Cuando el INDEC divulgue hoy el índice de inflación de noviembre dará cuenta de un fenómeno muy marcado en estos últimos meses del año: los precios corren a dos velocidades muy diferentes, generando un impacto en los bolsillos de las familias y también una cuota de desconcierto, más allá de la firmeza del Presidente Javier Milei en su mensaje por canea nacional.
“Estamos cada día más cerca de que la inflación sea poco más que un mal recuerdo. Hace exactamente un año, teníamos 15 puntos de déficit fiscal consolidado, de los cuales cinco correspondían al Tesoro y diez estaban debajo la alfombra del Banco Central. El déficit era el huevo de la serpiente de todos nuestros males, ya que sin déficit no hay deuda, ni emisión, ni inflación”, dijo anoche al cumplirse un año de su llegada al cargo.
En su mensaje, Milei prometió para 2025: “Estamos entrando a un año de baja inflación, alto crecimiento económico y, en consecuencia, un crecimiento sostenido del poder adquisitivo de los argentinos, algo que hace décadas los argentinos no viven”.
Las diferencias de velocidad ya se ven con claridad. El rubro alimentos y bebidas, por ejemplo, sube a un ritmo menor al 2% mensual. En octubre el IPC nacional había arrojado un incremento de solo 1,2%. Y en la medición de la ciudad de Buenos Aires arrojó 1,7% para noviembre. Esto significa que ya se ubica por debajo del incremento del “crawling peg”, o sea el ritmo de ajuste del dólar oficial que se mantiene en el 2%.
Sin embargo, los servicios se mantienen muy por encima de la inflación promedio, que en algunos casos se mantiene incluso por arriba del 4% mensual. En este caso entran tanto los servicios públicos, con los ajustes en luz, gas y transporte, que en realidad tuvieron sus aumentos mas fuertes a principios de año.
Sin embargo, el Gobierno precisa continuar con incrementos en general por encima de la inflación general y del “crawling peg” para controlar los pagos de subsidios. El rubro “vivienda”, que incluye estos aumentos, subió en la medición porteña 4,2% el último mes. En el caso de transporte, que incluyó la suba de 50% en el taxi, el incremento llegó a 4,7%.
Luego están los servicios que ahora dejaron de estar regulados, como la medicina prepaga o comunicaciones (como el costo del celular o el abono a Internet). En estos casos, también hay todavía una recomposición en marcha, considerando que se trata de sectores que venían muy atrasados hasta el año pasado. Lo mismo está sucediendo con las cuotas de los colegios privados.
En el caso de alimentos y bebidas, la fuerte desaceleración de precios tiene un impacto positivo en los sectores de menores recursos, que gastan la mayor parte de sus ingresos en este rubro. A su vez, la canasta básica también aumenta menos, permitiendo que la recuperación gradual de salarios permita a más familias salir de la zona de la pobreza. De hecho, las últimas estimaciones indican que este índice ya estaría a fin de año cerca del 46%, el mismo nivel que recibió Javier Milei al asumir hace ya un año. Otro sector que viene aumentando por debajo de la inflación mensual prácticamente en todo el año es el de vestimenta y calzado. En este caso, la caída del poder adquisitivo, la posibilidad de importar con muchas menos restricciones y la apertura a la competencia están actuando como un freno para los aumentos de precios. Aún así se trata de un sector que sigue muy caro en dólares en comparación con los valores internacionales.
El Gobierno apuesta a que una reducción del ajuste del dólar oficial en el primer trimestre del año también ayude a reducir más rápido la inflación, que en el último trimestre del año se ubicó en un rango de 2,6% a 3%. Sin embargo, reducir ese incremento mensual del 2% al 1% sería fundamental por ejemplo para disminuir los ajustes de los servicios públicos.
Si se avanza en ese camino, también ayudaría a descomprimir algunos aumentos indirectos generados por los aumentos de tarifas, como sucede por ejemplo en el caso de las expensas. Además, también bajarían los costos para las industrias y el sector comercial, que este año sufrió fuertes incrementos.
El ministro de Economía, Luis Caputo, indicó la semana pasada que espera un nivel de inflación del orden del 20% para el año que viene, mientras que los analistas que participan del REM elaborado por el Banco Central están bajando mes a mes sus proyecciones. Para el año que viene estiman un incremento de 28,5%, pero posiblemente sigan revisando esos cálculos a la baja en los próximos meses.