La finalización del impuesto PAIS podría tener un impacto en la inflación justo en los meses en que el Gobierno busca sostener un número mensual en la zona del 2,5% para reducir el ritmo del crawling peg del tipo de cambio oficial, un escenario que según dejó saber el equipo económico, si lograra mantenerse durante un trimestre completo dejaría el terreno allanado para eliminar el cepo cambiario.
El tributo creado hace cinco años durante el inicio del mandato de Alberto Fernández dejará de estar vigente dentro de poco menos de un mes y tendrá impactos en distintas direcciones: un abaratamiento del tipo de cambio para las importaciones y para los consumos locales dolarizados y turísticos en el exterior con tarjeta de crédito, una caída en la recaudación que Hacienda buscará compensar reajustando otros tributos, pero también podría tener un efecto, aunque limitado y “por única vez” en el IPC.
Esto tendría lugar porque la eliminación del tributo implicaría que los costos de insumos para la producción o productos terminados desde el exterior se harían más baratos y eso debería verse reflejado en el precio final. Claro que se trata de un impacto no sobre el ritmo de los precios sino sobre el nivel. Esto es: la inflación no desaceleraría su nivel de variación por el fin del impuesto PAIS, sino que los precios caerían nominalmente por única vez.
La eliminación del tributo implicaría que los costos de insumos para la producción o productos terminados desde el exterior se harían más baratos y eso debería verse reflejado en el precio final
Para Portfolio Personal Inversiones, “el objetivo del equipo económico (sobre la caída del impuesto) serían los precios”. “Así como la baja de la alícuota del impuesto PAÍS de 17,5% a 7,5% habría impactado sobre el precio de los bienes, el gobierno intentaría darle un empujón más con esta baja adicional”, definieron en un informe a clientes.
“En octubre, los precios de los bienes no regulados (el total de los bienes, excluyendo combustible y tabaco, dado su alto componente impositivo), desaceleraron desde el ritmo casi constante de 3% que habían mostrado entre junio y septiembre a 1,9 por ciento. Al considerar que estos bienes representan un 65,2%, el impacto sobre el IPC sería relevante”, consideró esa Alyc. De todas formas, planteó que “aunque un cambio de una vez (no un cambio en la velocidad a la que corren los precios), que podría darse repartido entre diciembre y enero. De esta forma, el gobierno intenta atacar la reducción del ‘costo argentino’, aunque a riesgo de tensionar más las cuentas externas”, concluyó al respecto.
En el mismo sentido, Eugenio Marí, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso aseguró ante Infobae que “la baja del Impuesto PAIS tendrá impacto directo sobre el precio de los bienes transables (exportables e importables), e indirecto sobre los demás”. “Sumando, podría aportar a una baja de hasta 0,6 puntos porcentuales en el IPC, aunque distribuida a lo largo de dos meses, cómo ocurrió con la baja del impuesto PAIS de septiembre”, indicó.
“Ahora bien, más allá de este impacto de corto plazo, la reducción del Impuesto PAIS no afectará la tendencia de la inflación, que está determinada por la política monetaria. A medida que el precio de los transables se reduzca, se liberarán ingresos para que los consumidores puedan gastarlos en otros bienes y servicios, aumentando su demanda”, cerró Marí.
“Podría aportar a una baja de hasta 0,6 puntos porcentuales en el IPC, aunque distribuida a lo largo de dos meses, cómo ocurrió con la baja del impuesto PAIS de septiembre”, dijo Eugenio Marí, de Libertad y Progreso
El timing de la caída del impuesto PAIS, entonces, no es menor. El Gobierno anunció tras el dato de inflación de octubre, que fue de 2,7%, que la variación del IPC de los próximos cinco meses serán una de las claves para determinar el fin de los controles cambiarios durante los primeros meses del 2025. En ese sentido, el presidente Javier Milei especificó que un primer objetivo será poder sostener un trimestre de inflación general en la zona del 2,5% (deberían ser noviembre y diciembre porque octubre ya está incluida en esa consideración).
El Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que elabora el Banco Central marcó que el consenso de mercado es que el IPC podría ser de 2,9% en noviembre, con un recalentamiento hacia la zona del 3,2% en diciembre por los tradicionales aumentos de precios de fin de año. Si eso se cumpliera, el requerimiento de inflación para liberar el cepo quedaría más lejos. Pero si el escenario trazado por el Gobierno se cumpliera y el último bimestre tuviese un IPC similar al de octubre, desde enero el tipo de cambio pasaría a actualizarse a ritmo de 1% mensual, luego de un año entero de hacerlo a 2 por ciento.
Ahí comenzaría otra cuenta regresiva: la siguiente etapa tendrá como requisito poder sostener ese 1% de crawling peg. El dato de inflación (mayorista o general) será relevante para saber si los bienes -que componen casi el 70% de la canasta total del IPC- convergen a ese 1%, es decir, si la medida de hacer más lento el dólar oficial fue efectiva. De acuerdo a las estimaciones privadas, el impacto del fin del impuesto PAIS tendría lugar precisamente en esos meses críticos.
En el caso de que todas esas condiciones macroeconómicas fueran cumplidas, aún así la salida del cepo todavía tendría otro tipo de desafíos. El principal, para el Gobierno, es contar con una cantidad suficiente de reservas netas para poder afrontar cualquier demanda contenida por los controles cambiarios. Según mencionó recientemente el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, una de las cuentas que mira el equipo económico con especial atención es el de los dividendos de multinacionales, cuyo giro al exterior está prohibido por el cepo desde 2019.