El plan del ministro Luis Caputo para flexibilizar los préstamos en dólares y transformar en financiamiento productivo una parte de los USD 15.000 millones que el blanqueo dejó en el sistema financiero divide las opiniones entre los bancos. Mientras que las entidades privadas de capital argentino de Adeba apoyan con firmeza la medida, los bancos extranjeros (ABA) y los estatales (Abappra) la rechazan por el riesgo de que haya descalce de monedas, tal como ocurrió tras la crisis de 2001.
La idea del Gobierno fue transmitida en un evento empresarial, según informó Infobae, y todavía no se desarrolló con detalles. Pero consiste en hacer más flexible una regla que rige el sistema financiero desde 2002: sólo se pueden prestar dólares a quienes generan dólares. En los ‘90, por ejemplo, se daban créditos hipotecarios en dólares a asalariados en pesos. La devaluación del final de la convertibilidad puso en evidencia los riesgos de esa política, cuando empresas y familias con ingresos en pesos no pudieron pagar cuotas en dólares.
Desde entonces, los únicos que reciben crédito en dólares son los exportadores, porque son los únicos que garantizan que van a tener dólares para devolver. Esa regla no fue cambiada por ningún gobierno desde 2002 hasta el presente. Apenas se le añadió una excepción para los proveedores de los exportadores, ya que su facturación está atada a los dólares que reciben éstos.
En este escenario, Adeba apoyó la idea de Caputo. “Los préstamos en dólares a empresas son un tema que se debe ser discutido en los próximos meses, a fin de aumentar la competitividad de la economía, siempre teniendo en cuenta la estabilidad del sistema”, dijo el presidente de la entidad, Javier Bolzico.
“Creemos que el enfoque debe ser la correcta gestión de riesgos de acuerdo a los estándares internacionales y no la prohibición”, agregó.
En Adeba piensan en una flexibilización gradual para el crédito en dólares, que apunte a medianas y grandes empresas con acceso al mercado de capitales y que puedan resistir una evaluación de riesgos estricta (un “stress test”) ante una eventual devaluación. Consideran que hay empresas no exportadoras que igual pueden facturar en dólares, en sectores como el turismo y la exportación, y que podrían beneficiarse con “solamente una parte” de la capacidad prestable en dólares de la que hoy gozan los bancos luego del blanqueo.
Prestarle dólares solo al que genera dólares
Los bancos extranjeros nucleados en ABA rechazan de plano la idea y no quieren cambiar ni una sola coma de la normativa actual. Explican que la regla de “prestarle dólares solo al que genera dólares” fue útil a lo largo de los últimos 24 años para que el sistema financiero pueda sobrellevar todas las crisis, locales o globales.
De hecho, en un reciente encuentro con la prensa, el presidente de ABA, Claudio Cesario, fue muy enfático al respecto: “Evitemos que lo que aprendimos se nos olvide, para nosotros los dólares de la gente se tienen que utilizar para prestar a aquellos que producen dólares; por favor no estresemos al sistema, la confianza se construye todos los días”. En el mismo sentido se pronunció días atrás Alejandro Butti, CEO de Santander, el banco extranjero más grande de la Argentina.
La entidad que representa a la banca pública, Abappra, también rechaza cualquier cambio, sobre todo mientras estén vigentes las normas del cepo. Tras haber analizado en profundidad el tema, esperan que se expida al respecto el BCRA y aseguran que los bancos estatales cumplirán con la normativa vigente.
En el sistema financiero explican que ya hubo conversaciones entre las entidades y que hubo una nota suscripta por Adeba en la que se proponía analizar los cambios regulatorios. Las otras dos entidades no acompañaron con su firma.
En algunos bancos advierten que el negocio del comercio exterior está mayoritariamente en manos de los bancos extranjeros, de allí el interés de Adeba en impulsar algún cambio. A su vez otros ven que, después de la experiencia del 2001, los bancos extranjeros tendrían que pedir autorización a sus casas matrices para incrementar los préstamos en dólares, algo que no saben si van a conseguir. Y ante la duda, prefieren que nadie pueda hacerlo.
Más allá de estas conjeturas, otro aspecto a considerar es que la idea oficial de que empresas no exportadoras reciban préstamos en dólares no puede separarse del plan de competencia de monedas que impulsa el Gobierno. Caputo ha reiterado que quiere que las empresas, de cualquier sector, facturen en dólares.
En ese caso, la prohibición que rige hoy también podría tomar otro efecto. Muchos sectores que importan productos e insumos seguramente querrán vender en dólares y usar esas divisas para seguir importando. Se menciona por ejemplo el caso de los electrodomésticos y la electrónica. Si se consolida la competencia de monedas habrá empresas no exportadoras que a su vez reciban fondeo en dólares, lo que podría reducir el riesgo de tomar un crédito en esa moneda.