La apreciación del peso genera malestar en sectores como la industria, el agro y el turismo debido a la pérdida competitividad que deriva del actual esquema cambiario. Aunque una devaluación suele aparecer como alternativa, sus posibles consecuencias -un aumento de la inflación y una fuerte caída del poder adquisitivo-, llevan a los economistas a analizar otras opciones para compensar un tipo de cambio real en niveles bajos.
Tras la devaluación de diciembre de 2023, el Banco Central, con cepo mediante, ha mantenido un crawling peg mensual del 2%, un ritmo inferior al que marca el Índice de Precios al Consumidor (IPC) desde principios de año. En otras palabras, el Gobierno utilizó el tipo de cambio, junto con otras variables, como ancla para desacelerar la inflación. Como resultado, el peso argentino se apreció 40% y fue la moneda que más se fortaleció en el mundo, según GMA Capital.
Esto impacta directamente sobre la competitividad exportadora e incentiva las importaciones, en un contexto donde las reservas netas registran un rojo de aproximadamente USD 6.000 millones y el consumo interno aún no logra despegar completamente.
Las reservas netas registran un rojo de aproximadamente USD 6.000 millones y el consumo interno aún no logra despegar completamente
En el Palacio de Hacienda descartan una suba abrupta del dólar oficial e incluso buscan disminuir la devaluación mensual a 1 por ciento. La salida del cepo continúa siendo incierta.
En este marco, distintos economistas sugieren alternativas para mejorar la situación de los sectores afectados sin cambios drásticos en la política cambiaria.
Rocío Bisang, economista de Eco Go Consultores, afirmó: “El cepo es una traba importante, aunque pueden pensarse medidas que contribuyan a mejorar la competitividad, como estimular la inversión extranjera directa, implementar mejoras impositivas en sectores particulares que tengan potencial exportador, diseñar programas de estímulos o fomentar la inversión en investigación y desarrollo”.
Pueden pensarse medidas que contribuyan a mejorar la competitividad, como estimular la inversión extranjera directa, implementar mejoras impositivas en sectores particulares que tengan potencial exportador, entre otras (Bisang)
Sin embargo, la especialista explicó: “No son necesariamente soluciones a corto plazo y pueden tener efectos sistémicos que deben considerarse. En este sentido, a la hora de pensar un programa económico, es crucial integrar tanto lo macro -condición necesaria pero no suficiente- como lo micro”.
En la misma línea, Pablo Moldovan, de CP Consultora, dijo: “En términos estructurales, la competitividad se consigue a través del desarrollo de políticas productivas específicas, de financiamiento, de innovación, comerciales y de infraestructura. Los problemas macroeconómicos aparecen cuando la estrategia cambiaria presiona a la productividad más allá de lo que esta puede dar. Si tu política cambiaria implica apreciar el tipo de cambio real 20 puntos porcentuales por año, ninguna estrategia de competitividad puede soportar ese proceso. Por eso por lo general, la mejor estrategia para evitar devaluar es evitar procesos de apreciación excesiva o desalineada respecto de los socios comerciales”.
Moldovan advirtió: “Hoy no hay soluciones sencillas. El Gobierno tiene una estrategia de desinflación apalancada en el ancla cambiaria, lo que implica seguir apreciando el tipo de cambio. En este contexto, una apertura comercial abrupta generaría costos productivos y de empleo, en tanto que la apreciación cambiaria persistirá hasta que lo permita el ciclo financiero”.
Por su parte, Carlos Pérez, economista Fundación Capital y ex gerente general y director del Banco Central, aseguró que “la apreciación cambiaria produce riesgos en el plano financiero ya que la demanda potencial de dólares -considerando depósitos y títulos en pesos- asciende a $100 billones, mientras que las reservas netas, la oferta potencial, están en rojo”. No obstante, destacó que el éxito del blanqueo, con una significativa disponibilidad de divisas, desplazó ese riesgo hacia adelante.
La apreciación cambiaria produce riesgos en el plano financiero ya que la demanda potencial de dólares -considerando depósitos y títulos en pesos- asciende a $100 billones (Pérez)
A nivel comercial, Pérez sostuvo que, para compensar un tipo de cambio real bajo considerando la serie histórica, “es necesario reducir el costo argentino, lo que incluye disminuir la presión impositiva y los costos laborales extrasalariales. También, resulta clave generar un acceso abundante de financiamiento en el corto, mediano y largo plazo, con tasas de interés competitivas”.
Todas estas son cuestiones que vienen planteando varios sectores. Por caso, Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), afirmó en la conferencia anual de la entidad: “Queremos y podemos competir, pero en igualdad de condiciones, donde el costo argentino no haga inviable tal competencia, para lo cual es necesario un terreno equilibrado que amplíe el horizonte de las cadenas de valor que cruzan industria, agro, servicios, minería y energía, y que con la digitalización y las nuevas tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial pueda mejorar la productividad”.
Además, enfatizó: “Estamos convencidos que el marco de las políticas macro que se están llevando adelante tiene que conducir también a una nueva generación de medidas específicas que corrijan las asimetrías que la Argentina posee y que deterioran su competitividad”.
Estamos convencidos que el marco de las políticas macro que se están llevando adelante tiene que conducir también a una nueva generación de medidas específicas que corrijan las asimetrías que la Argentina posee y que deterioran su competitividad (Funes de Rioja)
El vicepresidente de la Cámara Argentina de Turismo, Aldo Elías, destacó asimismo la necesidad de medidas: “El incremento en los valores de los productos turísticos para este verano ha sido menor al de la inflación, pero necesitamos una baja de impuestos para competir con Brasil, ya que el tipo de cambio no ayuda”.
En cuanto al sector agropecuario, que mostró una importante recuperación luego de la sequía del año pasado, las principales cadenas de cultivos como trigo, maíz, soja y girasol reclamaron la eliminación de los derechos de exportación y de otros impuestos distorsivos.