Las advertencias que hizo el propio Javier Milei tuvieron su correlato en el tipo de cambio. Desde que el Presidente reconoció que “si baja mucho el dólar tengo el problema que muchos sectores se van a la quiebra”, los dólares financieros tuvieron un significativo salto que claramente dejó sin ganancia en moneda dura a quienes mantienen inversiones en pesos y al mismo tiempo miran la evolución de la divisa.
Desde el piso del último miércoles, el dólar MEP pasó de $ 1057 a $ 1.133, es decir que tuvo un incremento del 7%. Algo parecido sucedió tanto con el contado con liquidación como con el dólar libre, que ayer cerró a $ 1.165. De esta manera, pasó de ser el más barato al más caro de los dólares financieros.
Las palabras de Milei reflejaron con toda claridad la preocupación del Gobierno por la caída tan rápida del tipo de cambio y es evidente que actuaron en consecuencia. La baja de la tasa de interés, la mayor flexibilidad para que los exportadores demoren la liquidación de divisas y a su vez el mayor acceso al mercado a los importadores procuraron ponerle un piso a la divisa.
A su vez, no hubo por ahora intervención alguna por parte del Banco Central para vender dólares y ponerle un freno a la escalada, algo sí había ocurrido en algún momento puntual de octubre y en menor medida también en noviembre.
Esto dejó en evidencia que el Gobierno está cómodo dejando correr el tipo de cambio y evitando una mayor apreciación cambiaria. Ahora los inversores quieren ver el comportamiento de la brecha cambiaria: si habría o no algún grado de intervención en caso que supere el 10%, algo que por ahora no sucedió.
Este movimiento del tipo de cambio difícilmente tenga impacto en precios, aunque obviamente dependerá si se frena en los próximos días o si se mantiene la tendencia al alza. La fuerte caída de los dólares financieros había sido clave para acelerar el proceso de desinflación y ayudó a romper la inercia por encima del 4% que venía manteniendo el índice mensual entre mayo y agosto.
De hecho ayer se conoció otro dato favorable, ya que la inflación mayorista subió apenas 1,4%. Esto significa que las empresas tuvieron muy pocos aumentos de costos, por lo que no tendrían presión para trasladarlos a precios. Por otra parte, como el consumo recién empezó a levantar y hay una mayor apertura a las importaciones, el margen para las remarcaciones es muy bajo al menos en este contexto.
El Banco Central mantiene un gran poder de fuego en caso de optar por ponerle un freno a la suba de los dólares financieros. No solo cuenta con los dólares comprados en los últimos meses (quedarían alrededor de USD 1.700 millones), sino que además las reservas líquidas superan los USD 14.000 millones.
Parece muy improbable que en este contexto haya demasiada nafta (o pesos) para generar un salto cambiario de magnitud. Pero al mismo tiempo es importante seguir lo que suceda con las monedas de países emergentes.
Si se confirma un aumento de aranceles por parte de la futura administración Trump, es probable que China conteste depreciando el yuan. En ese escenario, no sería extraño que otras monedas emergentes sigan el mismo camino, incluyendo al real brasileño, que este año ya perdió más de 20%.
La decisión de dejar que el peso se deprecie gradualmente en los últimos días también parece estar relacionado con la decisión de acompañar al menos marginalmente la devaluación del real, siendo Brasil un socio comercial principal de la Argentina.