En la previa de Navidad, el riesgo país retomó la baja y cerró por debajo de los 650 puntos básicos, lo que lo ubica el índice de JP Morgan en valores mínimos desde mediados de 2019.
No solo eso: la caída podría pronunciarse a principios del próximo año, tras el pago de los cupones y también del capital de los Bonares y Globales surgidos de la reestructuración de deuda llevada adelante por el exministro de Economía, Martín Guzmán, en 2020. El pago, por un total de USD 4.200 millones, afectará las reservas del Banco Central, aunque no en su totalidad, ya que una parte de esos bonos están en poder de organismos públicos. El mayor impacto, en todo caso, llegará por el lado de los inversores privados a los que se les inyectará una importante suma de dólares, plausibles de ser reinvertidos en activos argentinos, incluso los mismos títulos.
Ese flujo, de confirmarse, potenciaría las cotizaciones y dotaría de renovados bríos a la baja del riesgo país. “Cuando se ejecute el pago el Tesoro, se volcarán al sector privado USD 3.500 millones, generando un exceso de oferta de divisas sin que aumente la oferta de bonos soberanos en dólares en el mercado”, detalló un informe especial sobre la deuda de Aurum Valores. “Esto debería ayudar a impulsar nuevas subas de activos argentinos dentro de los cuales debería sobresalir la mejora de los precios de los bonos en dólares”, agregó.
Existen algunos factores adicionales que alientan esa expectativa. En primer lugar, a la hora de analizar mercados emergentes, la Argentina se recorta del resto por el recorrido que todavía tiende a la suba. De hecho, si bien bajó de manera acelerada, el nivel riesgo país todavía indica que anidan algunas dudas sobre el futuro inmediato. Por ejemplo, cómo el Banco Central recompondrá reservas y cómo y cuándo se levantará el cepo. Pero la perspectiva es claramente buena desde la óptica del mercado y el orden de las cuentas públicas permite sostener una mirada positiva. Particularmente en contraste con el resto de la región, que ofrecen menos resultados menos atractivos y enfrentan panoramas más complejos (aunque desde un presente infinitamente más simple).
Brasil es el gran ejemplo de los últimos meses.
“Si consideramos que otros emergentes están rindiendo por debajo de lo que rinde Argentina, podemos estimar que el desempeño de corto plazo de los bonos en dólares debería ser positivo”, apuntó Aurum.
La consultora financiera elaboró un análisis de precios y variaciones del GD30 y GD35 bajo el supuesto de la deuda argentina convergería al rendimiento que se observa en países emergentes hacia el final del primer trimestre de 2025.
Concluyó que las mayores probabilidades ubicarían los rendimientos entre lo que ofrecen los bonos de El Salvador y de Nigeria, es decir, en el rango que va del 8 al 8,5 por ciento, lo que implicaría subas de hasta 23% para algunos de los bonos en dólares.
“Si esos rendimientos se lograsen, los precios de los bonos a fin de marzo de 2025 (a 8% y 8,5% de TIR) se ubicarían entre los USD 74 y USD 73 para el GD30, y entre los USD 82 y USD 80 para el GD35. Incluyendo los cupones que se cobrarán en enero 2025 por USD 8,36 (GD30) y USD 2,06 (GD35) y sin reinvertirlos, las subas esperadas se ubicarían entre 13,6% y 15,1% para el GD30 y entre 23,5% y 26,3% para el GD35″, se calculó en el informe
El trabajo recomendó que una estrategia equilibrada para moderar riesgos de escenarios probablemente menos positivos debería considerar incorporar también ambos bonos (con un sesgo a favor de GD35) y sumar además el Bopreal 2026, que actualmente rindiendo casi 10 por ciento.