A pesar de que la gran promesa del gobierno de Javier Milei para el sector agropecuario, que es eliminar las retenciones, aún no se concretó, los empresarios del campo mantienen una elevada confianza en la actual gestión y esperan que los derechos de exportación puedan quitarse, o al menos reducirse, entre el 2025 y el 2026. De hecho, el índice de confianza del campo, medido por el Ag Barometer Austral del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, alcanzó en noviembre de 2024 su valor más alto desde el inicio de la medición, en 2018.
Con un puntaje de 149, el indicador muestra un incremento del 13% respecto a septiembre pasado (132) y un aumento interanual del 27% frente a noviembre de 2023 (117). Este avance refleja un cambio significativo en la percepción de los productores agropecuarios sobre el presente y el futuro del sector, en un contexto de transformaciones económicas y políticas impulsadas por el gobierno de Javier Milei.
El aumento se observa tanto en el Índice de Condiciones Presentes, que subió un 14% (120 vs. 105), como en el Índice de Expectativas Futuras, que avanzó un 13% (169 vs. 150). Según el informe, este comportamiento positivo responde a factores como las recientes precipitaciones que mejoran las expectativas de rendimientos agrícolas, y las políticas económicas del Gobierno, que apuntan a la estabilidad macroeconómica. Sin embargo, persisten desafíos estructurales que generan preocupación en el sector.
Imagen de Milei
La imagen de Javier Milei entre los productores agropecuarios es en su mayoría positiva: un 60% considera que cumplió con las expectativas del sector en sus primeros meses de gestión. Este grupo valora especialmente la baja de la inflación, la reducción de las tasas de interés y la rapidez con la que se han impulsado reformas estructurales.
No obstante, un 36% opina que el Presidente aún no ha satisfecho las demandas del sector. Las principales críticas se centran en la continuidad de los derechos de exportación, un impuesto que reduce la competitividad del agro argentino, y en la pérdida de competitividad del tipo de cambio, que está siendo ajustado a un ritmo inferior al de la inflación local.
“Los derechos de exportación siguen siendo un tema central de discusión. Los productores argentinos reciben un 32% menos por su soja que sus competidores en Estados Unidos y Brasil, lo que les resta competitividad”, explicó Carlos Steiger, director de la encuesta y especialista del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.
A pesar de los desafíos, la confianza del sector agropecuario también se refleja en las expectativas de inversión. Un 56% de los productores planea invertir en activos fijos durante los próximos 12 meses, lo que marca un cambio significativo respecto al 47% registrado en septiembre. Este índice de inversión en activos fijos alcanza su segundo mayor valor histórico, solo superado por el de marzo de 2022, cuando los precios internacionales del agro estaban en máximos.
“Es una situación paradójica: el índice de confianza está en su punto más alto, mientras que las condiciones de rentabilidad del sector agropecuario, especialmente para quienes trabajan en campos arrendados, se encuentran en niveles muy bajos o incluso negativos”, comentó Steiger.
En el caso de la ganadería, el informe muestra un renovado interés por invertir, especialmente en vientres para incrementar el stock, a pesar de que los precios ganaderos siguen aumentando por debajo de la inflación y la debilidad del consumo local afecta la rentabilidad.
Desafíos internacionales y el efecto Trump
El plano internacional también genera opiniones divididas entre los productores. Un 57% cree que las políticas del presidente estadounidense electo Donald Trump favorecerán al agro argentino, mientras que el 43% opina lo contrario. Para el primer grupo, el conflicto comercial entre Estados Unidos y China podría beneficiar nuevamente a la soja del Mercosur, como sucedió en 2018. Sin embargo, quienes ven un impacto negativo temen que las políticas proteccionistas de Trump fortalezcan al dólar, lo que afectaría los precios de los commodities argentinos.
“El dólar fuerte podría ser un golpe para el agro, especialmente considerando la caída de los precios internacionales y la pérdida de competitividad del tipo de cambio local”, advirtió Steiger.