Cada vez que se sale a conducir en la ruta hay dos condiciones que deben estar completamente bajo control. El estado mecánico del automóvil y el estado psicofísico del conductor. Cualquier falla en uno o ambos aspectos aumenta inexorablemente el riesgo potencial de un viaje en auto que puede afectar a propios, pero también a terceros.
Salir a la ruta es un acto de absoluta responsabilidad y compromiso social. Por esa razón, ante el inicio de las vacaciones, es necesario cumplir con las medidas de seguridad adecuadas para enfrentar el tránsito durante varias horas seguidas.
Por supuesto que esta situación es aplicable también para quienes viajan en moto. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con los automóviles, quienes practican el motociclismo en ruta suelen ser apasionados de este tipo de vehículos y tienen una preparación teórica y técnica muy superior a la de los usuarios de autos, gracias a lo cual son plenamente conscientes de los peligros que insumen.
Aunque parezca una obviedad mencionarlo, un automóvil es una masa de acero de más de 1.200 kg que se desplaza apoyado únicamente sobre cuatro puntos de contacto con el piso, sus ruedas. Para tomar noción de la dinámica de un auto y de un eventual accidente, algunas cifras son más que elocuentes.
A 100 km/h un automóvil recorre 28 metros cada segundo. A 130 km/h, la máxima permitida en determinadas situaciones en rutas o autopistas, esa distancia es de 36 metros por segundo. Si una persona pesa 80 kg y choca a 72 km/h, su peso se multiplica 20 veces, es decir que pesará 1.600 kg. Si un auto de 1.500 kg choca de frente contra uno de 1.200 kg y ambos van a 60 km/h, el auto más pesado tendrá una desaceleración de 40 km/h y el más liviano de 80 km/h. Siempre, en un accidente de tránsito de esas características, el auto más pequeño traslada mayor desaceleración a sus ocupantes, con lo cual los protege menos que el auto más pesado.
Preparación mecánica
Los cuatro neumáticos pasan a ser el elemento más importante que un vehículo debe tener en buenas condiciones, lo que implica un dibujo con la profundidad mínima reglamentaria, la presión de inflado correspondiente a su medida y el peso del vehículo, y una condición de rodado normal de alineación y balanceo. Con esos cuatro parámetros en valores normales, el conductor podrá tener la mejor reacción ante un obstáculo o peligro que requiera acción de emergencia. La presión de inflado de los neumáticos está estipulada en el manual del propietario, y eventualmente también en unos stickers que se encuentran en el marco de las puertas o en la tapa del depósito de combustible. El neumático de auxilio también debe ser controlado y preparado para caso de necesidad.
Los frenos están compuestos de dos elementos esenciales: una combinación de discos y pastillas o de sistema de tambores, y un circuito hidráulico que conecta el pedal con las ruedas a través de líquido. Todos los autos tienen discos y pastillas en las ruedas delanteras, ya que son las que reciben toda la transferencia de peso del auto en frenada. En las ruedas traseras, si bien cada vez hay más autos que también tienen el mismo sistema delantero, existe un freno menos sofisticado y más barato llamado freno a tambor, que reemplaza al disco sin mayores problemas ya que sólo debe ocuparse aproximadamente del 25% del poder frenante de un auto.
El estado de las pastillas de freno tiene fundamental efecto en una frenada efectiva. Los discos, en cambio, tienen una vida útil mucho más prolongada y generalmente sólo se deben rectificar cuando se cambian las pastillas, salvo cuando la pared sea demasiado delgada y requieran un reemplazo. El líquido de frenos, el otro componente, debe estar en el nivel correcto porque de otro modo se perderá efectividad del sistema, lo que indefectiblemente alargará el tiempo de una frenada.
El tren delantero está compuesto por muchas partes, casi todas ellas móviles, que actúan como complemento de los amortiguadores y espirales. Las rótulas de las parrillas de suspensión se deben revisar antes de salir a la ruta, del mismo modo que los rulemanes o rodamientos que tiene cada rueda.
Los amortiguadores y los espirales forman la parte esencial de la suspensión de un auto y se complementan en algunas funciones como no transmitir a los ocupantes de un vehículo, las irregularidades del terreno. Los primeros absorben los movimientos verticales repentinos del vehículo como y los que genera la dirección o las transferencias de peso por frenadas o aceleraciones. Los espirales, fundamentalmente, son los que sostienen el peso y mantienen la altura constante del automóvil. Los amortiguadores tienen una vida útil mucho menos extensa y deben cambiarse periódicamente. Si un auto no tiene buena amortiguación puede perder estabilidad en una curva o frenar irregularmente ante una eventualidad.
Los elementos de la dirección son el otro punto móvil de los autos que interviene en su desempeño dinámico. Un auto con los extremos de dirección defectuosos no transmitirá precisión en una maniobra del conductor, las ruedas no irán exactamente a donde se las intenta colocar, pero además pondrá en crisis a los neumáticos, ya que afecta la alineación y, por lo tanto, generará un desgaste irregular y prematuro de los mismos.
Preparación física
Un conductor debe salir a la ruta después de haber tenido el menor lapso de tiempo transcurrido desde un último descanso, de por lo menos ocho horas de sueño, y el momento de iniciar un viaje. Quedarse dormido al volante es el principal causal de accidentes en ruta, especialmente después de conducir por lo menos tres horas seguidas. No es recomendable salir de viaje después de terminar un día de trabajo sin al menos un par de horas de descanso profundo. Y aún bajo esas circunstancias, parar cada dos horas a caminar unos minutos y despejarse es necesario antes de seguir conduciendo.
La alimentación y la hidratación causan distinto efecto. Comer antes de conducir genera que el proceso de digestión del cuerpo humano reste irrigación al cerebro, por lo tanto, cause somnolencia y distracción. Mantenerse hidratado al volante contribuye notablemente a reaccionar rápidamente ante una eventualidad. Se pueden comer frutos secos como método para evitar tener hambre al volante. Un café cada dos o tres horas también mantiene más alerta a un conductor.
Las distracciones son enemigas dentro de un auto. Quién conduce debe mirar permanentemente el entorno, tanto hacia adelante como hacia atrás. Mantener una conversación con un acompañante es de gran ayuda, porque requiere interacción. Es mejor que escuchar radio, situación en la que el conductor no participa activamente. Pero la música con el volumen muy alto o los gritos o discusiones en el interior de un vehículo distraen y perturban a quien debe conducir, restándole capacidad de percibir situaciones externas.
Evitar viajes nocturnos o al amanecer. El efecto de la luz afecta fuertemente a un conductor en la ruta. De noche, más allá de la condición natural de tener sueño por el propio funcionamiento del cuerpo humano, los peligros se incrementan por posibles obstáculos que no se pueden ver con la suficiente anticipación. Pueden ser autos sin luces, motos o bicicletas, peatones o animales sueltos.
En caso de tener que viajar de noche, es recomendable no llevar las luces interiores encendidas, ya que reducen notablemente el campo visual exterior para el conductor. Además hay que usar las luces altas la mayor cantidad de tiempo que sea posible, pero siempre que eso no implique encandilar a los conductores que vienen en dirección opuesta. En esos casos, hay que bajar la luz, reducir la velocidad si se está viajando por encima de los 100 km/h y no mirar las luces de frente sino el borde derecho de la mano por la que se circula.
Si se viajó durante la noche, el ojo está acostumbrado a la oscuridad, por lo tanto, cuando llega el amanecer, es muy importante detenerse en una estación de servicio, tomar un desayuno liviano y regresar a la ruta cuando ya es de día. El cambio de oscuridad a claridad natural es el momento más crítico en la ruta y hay que evitarlo al extremo posible.
Documentación y equipamiento de seguridad
El Documento de identidad (DNI) del conductor y la Licencia de conducir vigente y acorde al tipo de vehículo que se maneja son los dos documentos que tiene que tener consigo quién se pone al volante de un automóvil en la ruta.
La cédula de identificación del automóvil, la famosa cédula verde, o la autorización de manejo para quiénes no son titulares, es el documento que vincula al conductor con el auto. En el caso de la cédula verde, existe en formato físico y digital. En cambio, el modo de autorizar a un conductor que no es titular, sólo se puede hacer a través de la aplicación Mi Argentina, y el documento que se debe exhibir en un control es la cédula verde del titular en el perfil del aplicativo del conductor.
El seguro automotor y la Verificación Técnica Vehicular (VTV) o Revisión Técnica Obligatoria (RTO), son los dos documentos que corresponden al automóvil. El seguro debe estar vigente y el comprobante de pago de la última cuota al día. Como especifica la Ley Nacional de Tránsito, el seguro mínimo obligatorio es el de Responsabilidad Civil (RC).
La VTV o RTO (según la jurisdicción), debe estar vigente y corresponder al período del año que se encuentra el vehículo. Los autos que la renuevan anualmente deben estar dentro del año en curso (por ejemplo, de junio 2024 a junio 2025), y en los casos de quienes se haya vencido la fecha que corresponde a la terminación de su matrícula, pueden hacer la revisación antes de salir a la ruta. Por ese motivo, las plantas de VTV están abiertas para todos los usuarios entre diciembre y enero.
Matafuego reglamentario cuya fecha de vencimiento no haya expirado, un juego de dos balizas triangulares y un chaleco reflectivo, son los tres elementos de seguridad que deben tener todos los autos para poder señalizar la presencia del vehículo si quedara detenido con problemas mecánicos.
Siempre es recomendable, ante un imprevisto de esas características, tratar de dejar el automóvil lo más alejado posible de la calzada por la que circula el tránsito. Salvo que no se pueda mover por los daños que tenga, es preferible, y colocar uno de los triángulos por lo menos 150 metros atrás del mismo, y no en el medio de la mano, sino en un costado, para evitar que algún otro automóvil lo embista. El otro triángulo debe estar a mitad de trayecto, es decir a unos 75 metros.