“Nadie tiene tantas ganas como nosotros de salir de este modelo desastroso, donde el Estado, entre retenciones y cepo, le expropia al campo el 70% de lo que produce. Y lo vuelvo a repetir: nadie tiene tantas ganas como nosotros, y yo en particular, de salir de este modelo desastroso donde el estado entre retenciones y cepo le expropia al campo el 70% de lo que produce. Se va a terminar con eso de una vez”.
Así dijo Javier Milei en su discurso al inaugurar, el 28 de julio pasado, la exposición anual de la Sociedad Rural Argentina (SRA) en Palermo.
Sin embargo, agregó entonces el presidente, “también debemos saber que quitar los parches sin antes solucionar el problema de fondo sería agravar la crisis que heredamos, por eso no nos importa cuánta presión haya y de dónde venga; no vamos a apresurarnos demagógicamente, vamos a respetar el logro del equilibrio macroeconómico e iremos avanzando conforme eso sea logrado (…) Hace falta mirar la película y no tanto la foto (…) Hasta que podamos resolver las grandes cargas que el campo soporta, seguiremos avanzando sin pausa en nuestra agenda de desregulación y apertura comercial”.
Esas palabras resuenan hoy en medio de una situación en que, pese al buen clima y la buena campaña productiva del agro, los números son muy ajustados o no cierran.
Otras empresas del sector ya sufrieron situaciones similares y otras se sumarían en las próximas semanas.
Esa impresión fue ratificada por las tribulaciones de un grupo notorio del campo. Agrofina y Los Grobo Agropecuaria, dos empresas del grupo Los Grobo, cuya cara reconocida y prestigiosa entre los productores es la de Gustavo Grobocopatel (“el Rey de la Soja”), aunque el fondo Victoria Capital compró la mayoría del paquete accionario, informó a la Comisión Nacional de Valores (CNV) que no podrá cumplir con pagarés bursátiles (un recurso de financiamiento más laxo que la emisión de Obligaciones Negociables) por poco más de USD 10 millones.
Si gente como Grobocopatel y Victoria Capital, que lleva invertidos unos $200 millones desde que se hizo de la mayoría, tiene problemas para pagar esa cifra, ¿qué le queda al resto de los productores?, es el planteo. Además, otras empresas del sector ya sufrieron situaciones similares y otras se sumarían en las próximas semanas.
Retención sin devolución
Los precios del mercado internacional y la vigencia de los derechos de exportación (conocidos como “retenciones”, aunque son un liso y llano impuesto, pues no tienen devolución), sumado al aumento de costos en dólares debido a la política cambiaria oficial, estrechó los márgenes del sector, hasta -en algunos casos- pintarlos en rojo.
Y no hay perspectivas de que ese panorama vaya a cambiar. Según recientes informes del Departamento de Agricultura de EEUU, los stocks mundiales de soja tocarán en los próximos meses los mayores niveles de la historia, casi 132 millones de toneladas, un 18% más que en el ciclo anterior, y la relación stock consumo llegará al 33%, también récord.
A su vez, un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires precisó que desde inicios del año el precio el promedio mensual de la primera posición de soja en Chicago cayó en USD 90 la tonelada y está 25% por debajo de la cotización de 2023, nivel que no se veía desde agosto de 2020.
Los futuros reflejan, recargados, esa situación. En la semana que cayeron a USD 260 la tonelada, los niveles más bajos en 20 años. “Uno de los puntos de sostén que todavía tenía la soja era la firmeza de los aceites. Y vimos caídas fuertes al inicio de la semana”, explicó Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, quien refirió situaciones y medidas en mercados como Indonesia, Brasil, EEUU y China.
Precios de quebranto
“Adicionalmente, en Argentina, al sembrarse bien la soja y tener buen clima en el desarrollo temprano, crece el convencimiento de una buena cosecha y, si bien los precios resultaron más bajos, finalmente muchos productores comenzaron a convencerse de que los fundamentos no los acompañaban. A eso hay que sumarle que ya a esta altura del año las ventas de soja disponibles con recompra de mayo empiezan a bajar, y la demanda “artificial” de soja-mayo desciende. Quedan sólo compradores genuinos que no están dispuestos a convalidar precios de quebranto para el nuevo ciclo. Para colmo si pensamos en un margen mínimo para la molienda de soja en cosecha, con este nivel de precios deberíamos ver precios por debajo de USD 250 la tonelada”, precisó Romano, antes de preguntarse: ¿tocarán las retenciones?, actualmente en el 33% para el poroto y 30% para los subproductos.
Las retenciones o derechos de exportación son, por otra parte, una rareza internacional: las aplican muy pocos países y, según un estudio del Ieral de la Fundación Mediterránea en base a datos del Banco Mundial, en 2021 era el segundo país de mayor incidencia del tributo en la recaudación total del gobierno central, un 17%, proporción solo superada por Kazajistán (ver gráfico).
Esos impuestos explican hoy el 9% de los ingresos del gobierno y Romano recordó que en su mensaje a la SRA Milei dijo que en la medida en que la recaudación fiscal subiera de modo sustentable se eliminarían impuestos y entre los primeros estarían las retenciones.
“Bajar entre 5 y 8 puntos a la soja aportaría de 20 a 30 dólares la tonelada a la oleaginosa, devolviéndola a terreno positivo”, calculó Romano. Pero -prosiguió- “el plan de gobierno es claro: el superávit fiscal es clave y bajará impuestos distorsivos si la recaudación sube (…) la apuesta del sector es que los tiempos se aceleren y el orden de prioridades se cambie para evitar que el agro tenga un problema serio. es poco probable que ese cambio pueda darse en el primer semestre. Sin embargo, en un año electoral, todo puede pasar”.
Mientras, el campo enfrenta una tormenta perfecta de precios bajísimos, costos en ascenso y retenciones de un tercio del valor de exportación: en la semana un informe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) precisó que de cada $100 de renta agrícola, el Estado argentino se queda con $64,3, casi dos tercios. En relación a diciembre de 2023, precisó FADA, esa exacción fiscal aumentó 5,4 puntos porcentuales.
Es improbable, sin embargo, que el Estado piense resignar la recaudación por retenciones. Un trabajo reciente de Tomás Rodriguez Zurro y Emilce Terré, investigadores de la Bolsa de Comercio de Rosario, precisó que las 6 principales cadenas agrícolas (soja, maíz, trigo, girasol, cebada y sorgo) cerrarán la campaña 2023/24 aportando unos USD 5.500 millones por ese tributo (80% más que en la campaña anterior, afectada por la sequía), pero que en la campaña 2024/25, ya iniciada, el aporte será de USD 8.165 millones, casi 50% más.
Para Romano, no reducir las retenciones, “con precios de soja en este nivel generaría un fuerte quebranto para el productor. Todo el norte del país quedó muy afectado económicamente por la pérdida de maíz por chicharrita, y se volcó a la soja”.
La actual situación, concluyó, “podría desencadenar presión creciente del sector, e incluso titulares difíciles de manejar en lo político: el motor productivo del país está quebrando por la falta de cumplimiento de las promesas del gobierno”.