Brasil está inmerso en las últimas semanas en un espiral descendente para su panorama financiero, con un amplio déficit fiscal que acrecienta las dudas sobre el futuro económico, un sendero alcista para las tasas de interés que agigantan la deuda soberana -nominada principalmente en moneda local- y un fenómeno que es más evidente desde la mirada argentina: una súbita devaluación del real.
Este martes, el Banco Central de Brasil efectuó una subasta de dólares al contado por tercera sesión consecutiva para apuntalar la cotización del real, debido a la preocupación en el mercado por el elevado gasto público de la administración de Lula da Silva, recientemente dado de alta tras ser hospitalizado por una hemorragia intracraneal.
La autoridad monetaria brasileña vendió USD 1.270 millones de sus reservas -en torno a los USD 360.000 millones- en una subasta al contado, después de haber colocado USD 1.630 millones el lunes. Fue la mayor venta directa de dólares en efectivo desde la pandemia. También había realizado un movimiento similar el viernes. Sin embargo, no pudo más que contener la devaluación del real, hoy con una tasa de cambio récord respecto del dólar de 6,17 reales por unidad. La divisa brasileña acumula una abrupta devaluación de 24% en lo que va de 2024, frente a una inflación de 4,9% anual.
Dicha intervención del Banco Central brasileño se está dando en simultáneo con la suba de la tasa de interés de referencia Selic (Sistema Especial de Liquidación y Custodia), que la semana pasada se elevó en 100 puntos básicos, un endurecimiento destinado a hacerle frente a las crecientes presiones inflacionarias y también devaluatorias, y un ascenso que también reviste riesgos para el nivel de actividad. El comité que fija las tasas del banco, conocido como Copom, elevó la tasa Selic al 12,25% anual en una decisión unánime, y anticipó nuevas subidas de la misma magnitud en las dos próximas reuniones.
Dos bancos brasileños elevaron sus previsiones de tasas de interés a máximos de casi dos décadas. Con ello, la tasa Selic de referencia se situaría en el 14,25% en marzo, pero Itaú y XP Investimentos creen que no será suficiente para que la inflación vuelva a situarse en el objetivo, y ambos prevén que la tasa podría subir hasta el 15% anual.
¿Qué consecuencias pueden esperarse para la Argentina?
Los movimientos financieros en Brasil siempre repercuten en la Argentina, por la estrecha relación comercial entre ambas economías.
1) Tipo de cambio. Cuando Brasil devalúa, presiona a una mayor devaluación del peso argentino. Durante la Convertibilidad en la Argentina, un real apreciado le permitió a la economía argentina conservar un nivel adecuado de competitividad, aunque se advertía que el “uno a uno” entre el peso y el dólar de EEUU encarecía a la producción doméstica. En enero de 1999 el gobierno de Fernando Henrique Cardoso optó por permitir una libre flotación de la moneda que se tradujo en una drástica devaluación y el dólar pasó de 1,21 reales a 2 reales, lo que selló el destino para la estabilidad cambiaria de Argentina, con una forzada devaluación del peso en 2002.
2) Balanza comercial. El tamaño de la economía de Brasil multiplica por cuatro al de la Argentina, mientras que el gigante sudamericano es el principal destino exportador de Argentina y, a la vez, el principal proveedor externo de nuestro país. Argentina es el tercer vendedor global a Brasil (detrás de China y EEUU) y cuarto destino de sus ventas externas.
Un real débil abarata los productos brasileños, al mismo tiempo que los productos argentinos se vuelven más caros en términos relativos para nuestros vecinos. Señal de esta tendencia la dio el intercambio comercial bilateral, que se volvió deficitario para Argentina a partir de agosto de este año. El Índice de Tipo de Cambio Real Bilateral con Brasil, medido por el BCRA, se encuentra ahora en los 73 puntos -unos 27 puntos porcentuales debajo de un nivel teórico de equilibrio con base 100-, el nivel más bajo en nueve años.
3) Turismo. El intercambio de servicios entre ambos países también es muy fluido y se anticipa para este verano austral una oleada de turismo de argentinos a Brasil. Para definirlo en cifras, el real brasileño cotiza a 165 pesos argentinos, exactamente lo mismo que un año atrás. Dado que Argentina anotó una inflación interanual de 166%, los precios argentinos para el turista brasileño se multiplicaron casi por tres desde diciembre del año pasado o, lo que es lo mismo, la capacidad de compra del real brasileño en nuestro país se vio reducida en un 62% a lo largo de un año, lo que desalienta el arribo de nuestros vecinos.
En simultáneo, dado un real estable -en pesos argentinos- y una inflación anual de solo 4,9% -marginal para nuestros estándares-, los precios para veranear en Brasil casi no se movieron respecto de un año atrás. Y en dólares se redujeron en un 19% en un año -diferencia entre la devaluación del real y la inflación de Brasil-.
4) Inversión bursátil. La Bolsa argentina pasa por un momento de euforia, con una ganancia anual de 135% en dólares, dadas las señales de austeridad fiscal del gobierno de Javier Milei. En contraste, el índice Bovespa de la Bolsa de Valores de San Pablo marca una caída de 6,7% en 2024. Algunos analistas advirtieron que la volatilidad financiera en Brasil podría incentivar el desarme de posiciones en acciones y bonos del país vecino para reinvertir los fondos en el mercado argentino, lo que ayudaría a extender el inédito rally de los activos.
5) Actividad económica. Este punto es delicado, aunque difícil de medir. En las últimas tres décadas se especuló con que el desarrollo del Mercosur incrementaba la relación entre las economías regionales y que cada tres puntos de crecimiento del PBI de Brasil, Argentina sumaba un punto de crecimiento por “arrastre” -debido a la mayor demanda- del gigante sudamericano. Desde esta perspectiva, si el PBI brasileño se estanca o cae, puede quitarle fuerza a la recuperación del PBI de la Argentina.