El presidente Javier Milei fue contundente ayer al confirmar que el plan económico no se moverá un ápice de su objetivo central: llevar la inflación a cero lo antes posible. En ese camino, lo que hasta hace algunos meses era un ancla fundamental, ahora se convirtió en un lastre para lograr el objetivo. De ahí que el mandatario anunció que si en los próximos meses se confirma la baja de la inflación publicada ayer por INDEC, el ritmo de devaluación se reducirá a la mitad. Eso a pesar del acelerado proceso de apreciación cambiaria o, dicho a la inversa, de atraso del dólar. Se trata de la principal variable sobre la que advierten macroeconomistas y también analistas del mercado financiero.
Pero eso no es una preocupación para Milei ni para el equipo económico. Lejos de eso, la mirada está puesta únicamente en el índice de precios cuya suba ahora, según la perspectiva oficial, está siendo alimentada en vez de contenida por el crawling de 2% mensual. Es lo que planteó el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, en una presentación que difundió horas antes de que el propio Milei anunciara la decisión.
“Si le restamos la inflación inducida (devaluación prefijada + la inflación internacional), la inflación monetaria viene viajando al 0,2% mensual, esto es, 2,4% anual. De confirmarse dos meses más esta inflación se bajará la devaluación mensual al 1%”, dijo el mandatario en su cuenta de X. De ahí que la “devaluación prefijada”, según Werning, “fue un ancla pero hoy, a medida que las expectativas inflacionarias convergen hacia él, actúa más como un factor de inercia”.
El timing para ese ajuste de la política cambiaria también quedó explícito: si los actuales índices de inflación se sostienen en los próximos dos meses, entonces se llevará el crawl al 1% mensual. Y con tres meses de ese 1% mensual de devaluación, agregó Milei en su presentación ante la Fundación Endeavor, se podrá liberar el cepo.
Es altamente probable que en noviembre se vuelva a registrar una baja de inflación de algunas décimas pero se asume que en diciembre habrá un leve salto. Sería entonces enero el mes que desempate con lo cual, tal como pronosticó el economista más escuchado por el Gobierno, Ricardo Arriazu, a principios del mes pasado, seguramente ese movimiento se verá en febrero.
Hasta que eso ocurra, el dólar se puede seguir atrasando. Es lo que se vio en la última semana, cuando el impacto del triunfo electoral de Donald Trump en Estados Unidos generó presiones devaluatorias en las monedas de la región, particularmente el real brasileño. El peso de la moneda de Brasil en el índice de tipo de cambio real multilateral (TCRM) que elabora el Banco Central es clave, por lo que en apenas días, el índice cayó a mínimos y se ubicó 81 puntos, el mismo nivel que heredó Milei cuando asumió. De mantenerse esa tendencia puede ser, según los analistas más respetados del mercado, una dificultad. “Es importante que no se profundice demasiado el sell-off en mercados emergentes (que hasta ahora no nos afectó en absoluto) porque el programa se basa en una marcada apreciación del tipo de cambio real que puede generar inquietud si el real (brasileño) y la soja extienden su debilidad de los últimos meses”, apuntó en un informe reciente la consultora 1816.
Otra vez, al menos por ahora, eso es una preocupación para todo el sector productivo y para los exportadores, principalmente agropecuarios, pero no para el Gobierno. “Se consolida la desinflación con recuperación económica y corrección de precios relativos. La inflación converge al crawling del tipo de cambio más la inflación de Estados Unidos: se estabiliza el tipo de cambio real bilateral en niveles de enero de 2016 pero con mejores fundamentals. Con tasas reales endógenamente positivas y el BCRA comprando dólares en el MULC”, celebró ayer el director del Banco Central y asesor de Luis Caputo, Federico Furiase.