inferiores a las normales durante el trimestre septiembre-noviembre en regiones como la de Cuyo, Patagonia, Noreste Argentino, y provincias como Santa Fe, Santiago del Estero, Buenos Aires, La Pampa, y también en áreas del centro y este de Córdoba. Allí a la merma esperada en las precipitaciones también se producirá un incremento en las temperaturas medias durante el trimestre: las mismas serán superiores a lo normal sobre la mayor parte del territorio argentino.
El impacto de la seca le pegará de lleno a las zonas trigueras. En ese sentido, la Bolsa de Comercio de Rosario estimó que la superficie sembrada con trigo será de 5,9 millones de hectáreas para la campaña 2022-23, cifra que será un millón de hectáreas menos que en la campaña 21/22. Asimismo, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires se muestra menos pesimista, aunque también admite que la sequía tendrá su efecto: plantea una proyección de 6,1 millones de hectáreas cubiertas con trigo para el ciclo 22-23, con unas 600 mil hectáreas menos que su proyección de la campaña 21/22.
A todo esto, la Bolsa de Rosario estimó una caída de 420 mil hectáreas en la siembra de maíz, pasando de 8,42 millones de hectáreas en la campaña 21-22 a 8 millones en el ciclo 22-23. Para el caso de la soja, como se requiere menos agua en superficie y aporte tecnológico en fertilizantes (cuyo precio se incrementó mucho) se constató un aumento del área de cultivo de unas 700 mil hectáreas, pasando de 16,1 a 18,8 millones de hectáreas.
Por último, en un escenario de sequía y costos altos, es probable que los productores disminuyan el uso de insumos, principalmente fertilizantes. Esto refleja un informe de CREA que revela que un 29% de las empresas planean disminuir el uso de fertilizantes. Según los especialistas, los cultivos llegarán al periodo de siembra con menor poder de compra respecto a la campaña pasada. Para comprar una tonelada de urea se necesitan en agosto de 2022 se requerían 4,5 toneladas de maíz FAS, mientras que en agosto de 2021 se necesitaban 3,2 toneladas. Así el valor de la urea respecto a la tonelada de maíz se encareció en un 40% en el último año.
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