La crisis económica que atraviesa Argentina hace ya varios años no golpea solamente en aquellos hábitos de consumo que, con el paso del tiempo, uno podría pensar como caros, como sucedió con la carne vacuna, sino que afecta a otros clásicos, no propios de la gastronomía argentina, sino a nivel mundial. Tal es el caso de la manzana, cuyo consumo interno per cápita cayó a sus valores mínimos en 60 años.
Así lo afirma un informe del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). Según el organismo, el año pasado cerró con un consumo per cápita de 5,6 kilos al año, el volumen más bajo desde que se tienen registros a comienzos de los años 60. Lo cierto es que la cantidad que consumen los argentinos viene en un camino descendente bastante marcado, por lo menos desde 2001, cuando se consumían 7,3 kilos.
Pero no solamente el consumo desciende a nivel local, sino que los valores de ingesta de los argentinos se ubican cómodamente por debajo de los del mundo. Así, por ejemplo, nos posicionamos detrás de Chile, que consume 6,8 kilos per cápita al año o de Brasil, con 5,9 kilos. Lejos estamos de países como Polonia, con 59,1 kilos, Turquía, con 48,3 kilos o China, con 27,6 kilos, según marcó un informe realizado por el diario de Río Negro.
El año pasado cerró con un consumo per cápita de 5,6 kilos al año, el volumen más bajo desde que se tienen registros a comienzos de los años 60
Parte de la baja está explicada por la caída en la producción y la consecuente merma en los envíos al mercado interno. Según datos oficiales, durante 2021 se cosecharon 497.600 toneladas de manzanas, de las cuales 259.800 toneladas tuvieron como destino el mercado interno en forma de fruta fresca, mientras que 159.600 toneladas fueron a la industria y 78.200 toneladas se exportaron.
Estos datos dicen mucho, sobre todo si se considera lo que se producía hace unos 25 años. Así, en 1996 se producían cerca de 952.000 toneladas, de las cuales 346.400 toneladas tuvieron como destino el consumo en fresco de los argentinos. O sea, no solo la producción descendió 454.000 toneladas en ese lapso, sino que también el mercado interno dejó de ser destino de casi 90.000 toneladas. Si se compara con 2020, la caída es de unas 11.000 toneladas.
En diálogo con Infobae, el presidente de la Primera Cooperativa Frutihortícola de General Roca y referente de Coninagro, Sergio Riskin, la baja puede ser explicada no solo por el factor productivo, sino también por otros motivos, como cuestiones de calidad o precio. Así, opinó que “hay gente que consume frutas pero no consigue buena calidad en el mercado interno. Tal vez, la mejor fruta en nuestro país se consigue en verdulerías o fruterías y no en supermercados. Ante la búsqueda de precios por parte de las cadenas, se compran calidades inferiores”.
Pero también ve como un motivo para la baja la cuestión de precios y de poder adquisitivo, a pesar de que lo que percibe el productor es mucho más bajo que los valores que llegan a la góndola. “Que la fruta esté cara al consumidor y el productor cobra un precio mucho más alto, no es un tema solo de Argentina, sino que pasa en el mundo. Es un tema difícil de resolver y ver en qué punto de la cadena está el aumento de precios. No es un tema que puedan resolver los productores o los consumidores. Hay una realidad que es que el precio llega alto al consumidor, y eso puede ser que haga que se consuma menos”, explicó Riskin.
Caída en la producción
Como a gran parte de las producciones agrícolas del país, el clima también le jugó una mala pasada a las manzanas, por lo que se espera una cosecha considerablemente por debajo a la de la campaña 2020/21. Así, según estimaciones privadas, se espera una merma productiva de entre el 30% y el 40%, números muy considerables, sobre todo si se tiene en cuenta que los volúmenes recolectados vienen a la baja.
“Hay una realidad que es que el precio llega alto al consumidor, y eso puede ser que haga que se consuma menos”(Riskin)
Según relató Riskin, el ciclo 2021/22 “viene con una merma importante producto de una helada que tuvimos a principios de octubre del año pasado inmediatamente después de la floración, lo que hizo que se perdiera un porcentaje considerable”. A eso se sumaron eventos con caída de granizos en ciertos puntos del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, lo que hizo que parte de la fruta que tenía como destino el consumo fresco tenga que ser destinada a la industria de jugos.
No obstante, el especialista sostuvo que esa merma no será homogénea, sino que dependerá de cómo los productores pudieron defenderse de las heladas. Según explicó, la producción tiene un sistema de defensa basado en riesgo por aspersión, que básicamente es regar durante la helada. “Algunos productores y empresas tienen estos sistemas, por lo cual tiene su producción completa, pero muchos pequeños y medianos productores que usan los sistemas de defensa convencionales han tenido muchas pérdidas, o sea, la merma del 30% es total pero no uniforme. Hay un alto número de productores que se les cayó la producción y tiene que mandarla a la industria de jugo por un precio bajo”, concluyó el cooperativista.
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