El “Castillo de Drácula” y la Mansión que iba a alojar a un Papa: dos palacios de la Avenida Alvear, que vuelve a potenciar el valor de la Recoleta

La Avenida Alvear, en el barrio de Recoleta, es una de las arterias más exclusivas de la ciudad de Buenos Aires y de la Argentina. En apenas ocho cuadras, concentra mansiones, palacetes, hoteles de lujo y residencias históricas que evocan la opulencia de las familias aristocráticas que marcaron el apogeo de la alta burguesía porteña.

Entre estas edificaciones destacan, a la altura del 1.600, dos viviendas de 500 metros cuadrados cada una, fascinantes por su historia y su singularidad: la Residencia Casey y la Residencia Maguire, ubicadas frente a frente y diseñadas por el mismo arquitecto, Charles Ryder, en el siglo XIX.

Estas residencias son testimonios de una zona que volvió a ganar protagonismo. Recoleta, uno de los barrios más emblemáticos de CABA, sigue vigente frente a la competencia de otras zonas del corredor norte, como Belgrano, Palermo y Núñez, que en los últimos años atrajeron a un público más joven.

Su ubicación privilegiada, arquitectura señorial y oferta cultural lo mantienen como una de las áreas más deseadas para vivir o invertir.

Santiago Magnin, de Deinmobiliarios y experto en Real Estate, explicó a Infobae que los precios en el corredor norte se ubican entre USD 2.400 y USD 2.700 por metro cuadrado, lo que considera bajos en relación a la calidad y ubicación de las propiedades. “La zona núcleo de Recoleta (al norte de Avenida Santa Fe) experimentó un incremento notable, con valores que pasaron de USD 1.750 a USD 2.250 en menos de un año”.

Esta tendencia también se observa en sectores como Saavedra, Villa Urquiza y Coghlan, así como en áreas específicas de Recoleta, donde los precios por m2 subieron de USD 1.450 a USD 1.850 en la evolución interanual.

Sin embargo, Magnin señaló que esta podría ser una de las últimas oportunidades para adquirir propiedades en estas zonas a precios relativamente accesibles, “ya que se estima que en 2025 los valores seguirán en alza”.

Mariela Blanco y Horacio Ludigliani, autores del libro Leyendas de ladrillos y adoquines, recientemente declarado de interés cultural por la Cámara de Diputados, aportan detalles poco conocidos sobre estas residencias.

Según Blanco, las casas no solo son destacadas por su arquitectura, sino también por el misterio que las envuelve, especialmente a la Maguire, erigida frente a la Casey, en Avenida Alvear 1683 Maguire, y también conocida como “El Castillo de Drácula” por su estilo gótico y el aire misterioso que la rodea. Este palacete, construido en 1898, comparte con la Casey la impronta de ladrillos a la vista y mansardas de pizarra negra, una influencia escocesa característica de su arquitecto, Charles Ryder.

Originalmente fue propiedad del ingeniero Alexander Hume y, al igual que la propiedad vecina, pasó por varias manos, entre ellas las familias Ugarte, Alzaga y Fouillerac de Duhau. Finalmente, fue adquirida por la familia Maguire, quienes aún la poseen. Hoy, la residencia se encuentra semi-habitada y es custodiada por caseros y cámaras de seguridad, lo que refuerza su halo de misterio.

Los vecinos aseguran que la casa, a la que Infobae ya se refirió hace algunos años, conserva actividad ocasional.

“Pocas veces se ve entrar o salir a alguien, aunque de vez en cuando se enciende una luz en el ático”, dice Alicia, una residente del barrio.

“Entre sus particularidades se encuentra un extenso jardín diseñado por Carlos Thays en 1913, una pileta rodeada de arcos en el subsuelo y una fachada que, aunque imponente, evidencia el paso del tiempo”, dijo Blanco.

Se trata de una de las últimas mansiones aristocráticas que se conservan en esta emblemática avenida porteña y es la única mansión que sigue como vivienda privada, a diferencia de otras que se convirtieron en hoteles o edificios públicos.

En 1893, fue escenario de una destacada muestra de arte organizada por Eduardo Schiaffino, que reunió más de 500 piezas de colecciones privadas.

En 2002, fue declarada Monumento Histórico Nacional junto a otras residencias notables de la avenida, como el Palacio Duhau y el Palacio Fernández Anchorena.

La Residencia Casey, situada enfrente, en Avenida Alvear 1690, fue construida en la década de 1880 como hogar del empresario Eduardo Casey O’Neill, reconocido por su influencia en el desarrollo agropecuario de la Argentina. Sin embargo, Casey residió poco tiempo allí, ya que la crisis económica de 1890 lo obligó a vender la propiedad.

Blanco amplió: “El nuevo dueño fue Vicente Casares, fundador de La Martona, la primera industria lechera del país. Casares amplió la residencia, que ya contaba con 30 habitaciones, añadió 12 más y otros tres baños”.

Esta residencia fue un símbolo de lujo y sofisticación en la época. Años después, la marquesa pontificia Adelia Harilaos de Olmos adquirió la casa y la remodeló con la intención de alojar al futuro Papa Pío XII en su visita al país, aunque finalmente el Cardenal Pacelli prefirió quedarse en la Nunciatura Apostólica, ubicada en una propiedad cercana.

El inmueble está distribuido en cuatro plantas diseñadas según la funcionalidad de una residencia familiar de la Belle Époque. El sótano, con ventanas al ras de la vereda, estaba destinado al personal de servicio e incluía la cocina.

En la planta baja se ubicaban los salones principales, como el comedor, el living, el hall de ingreso y una sala de billar. El primer piso albergaba los dormitorios, mientras que en la buhardilla se encontraban siete habitaciones más, también para el servicio doméstico, junto con un cuarto de planchar y un lavadero.

En 1948, la Residencia Casey fue adquirida por el Estado Nacional y desde 2021 funciona como sede de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos.

La Avenida Alvear no solo se distingue por su patrimonio arquitectónico, sino también por su posición como una de las zonas más exclusivas y costosas de la Ciudad de Buenos Aires.

Según Martín Pinus, de Martín Pinus Real Estate, los precios promedio del metro cuadrado “en esta avenida rondan los USD 2.620 para departamentos de estilo francés y pueden superar los USD 4.000 en propiedades renovadas o a estrenar con materiales de alta calidad.

La ubicación es un factor clave en la cotización de los inmuebles. Las calles cercanas al Palacio Duhau, al Jockey Club o al Hotel Alvear son las más valoradas, al igual que las manzanas entre Alvear, Posadas y Ayacucho.

Ramiro Rodríguez Melgarejo, de esta compañía, explicó que las características como balcones amplios, vistas a jardines o cochera, un bien escaso en la zona, también potencian los valores.

Recoleta atrae tanto a compradores locales como a inversores del interior del país que buscan propiedades en la capital. Este barrio combina su tradición histórica con un dinamismo renovado, impulsado por la creciente oferta de cafés, locales de diseño y galerías de arte, especialmente en el Distrito Arenales.

Además, un fenómeno reciente es el recambio generacional. Varias familias jóvenes heredan propiedades y deciden modernizarlas, revalorizan el barrio. Sin embargo, el espacio para nuevos desarrollos es limitado debido a las estrictas regulaciones sobre patrimonio.

Según Pinus, esto llevó a una fusión entre lo clásico y lo moderno, donde las fachadas de los palacetes históricos se preservan, pero sus interiores son renovados para adaptarse a las necesidades actuales.

Actualmente, hay más de 15 viviendas en venta con precios que van desde USD 350.000 hasta más de USD 2.000.000, mientras que los alquileres, totalmente dolarizados, oscilan entre USD 2.500 y USD 10.000 por mes.

“Hoy, la Avenida Alvear continúa siendo un símbolo de exclusividad, donde los precios inmobiliarios alcanzan valores que reflejan no solo la demanda actual, sino también el peso de una herencia cultural y arquitectónica única. Y las dos residencias (Maguire y Casey) son testigos del pasado y guardianas de historias que fascinan a porteños y turistas por igual”, concluyó Rodríguez Melgarejo.