La soja, aquel cultivo que supo ser la estrella del campo argentino superando en su producción en decenas de millones de toneladas a los demás granos y creando “mares verdes” a lo largo y ancho del país hace apenas una década, hoy parece estar en plena retirada y perdiendo lugar frente a las gramíneas, que no paran de crecer desde 2015 a la fecha, tanto en superficie como en volumen.
Esta semana la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) estimó que la siembra de la oleaginosa será la más baja en 15 años, donde se implantarían 16,5 millones de hectáreas, lo cual significa una disminución de 400.000 hectáreas respecto a la campaña previa. No obstante, la producción crecería 900.000 toneladas y se ubicaría en 44 millones de toneladas, básicamente, porque se prevé que La Niña no golpeé con la misma fuerza que lo hizo el ciclo anterior.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) estimó que la siembra de la oleaginosa será la más baja en 15 años
En contraposición, se daría un incremento en el área a ocupar por parte de todos los cultivos, entre los que destaca el maíz. El cereal con destino a grano comercial alcanzaría una superficie de 7,1 millones de hectáreas, unas 500.000 hectáreas más que en el ciclo 2020/21. Si a este cálculo se le suma el maíz para uso propio forrajero, cuya previsión de área se ubica en 1,7 millones de hectáreas, la siembra culminaría con un total de 8,8 millones de hectáreas, mientras que la proyección de producción se posiciona en el récord histórico de 55 millones de toneladas, 4,5 millones por encima del ciclo anterior, cerrando así su octava campaña consecutiva de expansión.
Al respecto, Infobae consultó a diferentes especialistas del sector agropecuario para que brinden su visión respecto a este fenómeno, quienes coincidieron en que las principales razones que provoca esta contracción en la producción de la oleaginosa se debe, principalmente, a mejores márgenes brutos del maíz, producto de una relación insumo-producto en el cereal más competitiva y de una menor presión fiscal, como así también el componente climático, donde en las últimas campañas, la oleaginosa mostró una menor capacidad de resistencia ante la falta de agua.
En este sentido, el responsable del Departamento de Análisis Económico de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Matías Lestani, indicó que el peso de las retenciones, junto a variables como una mayor rentabilidad del maíz son factores que presionan para que se dé una reducción en la superficie dedicada a la soja. “El principal motivo radica en que cuando se hacía mucha más soja que maíz era porque el costo de producción de la oleaginosa era inferior al del cereal por unidad productiva”, señaló.
“Si uno mira los precios de la soja en el mercado de Chicago, la soja duplica el precio del maíz y aquí eso no ocurre” (Martín)
“Hoy la soja requiere una mayor carga de herbicidas, que recortó un poco esa brecha de inversión con el grano amarillo, por más que esta última siga siendo superior, pero la oleaginosa afectada por los derechos de exportación al 33% y con el maíz solo con 12 puntos, sumado a los valores internacionales actuales de estos commodities hacen que “la relación insumo-producto sea beneficiosa para el maíz. Esto quiere decir que la relación peso invertido - peso ganando sea mayor que la de la soja”, explicó Lestani.
Además, agregó otro componente fundamental, como lo es el clima y los pronósticos de una nueva Niña para este año, cuestión que desalienta la siembra de soja, propiciando la de maíz ya que es un “cultivo más plástico” que permite correr las fechas de siembra. En este sentido, Lestani puntualizó que, ante la incertidumbre que plantea la variante climática, para alcanzar a cubrir los costos se precisa una producción promedio de 2.500 kilos por hectárea en la soja, mientras que en el cereal, es necesario alcanzar los 5.000 kilos.
Por su parte, el consultor en agronegocios, Luis Mogni, sostuvo que hay dos factores que llevaron a que se siembre menos soja: uno climático y otro económico. En el primer punto, sostuvo que la falta de precipitaciones afecta a los perfiles hídricos y al potencial de los cultivos a la hora de realizar los planteos productivos.
“Existe una mayor tendencia a producir trigo, con mejores niveles de fertilización, para que presente todo su potencial. Se tiene que hacer un cultivo que lleva más tiempo y que consuma mucho más del perfil hídrico y no tenemos en los últimos años lluvias lo suficientemente copiosas que nos permitan recuperar ese perfil para poder llegar, después, a tener un cultivo de soja de segunda, que es de lo más complicado que está pasando. Y cuanto más al oeste te vas, se vuelva más difícil aún”, precisó.
Asimismo, coincidió con Lestani respecto al aspecto económico, al asegurar que “hoy por hoy hay un menor margen bruto si uno ve cómo están los rendimientos de maíz. En un momento, nosotros decíamos que al área maicera estaba afectada porque el nivel de inversión era muy alto al inicio, que es una semilla mucho más cara que la de soja, que hay que fertilizar, hay que poner un paquete tecnológico mucho más fuerte para lograr maíces de alto potencial, pero, a pesar de esa inversión, el margen bruto hoy está dando un mejor resultado que en soja”.
Producir en el norte
Por supuesto que estos números cambian diametralmente cuando las producciones se encuentran fuera no solo de la zona núcleo, sobre todo, cuando se habla del norte del país, donde no solo los rendimientos de los cultivos son menores, sino que los costos logísticos son incomparables con la región central debido a la distancia a los puertos. En este sentido, las retenciones al cultivo adquiere una magnitud mucho mayor para las cuentas del agricultor.
“El principal motivo radica en que cuando se hacía mucha más soja que maíz era porque el costo de producción de la oleaginosa era inferior al del cereal por unidad productiva” (Lestani)
En diálogo con este medio, el presidente de la Asociación de Productores del Norte (Apronor), Osvaldo Martín, explicó que la retracción de la soja se debe “principalmente, al efecto de las retenciones. Si uno mira los precios de la soja en el mercado de Chicago, la soja duplica el precio del maíz y aquí eso no ocurre. Pero también en el norte es por un tema ambiental, lo que genera que cada vez haya más rotación, sumado a que a que la ecuación económica da mejor para el maíz”.
Cuando el dirigente agropecuario hizo mención a la cuestión ambiental que fuerza las rotaciones, se refirió en particular a una plaga que afecta al cultivo de soja llamado picudo negro.
Por último hizo mención a la problemática existente con el clima: “Es muy duro producir acá. Tenemos un suelo con un perfil diferente que no nos provee los mismos rindes que en el sur y la variable que cada vez se hace sentir más es la cantidad de años secos que tenemos en la región, lo cual nos condiciona mucho a la hora de producir, con sequías durísimas. Mientras que nosotros tuvimos tres o cuatro sequías consecutivas, el sur tuvo solo una. En este sentido, el maíz te da una chance más de no perder el año”.
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