La elección de Robert Lighthizer por parte de Donald Trump para que vuelva a ser, como durante su primera presidencia, el representante comercial de los Estados Unidos (USTR, según la sigla en inglés) es un mensaje claro de que el ex y próximo jefe de la Casa Blanca aplicará una política comercial dura, en especial con China.
Durante su campaña Trump dijo que aplicaría un “arancel universal” del 10% (en un discurso habló incluso del 20%), sobre el grueso de las importaciones de cualquier bien u origen, aranceles “recíprocos” en caso de excesos por parte de algún socio comercial, y aranceles de 60% o más sobre las importaciones desde China, al que considera un competidor desleal, que vía subsidios y dumping “chupa” ingresos de EEUU y con ese mismo dinero se apropia de activos norteamericanos y disfruta de su renta.
Detrás de buena parte de los argumentos y datos de Trump está Lighthizer, un político y abogado de 75 años, oriundo de Ohio, un estado industrial, de carrera política sólidamente vinculada al partido republicano y recorrido profesional no menos sólidamente asociado a intereses fabriles, en particular a la industria del acero, cuyos intereses defendió durante tres décadas desde Skaden Arps, firma de lobby con sede en Washington DC.
Durante la campaña electoral, invitado por The Economist, Lighthizer ratificó sus credenciales de halcón proteccionista y consejero de Trump criticando a los “puristas del libre comercio” que demonizaron las tarifas cuando en realidad, dijo, fueron una herramienta fundamental para que EEUU pasara de ser un país agrícola en el siglo XIX a ser la primera potencia económica y política mundial, industria incluida, a partir del siglo XX. Posición que, según el elegido de Trump, fue puesta en riesgo por las rebajas arancelarias y las políticas de libre comercio de las últimas décadas.
Litghtizer dio razones “económicas, geopolíticas y morales” a favor de aplicar aranceles para reducir el déficit comercial y “rejuvenecer” a la industria norteamericana. Y dijo que las tarifas a aplicar sobre China de las que habló Trump en su campaña, “están diseñadas para ayudar a América a prevalecer en la competencia geopolítica”. Los puristas que dicen que las tarifas son siempre buenas o malas, escribió, se guían por teologías, no por razones. La verdad, afirmó, “es que en el mundo real son a menudo beneficiosas”.
En cambio, afirmó, tras el fin de la guerra fría, las bajas tarifarias y medidas de libre comercio de Washington llevaron a EEUU a acumular USD 17 billones (millones de millones) de déficits comerciales en los últimos 24 años y a que inversores extranjeros sean hoy dueños de USD 18 billones de activos situados en EEUU, de los que ganan rentas a expensas del “trabajo norteamericano.”
Los masivos déficits comerciales, dijo, son una carga sobre la economía de EEUU y su contraparte son países que, como China, tienen superávits persistentes a partir de deprimir artificialmente la demanda global y usar “masivas distorsiones” para inundar terceros mercados.
Según Lighthizer a eso se debe el “colapso” de la industria de EEUU, país que –enumeró–- inventó la PC, “y hoy casi ninguna se hace aquí”, en los 70s y 80s lideró al mundo en producción de semiconductores (chips), pero hoy explica apenas 12% de la producción mundial y, en el caso de los más avanzados, es “totalmente dependiente” de las importaciones.
Litghthizer dice que las “ventajas comparativas” de las que habla la teoría económica no tienen nada que ver con eso. Y de vuelta apunta a Asia; a Corea del Sur por el acero, a Taiwán por los chips y a China porque –subrayó– su dominio industrial surge de una mezcla de subsidios, distorsiones internas, leyes laborales laxas y ventajas diseñadas para ganar mercados externos.
Si bien la industria explica solo 11% del PBI de EEUU, afirmó Lighthizer, de ella deriva el 35% del aumento de la productividad y el 70% de la investigación y desarrollo que propulsa el avance tecnológico. La gran evidencia del fracaso de las políticas de libre comercio sería el estancamiento de las clases media y baja de EEUU, que llevaron a un fuerte aumento de la desigualdad de riquezas: el 1% de los americanos más ricos –precisó– detenta actualmente más que el 60% de la clase media.
Cómo negoció con China
Lighthizer afirma que durante el primer gobierno de Trump, antes de la pandemia, el ingreso de las familias de clase media norteamericanas había aumentado más del 10% y se habían creado 419.000 empleos industriales.
Cabe recordar que a mediados de 2017 Trump , con Lighthizer a cargo de la representación comercial de EEUU, inició una guerra comercial con China, basada en la “Sección 301″ de la ley de Comercio, que llevó a principios de 2019 a la firma de un acuerdo e inicio de la “Fase 1″ para reducir la importación de “bienes estratégicos” desde China. La importación de chips chinos llegó a caer 72% y la imposición de una tarifa del 25% sobre las compras de acero chino generó inversiones por USD 22.000 millones en acerías en EEUU, precisa Lighthizer.
Aquella vez, tras firmar el acuerdo negociado por el ex y futuro USTR, Trump declaró: “Quiero agradecerle al presidente Xi Jinping, que está viendo. Voy a viajar a China en un futuro no muy distante. Es un muy buen amigo mío. Representamos países diferentes, pero desarrollamos una relación increíble”.
Esta vez, el gobierno de Trump presionaría a China desde el primer día e incluiría cuestiones como la fabricación de baterías (mayormente de ion de litio) y de vehículos eléctricos, para evitar ser “inundados” por baterías y vehículos chinos, algo que explicaría al menos en parte en parte el fervor de Elon Musk, principal accionista de Tesla, en la campaña de Trump, en el que se hará cargo del “Departamento de Eficiencia Gubernamental”.
El impulso mercantilista y proteccionista de la campaña de Trump no es, más allá de su énfasis, un trueno en un día de sol. El gobierno de Biden y la campaña de Kamala Harris no fueron ajenos a esas tendencias, sobre la que la Organización Mundial del Comercio (OMC), advirtió a la próxima Cumbre del G20, a realizarse la próxima semana en Brasil.
“Las medidas restrictivas del comercio introducidas por las economías del G20 aumentaron significativamente en alcance durante el ultimo año”, dice el 31er Trade Monitoring Report publicado este miércoles por la entidad, de la que Lighthizer tiene fuertes recelos. “Estas medidas están creando incertidumbre para la economía mundial”, alertó Ngozi Okonjo-Iweala, director general de la OMC, y pidió a los líderes del G20 “abstenerse de adoptar nuevas restricciones que podrían empeorar la perspectiva económica mundial”.
¿Qué significa todo esto para la Argentina?
Por de pronto, que a diferencia de la política aperturista de Javier Milei, Trump aplicaría una proteccionista, de la que cabría esperar efectos comerciales y macroeconómicos.
La Argentina podría levantar su perfil como socio y proveedor clave para EEUU de al menos dos “minerales críticos”. Uno que ya produce y del que están en aumento las inversiones y la producción, como el litio, y otro no menos clave del que tiene una plétora de proyectos por decenas de miles de millones de dólares, el cobre.
De hecho, el informe 2024 del Departamento de Geología de EEUU (USGS, según su sigla en inglés), destacó que la Argentina posee las terceras reservas mundiales de litio, y un informe del Baker Institute, un think tank de Texas nombrado en honor a James Baker, exsecretario de Estado de EEUU, destacó que a diferencia de Chile, que detenta las primeras reservas mundiales de litio, el contexto jurídico es mucho más favorable y el monto de inversiones en marcha es mucho más elevado en la Argentina.
En el aspecto comercial, dijo a Infobae Felipe Frydman, diplomático y economista que trabajó en legaciones en EEUU, Europa y Asia, lo primero a saber es qué sucederá realmente entre EEUU y China.
Si China ve achicado su ingreso comercial a EEUU, aumentaría la presión sobre otros, en particular en el sector industrial. “Pero eso está sujeto a negociación; en 2019 lo que hubo fue una negociación, China debía aumentar las compras de bienes de EEUU”. Luego ganó Joseph Biden y el tema desapareció del radar. Ahora la negociación, dijo Frydman, podría incluir a México, a través del cual China vende indirectamente a EEUU.
México, socio de EEUU en el USMCA, el ex Nafta renegociado por Litghthizer en nombre de Trump, es el país del mundo que más exporta a EEUU: USD 379.000 millones en los primeros 9 meses de este año. China es el segundo, con USD 322.000 millones en igual lapso, pero allí no se cuentan sus ventas de insumos a México, que luego vende el producto final a EEUU.
El déficit de EEUU con China
En 2023 China exportó directamente a EEUU por USD 477.200 millones y le importó por USD 174.800 millones, con un superávit bilateral (déficit de EEUU) de USD 279.400 millones. Y en los primeros 9 meses de este año el saldo a favor de China fue de USD 217.464 millones.
Según Frydman, si Trump, con Lighthizer como espada, llegara a aplicar 60% de arancel a los productos chinos, provocaría un descalabro económico. “La empresas que financiaron a Trump pondrían el grito en el cielo, esas cosas se van a negociar”, señaló. Y no se trata solo de comercio: ya rigen limitaciones a la cotización de firmas chinas en Wall Street o a la adquisición de empresas o activos en sectores estratégicos.
“Se supone que China va a negociar, la inestabilidad en el mercado internacional no le conviene a las empresas ni a los países. Veremos hasta dónde negocian. Lo que está en juego es la relocalización de algunas empresas. No sé si tantas quieren hacerlo, porque los salarios en EEUU son mucho más altos. Hay que ver si las amenazas de campaña se concretan o son un elemento de persuasión similar a cuando China se comprometió a aumentar las compras a EEUU”, dijo Frydman.
Un acuerdo similar, acotó Frydman, podrían perjudicar, por caso, México y Brasil. “Si hubiera acuerdos que dan lugar a desvíos de comercio, hasta podría plantearse una denuncia ante la OMC”, señaló.
En cuando al comercio agrícola, desde el sector agroexportador señalaron que China ya se anticipó a posibles medidas de EEUU e importó mayores volúmenes de soja de Brasil. Hacia adelante, habrá que ver si la Argentina coloca más exportaciones agroindustriales, pero que China compra casi exclusivamente poroto, no aceite ni harina de soja, sujetos a licencias que no autoriza. A su vez, en exportaciones de carne vacuna y del sector pesquero los chinos son negociadores durísimos, que pagan siempre el menor precio posible.
Es muy difícil, en tanto, que EEUU se abra al ingreso de acero de la Argentina. En vistas de eso, en 2013 Tenaris, una de las empresas del Grupo Techint, invirtió USD 1.500 millones para producir acero en Bay City, condado de Matagorda, al sur de Texas, complementando inversiones realizadas en 2006 y 2007, para explotar desde cerca el boom petrolero de la Cuenca Permian, la “Vaca Muerta” de EEUU.
Otro sector, el del biodiesel, considera casi imposible que EEUU vuelva a abrirle ese mercado a la Argentina.
La macro y sus efectos
En macroeconomía, la visión de economistas como Larry Kudlow, miembro del primer Consejo de Asesores Económicos de Trump, es que la baja del impuesto a las Ganancias que este prometió en la campaña generará una ola de inversión que impulsará el crecimiento y la competitividad de EEUU.
Pero David Wilcox, ex funcionario de la Fed (Banco Central) de EEUU, hoy en el Peterson Institute, un think tank de Washington, cree que el mix de alza de tarifas, medidas contra los inmigrantes y posible interferencia de la Casa Blanca en la Fed, aumentará la incertidumbre y restará dinamismo a la economía de EEUU. Y según Robin Brooks, de Brookings Institution, otro think tank, un aumento de aranceles llevará a un aumento de la inflación y, por esa vía, a que la Fed vuelva a aumentar las tasas de interés. Esto a su vez reforzaría el dólar, deprimiría el precio de las materias primas y dejaría offside a países que dependen de exportaciones primarias y tienen su moneda fija o semifija respecto del dólar, como la Argentina.
Para Lighthizer, son argumentos erróneos. De hecho, recordó en la nota publicada por The Economist, las tarifas aumentaron en el primer gobierno de Trump, la inflación se mantuvo debajo del 2 % y un centro “tan ardientemente anti-tarifas como el Peterson” –el lugar en que trabaja Wilcox- halló que el aumento tarifario de Trump bajo la sección 301 (el que llevó al acuerdo de 2019 con China) significó un aumento de la inflación anual de apenas 0,26 puntos porcentuales.
Además, observó el funcionario re-elegido por Trump, los países con superávits comerciales tienden a tener menores tasas de inflación que aquellos con déficits. “Eso sugiere –escribió- que hay muy poca correlación entre la protección de la economía doméstica y la tasa de inflación”. La principal razón de la inflación en EEUU, argumentó, no son las tarifas, sino el precio de los combustibles, los alimentos y los servicios de salud, ninguno de los cuales está afectado por los aranceles a la importación.
La apuesta de Milei
Por cierto, el presidente Javier Milei apunta a una relación lo más directa posible con la Casa Blanca que facilite, amén de un mejor trato con el FMI, aspiraciones como un Tratado de Libre Comercio con EEUU e inversiones en sectores como economía del conocimiento, nuevas tecnologías e inteligencia artificial.
No en vano su visita a Trump este jueves será su décimoquinto viaje al exterior desde que es presidente; buena parte de esas visitas se orientó al contacto directo y personal con líderes Hi Tech, agenda que trabajó su jefe de asesores, Demián Reidel, y se ratificó con la designación como embajador en EEUU de Alec Oxenford.