El fortalecimiento del peso y el encarecimiento en dólares de la Argentina llamó la atención del Financial Times, que en una nota sobre la presión que el “súper peso” pone sobre el gobierno de Javier Milei precisó que, con 44,2% en los primeros once meses de 2024, la moneda argentina fue la que más se apreció a lo largo del año, 44,2% respecto de una canasta de moneda de socios comerciales ajustada por inflación.
Según los cálculos del FT, expuestos en un gráfico, el peso se apreció más del doble que la segunda moneda que más se apreció este año, la lira turca (que se apreció 21,2%) y también mucho más que el dólar y que el sol peruano, que terminan de conforman el grupo de cuatro monedas que se fortalecieron según la elaboración del diario inglés. En contraste, el peso chileno y el peso colombiano se depreciaron cerca del 5%, el de México más del 13% y el real brasileño 15 por ciento.
La apreciación del peso es un fenómeno que genera tanto entusiasmo como preocupación. El fenómeno, dice el FT, quien resalta que algunos lo llaman “súper peso” y fue impulsado por las políticas económicas del presidente Javier Milei, que asumió el cargo con la promesa de “estabilizar una economía al borde de la hiperinflación”.
Pero ese fortalecimiento genera tensiones en algunos sectores y pone en duda la sostenibilidad de las medidas adoptadas. Según el diario, el Banco Central tiene dificultades para recomponer sus reservas de divisas debido al gasto de dólares para mantener el tipo de cambio estable.
El fortalecimiento del peso, explica la nota, impactó directamente los ingresos de los argentinos, con el salario registrado promedio en dólares casi duplicándose a lo largo del año, hasta llegar a USD 990 en octubre de 2024.
Sensibilidad al dólar
“Este cambio ha generado una sensación de estabilidad entre la clase media, que ahora puede acceder a bienes y servicios importados a precios más bajos y planificar viajes al extranjero con mayor facilidad”, dice el FT, cuya corresponsal en Buenos Aires, Ciara Nugent, cita a Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, quien afirma que la opinión pública “es extremadamente sensible al dólar” y un tipo de cambio bajo genera una percepción de estabilidad económica.
Claro que ese alivio para los consumidores, prosigue el artículo, tiene costo: el encarecimiento de los productos argentinos en el mercado internacional, que afecta la competitividad de las exportaciones. Al respecto, cita que la siderúrgica Ternium, del grupo Techint, advirtió recientemente que los costos laborales en Argentina son un 60 % más altos que en Brasil, lo que podría perjudicar la capacidad de las empresas locales para competir en el exterior.
Otras advertencias es la depreciación del real brasileño, moneda de su principal socio comercial, y la posibilidad de que el próximo gobierno de Estados Unidos, liderado por Donald Trump, implemente aranceles significativos contra China, lo que podría desencadenar una ola de devaluaciones en los mercados emergentes.
Al respecto, el FT cita a Ramiro Blázquez, jefe de investigación del banco de inversión BancTrust, quien dijo: “si el peso continúa apreciándose o si ocurre un gran choque externo, la demanda de dólares baratos podría aumentar, incrementando el riesgo de una devaluación”.
Estabilidad macro
El presidente Milei, en cambio, defiende su estrategia de “mantener un peso fuerte” como herramienta de estabilización macroeconómica y argumenta que, en vez de recurrir a devaluaciones, la competitividad puede lograrse mediante la desregulación, la reducción de impuestos y la mejora en el acceso al crédito. Esa determinación encuentra eco en el comentario del economista Nery Persichini, jefe de investigaciones de GMA Capital, que señaló al FT: “la Argentina siempre buscó que un tipo de cambio débil resuelva nuestros problemas de competitividad, y eso generó muchas crisis en nuestra historia; ahora los tiempos han cambiado”.
En contraste, la nota cita también a Martín Rapetti, director de la consultora Equlibra, según quien mantener un peso tan fuerte más allá de 2025 es “altamente improbable”, incluso con el auge de las exportaciones de litio, petróleo y gas no convencionales.
El FT precisa que el gobierno logró reducir la brecha cambiaria (diferencia entre el tipo de cambio oficial vs financieros y “libre”) de 200% en diciembre de 2023 a menos de 20% en la actualidad “mediante políticas como permitir a los exportadores convertir parte de sus ingresos en dólares en el mercado paralelo, lo que ha generado confianza en las políticas económicas del gobierno”. Además, agrega, citando a Ezequiel de Freijo, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina, las exportaciones agrícolas, un sector clave para la economía argentina, se mantuvieron en línea con el promedio de los últimos cinco años.
De todos modos, insiste, líderes empresariales señalan en privado su preocupación por el impacto a largo plazo de un peso fuerte. “La falta de competitividad podría afectar sectores clave de la economía, especialmente si las políticas de austeridad de Milei no logran sostener la confianza del mercado”, dice un pasaje.
El verdadero desafío para la política cambiaria, afirma el FT, llegará cuando Milei cumpla con su promesa de levantar los controles cambiarios y permitir que el peso flote libremente, algo que se estima ocurrirá hacia finales de 2025. Ahora, advierte, algunos analistas advierten que una rápida devaluación del real en Brasil y un posible aumento de tarifas en EEUU por parte del gobierno de Trump podría dejar a la Argentina “vulnerable a una repentina devaluación”.
El FT cita a Nicolás Dujovne, quien fuera ministro de Hacienda del gobierno de Mauricio Macri. Según Dujovne, una vez que flote, el peso podría mantenerse cerca de su nivel actual si el gobierno logra mantener las reformas fiscales y la confianza del mercado, pero –advirtió- se trata de “un juego cada vez más exigente”, pues un peso fuerte aumenta la presión sobre las reformas estructurales.
Dólar y balanza comercial
La nota destaca que, históricamente Argentina nunca logró mantener un superávit comercial con un peso tan fuerte, pero que ell gobierno espera que el auge en la minería y la energía esta vez lo permita, al impulsar las exportaciones. Según Rapetti, eso no alcanzaría para equilibrar la balanza comercial. Además, el país enfrenta el desafío de reconstruir sus reservas de divisas, esenciales para sostener la estabilidad económica.
Por eso la nota señala que el “súper peso” es un arma de doble filo: ha generado beneficios a los consumidores y fortalecido la popularidad de Milei, pero plantea riesgos significativos para la competitividad económica y la estabilidad a largo plazo.
“Con 2025 en el horizonte, el gobierno argentino deberá navegar cuidadosamente entre las demandas del mercado y las presiones internas para evitar una crisis cambiaria”.