La campaña agrícola 2021/22 no comenzó de la mejor manera: una severa sequía y olas de calor impactaron de lleno sobre la soja y el maíz repercutiendo en los rendimientos de los cultivos e impidiendo que se alcancen los récords productivos que se pronosticaron a principio de ciclo. Lamentablemente para los agricultores, la cosecha de granos gruesos hoy se ve signada por serias dificultades que, de no resolverse a tiempo, puede poner en severos problemas las labores de recolección.
Un peligroso combo va tomando forma y a medida que pasan los días parece tener cada vez más fuerza. Con un avance de la cosecha del 14% en soja y del 19% en maíz, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), la recolección se ve condicionada por cuestiones climáticas adversas, como las heladas tempranas, los faltantes de gasoil, una incertidumbre política y económica cada vez más acuciante, un enfrentamiento abierto entre el Gobierno y el campo y nuevos recortes en las estimaciones productivas. A esto hay que descontarle el paro de transportistas de granos, que fue levantado hace poco más de 24 horas.
“Se está trabajando con las reservas que había en los campos, o con lo que tenían los maquinistas en sus cisternas” (De Raedemaeker)
El panorama es complicado sobre todo si la falta de gasoil continúa. Hoy, es el problema más urgente a resolver ya que la disponibilidad del combustible marcará el desenvolvimiento de la cosecha, el evento económico más importante del país. Es por eso que el sector se encuentra en vilo esperando una resolución de los faltantes: a pesar de que el Gobierno repiten que está garantizado el combustible para la cosecha, todavía no se normalizó, dicen en el campo.
Es por eso que desde las entidades agropecuarias existe una gran preocupación. En diálogo con Infobae, el vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Gabriel De Raedemaeker, advirtió que “la cuestión del gasoil esta complicadísima” y avizora que de no solucionarse el tema en el corto plazo, las consecuencias podrían ser “gravísimas” para la producción.
“Se está trabajando con las reservas que había en los campos, o con lo que tenían los maquinistas en sus cisternas. La reposición que hay es de muy pocos litros, de 15 o 20 como para poder agregarle a la camioneta. Pero el consumo de un equipo de cosecha a diario es de mil litros y las cisternas, en el mejor de los casos, tienen una capacidad de 5.000 litros. Es por eso que el tema en 2 o 3 días más va a ser gravísimo”, sentenció De Raedemaeker.
En el mismo sentido se expresó el dirigente de la Cámara Bonaerense de Contratistas Rurales (CBCR), Walter Barni, “se está dando una situación complicada, con mucho sobreprecio. En algunas estaciones de servicio venden el litro a 170 pesos. Trabajando normalmente se necesitan entre 700 y 800 litros al día y si uno no cuenta con esa cantidad de gasoil no se puede trabajar”.
Ante los faltantes en algunos puntos del país o la entrega racionada, “los trabajos de cosecha se retrasan, porque a veces se tiene que parar. Hoy conseguís mil litros y mañana nada. Estamos corriendo para todos lados buscando combustible. La cosecha está en un 30% en la zona recién, con todo por delante. Para los que arrancamos con stock en los tanques se hizo un poco más fácil, pero se nos está acabando y se hace todo difícil. Esta cosecha está complicada”, indicó Barni.
Enfrentamiento
Si bien el tema del gasoil parece una problemática de difícil resolución, lo que parece imposible de mejorar es la relación del Gobierno nacional con el campo. La suba de las retenciones a la harina y aceite de soja a pocos días de comenzar la cosecha terminó de dinamitar el mínimo de expectativas de poder recomponer el relacionamiento entre ambos, mientras que el secretario de Comercio, Roberto Feletti, y el ministro de Economía, Martín Guzmán sumaron más leña al fuego: el primero acusando al sector de especulador y pidiendo abiertamente mayores retenciones, y el segundo hablando de “redistribuir la renta inesperada”.
Ante tales situaciones, diferentes actores del sector agropecuario tomaron caminos distintos para intentar torcer las intenciones del oficialismo. Por un lado, la Mesa de Enlace decidió jugar sus fichas en el Congreso, reuniéndose con legisladores de las diferentes fuerzas para que traten en el Parlamento la cuestión de las retenciones. Pero los denominados “productores autoconvocados” decidieron llevar la protesta a la ciudad, y organizaron un tractorazo para el 23 de abril a Buenos Aires, de la cual Confederaciones Rurales Argentinas, Coninagro y Federación Agraria no participarán como entidades, lo que despertó enojos dentro del sector.
El vicepresidente de CRA consideró que hoy “el sector está bajo un permanente clima de amenazas por parte del Gobierno, que para el productor se traduce en que es una administración totalmente antagónica a la producción, que solo ve en él una caja de recursos fiscales rápidos y fáciles y a la corta esas amenazas se transforman en realidades y se vuelven perjudiciales para la toma de decisiones. Esta tensión que hay genera enorme incertidumbre y desalienta la producción, llevándolo a un esquema productivo netamente a la defensiva, alejándose de un posible escenario de incremento en la producción”.
Respecto al tractorazo de los autoconvocados y de las rurales del interior a Buenos Aires, Gabriel De Raedemaeker previó que será “muy importante”, más allá de que CRA no participe. Para el dirigente “será un grito, una alerta para el Gobierno, que seguramente lo va desoír porque lo único que le importa es recaudar y ya tiene una guerra formalmente declarada (con el sector). Ellos no nos van a lograr seducir y no les va a interesar agradarnos. No veo más que un aumento del escenario de conflictos, ya hasta que este gobierno termine”.
Clima
Como se dijo anteriormente, el clima no necesariamente fue un aliado en esta campaña, si no todo lo contrario: la fuerte sequía y olas de calor largas e impiadosas golpearon de lleno a los cultivos afectando severamente sus rindes, sobre todo a los planteos tempranos de maíz y soja. Y esos embates del clima todavía parecen continuar, ya no por las altas temperaturas, sino por las bajas. Hasta el momento, cuánto se cosechará con exactitud es todo un misterio.
Las lluvias que acontecieron semanas atrás permitieron un mejoramiento en el estado de los cultivos de segunda o tardíos, que en la actualidad representan la mayor parte de la superficie implantada. De hecho, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) había elevado la estimación de producción en 800.000 toneladas en soja. A poco de que las cosechadoras comiencen a trabajar sobre estos planteos, las bajas temperaturas de los últimas días provocaron heladas tempranas, lo que llevó a la misma BCR a reducir la previsión de trilla en la oleaginosa en 500.000 toneladas.
“Las primeras heladas se dan más adelante en el calendario, cuando los cultivos están cosechados o por cosecharse. Además, en esta campaña se sembraron lotes más tarde de lo normal debido a cuestiones climáticas, luego del 15 de diciembre y en casos extremos en enero. Ahí la helada pegó de lleno”, explican los ingenieros de la BCR. Así, en solo una semana, la previsión de cosecha pasó de 13,2 a 12,7 millones de toneladas para la zona núcleo.
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