El Gobierno acelera junto a las generadoras, distribuidoras y transportistas de electricidad el plan para mitigar los riesgos de cortes de luz durante los picos de consumo que traerán las típicas olas de calor durante los próximos meses. Este verano combinará la fragilidad de una red con dos décadas de prácticamente nula inversión y lo que se espera será una eventual menor oferta de energía disponible.
El trabajo se da bajo la premisa de estar preparados para un escenario complejo, aunque el panorama dio algunas señales positivas en las últimas semanas. Se conjugan una mayor disponibilidad de agua en Brasil, que puede aportar energía a través de las hidroeléctricas y las temperaturas podrían ser más benignas a las esperadas originalmente.
El principal ojo del sector está puesto en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), por ser la región en la que viven casi un tercio de los usuarios de toda la Argentina, unos seis millones, y donde se concentra la mayor demanda de luz. El momento crítico suele darse entre el mediodía y las cuatro de la tarde, momento en el que los aires acondicionados se encuentran encendidos.
En esos momentos en el AMBA se consume el pico de 12.000 megawatts (MW) de los cuales 7.000 MW son suministrados por el sistema interconectado y los 5.000 MW restantes deberá ser aportado por las usinas que se encuentran en CABA y el Gran Buenos Aires, según información de las generadoras. Las empresas avanzaron durante los últimos meses en el mantenimiento de las centrales y los equipos más viejos, que funcionan con quema de combustible.
Solo el uso de los aires en la temporada estival representa una exigencia de 10.000 MW a nivel nacional, un 40% más que el promedio anual. El verano pasado hubo un pico de 29.653 MW y, según estimaciones de Cammesa, en 2025 se incrementará este máximo histórico por encima de los 31.000 MW.
En el sector destacan que las vacaciones pueden ser un alivio para el sistema si las olas de calor tienen lugar entre enero y febrero, cuando muchos argentinos salen a puntos turísticos del país para sus vacaciones. El riesgo de que se den en marzo es que las clases ya comenzaron y los adultos volvieron a sus trabajos y/o casas.
Los efectos de una recesión que poco a poco queda atrás pueden jugar a favor de los cortes. Se espera una demanda industrial reducida respecto a la de otros años, sin contar que en esa época suelen darse paradas técnicas de plantas y vacaciones a los empleados. El Gobierno negocia con las grandes industrias un mecanismo de compensación para que reduzcan su consumo a cambio de una remuneración que pagará Cammesa.
En el sector de transporte también hubo novedades. La Secretaría de Energía de María Tettamanti anticipó que este mes llamará a una licitación para comenzar a ampliar las redes de alta tensión, tras diez años sin inversión en ese segmento.
El primer paso será en el AMBA, con una obra de USD 1.000 millones que se demorará al menos tres años en entrar en funcionamiento pero que será un refuerzo a la red de toda la Argentina. La dependencia analiza por estas horas si se financiará con un cargo que pagarán los usuarios en sus boletas de luz y qué plazo de repago le darán a la empresa ganadora para que el monto “casi no se note”.
En paralelo se trabaja con las distribuidoras, en especial con Edenor (3,3 millones de clientes) y Edesur (más de 2 millones de clientes). Las firmas del sector además lanzaron recientemente una campaña para concientizar sobre el uso eficiente de la electricidad, con foco en los electrodomésticos, y que los hogares puedan reducir en hasta un 30% el consumo esperado para el verano. Sin embargo, también refuerzan sus cuadrillas, suman generadores móviles y preparan sus redes.
En los despachos oficiales consideran que los aumentos de tarifas y el recorte de subsidios que tuvieron lugar durante el año funcionarán como un “disciplinador” de la demanda residencial. Las facturas de gas del invierno, explican, fueron un anticipo de lo que se puede gastar de luz con un alto consumo en verano.
Entre las empresas señalan que el 2025 puede tener cierto grado de complejidad pero apuntan a que del 2026 en adelante el escenario puede empeorar si no se dan señales claras de inversión. Muchas máquinas que generan energía tienen entre 50 o 60 años de antigüedad y deberían salir pronto de funcionamiento.