La normalización del mercado cambiario está generando “distorsiones” imprevistas en el meollo de tipos de cambios que todavía rige en la economía argentina. La celebrada convergencia de los distintos dólares, un objetivo más que deseable de cara a la unificación cambiaria, está produciendo “anomalías” nunca vistas en tiempos de cepo. Es que nunca antes, vale aclarar, la brecha cambiaria fue tan corta. A tal punto que, dada la baja de los dólares financieros, para los importadores la brecha es negativa y, del lado de los exportadores, el beneficio del dólar blend se volvió completamente irrelevante.
De hecho, la diferencia entre el dólar mayorista de $1003 y el dólar exportador, levemente inferior a $1025, es de apenas 2% lo que induce a pensar que su eliminación no tendría mayores efectos. Incluso, en la medida que esa diferencia se vuelva incluso menor, no existe prácticamente ningún incentivo para los exportadores a la liquidar de manera diferenciada. Y, si bien se produce la paradoja de que la caída del precio del dólar contado con liquidación licúa la mejora del tipo de cambio, también es cierto que la reducción de la brecha cambiaria los vuelve más competitivos e incluso compensa parte del atraso cambiario respecto de principios de año, cuando el tipo de cambio real era más alto pero también lo era la diferencia entre cotizaciones a la hora de importar insumos y redolarizar sus ganancias.
Claro que, al menos en el caso de los productores de soja, el desafío respecto del nivel del dólar es la caída del precio internacional del grano, sobre el que pesan las retenciones por las que el sector no deja de reclamar.
“Con los dólares del blanqueo se destrabó el programa económico y la nominalidad empieza a comprimirse, tanto en tasas como en precios”, apuntó la consultora EcoGo
También en el caso de los importadores, la reducción de la brecha cambiaria igualó los tantos. En rigor, el dólar mayorista más la tasa de 7,5% del impuesto PAIS arroja un dólar para importar igual al CCL (entre $1111 y $1112), lo que podría tener alguna implicancia en la demanda de divisas en el mercado oficial. Sin embargo, también en este segmento opera una dinámica marcada por el particular contexto que generó el blanqueo y que hace que, ante la calma del dólar, los importadores no se apuran en pagar sus compras al exterior sino que recurren al crédito para aprovechar las tasas de interés.
“Ahora se llama carry trade, antes se decía bicicleta. Los importadores prefieren endeudarse a pagar las importaciones”, advirtió hoy el economista Hernán Lacunza, quien consideró que el nivel de tipo de cambio es eventualmente el único flanco débil del programa económico pero que, de todo modos, puede perdurar. “Es probable que si se queda corto de crecimiento (el Gobierno), veamos un tipo de cambio más alto pero también así puede durar mucho tiempo”, afirmó el economista.
Lo cierto es que en la jornada del miércoles, los dólares financieros cedieron por sexta rueda consecutiva, lo que redujo el valor a su mínima expresión en períodos de cepo cambiario. De hecho, es la brecha más corta desde que asumió la gestión de Javier Milei y desde fin de agosto de 2019, a dos semanas del resultado de las PASO de ese año.
El dólar “contado con liquidación” y el MEP, operados pasado el mediodía a $1.111 y $1.073, respectivamente, los valores nominales más bajos desde el 17 de mayo. Así, la diferencia entre el dólar Bolsa y el oficial es de sólo 6,9 por ciento.
Detrás de ese fenómeno se encuentra el cambio de escenario que produjo el blanqueo, con un imprevisto ingreso de dólares que generó una impensada liquidez en el mercado. “Con los dólares del blanqueo se destrabó el programa económico y la nominalidad empieza a comprimirse, tanto en tasas como en precios”, apuntó la consultora EcoGo. “El próximo paso será la compresión del tipo de cambio, que está mutando de ser un factor de ancla de la nominalidad a ser un factor de inercia, que induce la inflación de acuerdo a las autoridades económicas”, añadió.