Salvo por algunos utilitarios, en el mercado automotor argentino ya no quedan modelos de autos que no ofrezcan al menos una versión con caja de cambios automática, lo que implica una de las mayores transformaciones del mundo del automóvil convencional, a la que por alguna razón, probablemente cultural, la Argentina se resistió durante muchos años.
La llegada de las cajas CVT, que no es una transmisión automática en el más puro sentido del término pero cumple tal función por no tener embrague ni requerir cambio de marchas, ha sido una de las responsables. Es que este sistema es mucho más económico para poder aplicar en autos de gama baja y media sin alterar sustancialmente el precio de venta.
Ante el aumento de la oferta, mayor es la tentación de aceptar la invitación, y así, hasta los más escépticos empiezan a aceptar que los autos convencionales del presente y futuro (se deja afuera a los híbridos y eléctricos en este caso), tendrán turbo y caja automática.
“La caja automática es un viaje de ida sin retorno”, fue históricamente un argumento para quienes la defendían a ultranzas por sobre la palanca de cambios y los tres pedales. “Gastan mucho más combustible y es aburrido manejar sin hacer cambios”, fue la respuesta histórica de quienes no querían aceptarlas.
Sin caer en la generalización, el hecho mismo de la adopción masiva de los fabricantes es una respuesta al debate. Hoy, las transmisiones automáticas son una solución al consumo de combustible, a la emisión de gases contaminantes y a la comodidad del tránsito urbano. Pero para que esto se cumpla, hay que saber cómo usarlas correctamente.
Consumo de combustible
Del mismo modo que ocurre con un auto con caja manual, si el conductor no hace los cambios en el momento adecuado, el motor subirá de revoluciones en exceso y gastará más combustible. La diferencia de la caja automática es que hay que saber generar el cambio de marchas con el acelerador.
En tránsito urbano, la caja automática hace los cambios por sí misma si se acelera poco, apenas uno o dos centímetros de recorrido del pedal. De ese modo, el motor trabajará a bajas RPM y gastará poco combustible. Si se acelera más profundo, el cambio de marcha no se hace porque el controlador electrónico de la transmisión entiende que el conductor necesita reacción, entonces privilegia la respuesta rápida por sobre el consumo.
Ese mismo concepto funciona en una ruta. Una vez lograda la velocidad crucero elegida, si se aliviana la presión sobre el pedal del acelerador, la caja pondrá una marcha alta para mantener la velocidad constante con bajas RPM y menor consumo.
Prescindencia del pedal de embrague
Este es un punto que tiene dos caras opuestas. Por un lado, no tener embrague representa una comodidad incomparable, especialmente para el uso en el tránsito de una ciudad, porque parar en cada esquina, en los embotellamientos de tránsito, e incluso transitar por los cada vez más populares túneles que pasan debajo de las vías del tren, suelen sacrificar la vida de los discos embrague.
En contrapartida, el sistema de caja automática con palanca requiere un cuidado especial en su uso que, aunque parezca increíble, ocurre con mucha frecuencia por falta de atención de los conductores, que al naturalizar la conducción sin pensar en los cambios, olvidan sacar la selección de avance hacia adelante o hacia atrás cuando van a descender con el motor en marcha. El típico ejemplo es el de bajarse a abrir el portón de un garage particular para entrar el auto al llegar a casa.
Un video que se hizo viral en las últimas horas muestra cómo un conductor decidió bajar de su pick-up Toyota Hilux en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires por una discusión con un motociclista, pero olvidó sacar la reversa de su vehículo. Como resultado, la camioneta empezó a moverse hacia atrás, subió a la vereda y se estrelló contra los ventanales de un edificio.
Algunos fabricantes solucionaron esta situación con la implementación de un “Rotary Shifter” o mando electrónico, una especie de rueda que permite seleccionar entre los modos de estacionamiento (P), avance hacia adelante (D), punto muerto (N) y marcha atrás (R). Este sistema, al ser electrónico y no mecánico, cambia automáticamente cuando se abre la puerta del conductor, colocando el vehículo en la función de estacionamiento.
Costos asociados con la caja automática
El debate sobre el precio de un auto con caja automática y el costo de reparación de este tipo de transmisiones está firmemente anclado en la tecnología anterior, pero el residuo se ha transmitido a través de las generaciones y todavía llega al presente.
Hace 30 o 40 años, efectivamente, los autos con caja automática eran considerablemente más caros, porque las cajas eran mucho más complejas que las actuales. Si bien siguen existiendo sistemas muy sofisticados como los que equipan a los autos Premium y deportivos de alto rendimiento, ya existen cajas de doble embrague que tienen un costo similar a las populares cajas CVT con las que se equipa a las versiones más accesibles del mercado. Una pauta de esto se puede apreciar en el nuevo Renault Kardian, que es un B-SUV con un precio de $30.000.000, y tiene una caja doble embrague de excelente desempeño.
Al mismo tiempo, como en todo proceso industrial, la mayor escala reduce el costo, de modo que tanto para fabricantes como para usuarios, las cajas automáticas modernas son más económicas en general por su uso cada vez más generalizado.
Sin embargo, la tecnología y la gestión electrónica, que reemplazó algunas de las funciones que antiguamente eran hidráulicas, también generó que se rompan menos y el costo de mantenimiento se reduzca considerablemente.