La importación en alza de carne de cerdo, con exceso de envíos desde Brasil, no baja el precio de estos productos en góndola y además quiebra la ecuación que mueve la rueda del negocio que encaran los productores porcinos locales. De no frenar esta tónica importadora, que se mantiene de modo creciente desde el 2020, provocará el cierre de establecimientos productores de cerdos en el país, y el primer golpe será para los más pequeños, ya que el abaratamiento de la carne brasileña plancha los valores locales.
Así lo indicó un informe difundido por la consultora JLU, a cargo del ingeniero en zootecnia Juan Luis Uccelli, quien indicó además que “el exceso actual de producción de carne de cerdo de Brasil no solo afecta a su propio mercado con una caída impresionante del valor que se paga el capón vivo, sino están ahogando a los países de la región con ofertas a precios irrisorios, pasando sus problemas como vasos comunicantes”. Según consignó el especialista, entre lo que pierde con la importación de carne procedente de Brasil es “el 78,4% de mano de obra del sector” primario local.
En su informe, Uccelli consignó que también “pierde el consumidor en la Argentina porque el precio que paga no baja y le venden un producto congelado como si fuera fresco, engañándolo”. También se indicó que la compra de carne de cerdo en el exterior provoca que se “expulsen divisas que se necesitan en productos que no se necesitan: solo ganan un grupo de más de 25 importadores que hacen grosera diferencia y reviven la famosa bicicleta, no financiera, sino importadora” de este tipo de productos que afectan al mercado doméstico.
“Hay posibilidades del actual Gobierno de tomar medidas de coyuntura que alivien el problema actual e impidan que el mismo se agrave. En el país que necesita desarrollar mano de obra, castigamos a los que la generan y beneficiamos a los que no la componen”, agregó Uccelli.
Mercado interno
Hoy el consumo anual per cápita de carne de cerdo ronda casi los 21 kilos. Esta demanda posibilitó que en los últimos años fuera creciendo de modo proporcional también la producción local. “De no haber generado dicho crecimiento –consignó la consultora JLU-, la participación de la importación no solo sería muchísimo más alta sino hubiera condicionado todo el crecimiento que se realizó”.
El 78,4% de la mano de obra vinculada al sector porcino corresponde no solo a la producción pecuaria, sino también a la faena y el desposte o al trabajo que hacen los matarifes. Para la cadena de valor porcina, la rentabilidad que puede reportar el negocio con la carne de cerdo hoy radica en la promoción y venta de “pocos cortes principales y a precios muy bajos”, gestados también a partir del arribo de carne de Brasil donde “tiene una situación extremadamente complicada y muchos excedentes de carne porcina”.
En el ámbito local, los cinco cortes porcinos que llegan desde Brasil representan hoy el 76,5% del valor de la media res. Un caso sorprendente es el de la bondiola, que se trae exclusivamente para el mercado fresco, aunque llega congelada y es descongelada para venderla en fresco: el precio del mercado local mayorista varía entre los $520 a $550 el kilo y la importada, ya nacionalizada, cuesta entre $310 a $330. Pero los importadores no la venden a ese precio, la ofertan entre $480 a $510, haciendo una diferencia por kilo promedio $175 por kilo, que por contenedor representa una pobre ganancia de $4.300.000.
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