El cambio de signo político en la Casa Blanca desde el próximo 20 de enero podría implicar un giro en la dirección de la política económica de los Estados Unidos y eso impactará, de maneras que todavía son discutidas en el mercado, en la hoja de ruta del plan económico del Gobierno argentino. Una de las preguntas centrales es si se allana el terreno para un retorno a los mercados internacionales de deuda.
Es una posibilidad que desde el equipo económico marcaron como uno de los objetivos a lograr en algún momento de 2025. El ministro de Economía, Luis Caputo, llegó a arriesgar en una entrevista con el diario inglés Financial Times que esa podría ser la vía para refinanciar los vencimientos de bonos en moneda extranjera de julio.
La baja del riesgo país por debajo de los 900 puntos este miércoles, tras la victoria de Donald Trump en las elecciones, acerca ese número a la zona en que el mercado cree que tendría sentido financiero salir a emitir deuda en el mercado internacional, una puerta que se le cerró a la Argentina en el inicio de la crisis financiera durante el gobierno de Cambiemos, en abril de 2018.
El nivel de riesgo país no sería la única condición que debería atender el Poder Ejecutivo para activar un retorno al mercado internacional, según un informe reciente de la consultora Analytica que pasó en limpio qué condiciones juegan hoy a favor o en contra del Gobierno para dar ese paso. Una diferencia con la última “ventana” de salida al mercado -entre 2016 y 2018- es la existencia de fuertes controles cambiarios.
El nivel de riesgo país no sería la única condición que debería atender el Poder Ejecutivo para activar un retorno al mercado internacional. También impactan la cantidad de reservas, el plano fiscal y el contexto internacional
El análisis de la consultora que dirige Ricardo Delgado mencionó que, a favor del Gobierno, el plan económico “tiene mejores resultados fiscales y también de cuenta corriente, esto último con tendencia a revertirse”. Puesto en números: en 2016, cuando retornó la Argentina al mercado externo, el déficit de cuenta corriente mensual era de USD 2.886 millones, en 2017 de USD 1.465 millones y en 2018 por USD 2.110 millones. Este año ese número es menor, de USD 1.215 millones. Sobre este punto, Analytica lo resumió como una luz amarilla en un semáforo imaginario sobre la vuelta al mercado internacional de deuda.
En verde aparece el mencionado resultado fiscal, tanto primario como financiero. En 2018, el déficit primario medido en términos mensuales llegó a ser de 0,32% del PBI y de 0,54% del Producto. En contraste, todo el 2024 fue superavitario.
La tarea pendiente, consideró esa consultora, es que el Gobierno “no logró salir de números negativos en las reservas internacionales netas”. “A su vez, el stock de deuda bruta al igual que el riesgo país son más altos. Por último, para el resto del mundo el financiamiento también es más caro”, resumió. Hay cuatro puntos principales que remarcó Analytica:
-Entre el 2016 y 2018 las reservas eran fuertemente positivas, y llegaron a superar los USD 10.000 millones en 2017. En este sentido, contrasta con las condiciones actuales de las arcas del BCRA.
-El gobierno libertario acumula nueve meses consecutivos con superávit fiscal primario y logró ocho meses de superávit financiero, “lo cual no se observa en las emisiones anteriores y brinda una señal positiva de cara a la disponibilidad de recursos para afrontar los pagos”, consideró Analytica.
-Los déficit de cuenta corriente fueron mayores durante la última oportunidad en que la Argentina salió al mercado internacional, pero los superávit de la cuenta financiera eran más altos, lo cual permitía financiar ese primer desequilibrio. “Hoy la situación es distinta por el peso que tienen los pagos de deuda y por la limitada entrada de capitales como consecuencia del cepo”, plantearon.
-El cuarto punto es el contexto internacional: para la consultora, en ese momento resultaba más favorable porque las tasas de interés de Estados Unidos eran más bajas. “Cabe señalar, sin embargo, el inicio del sendero descendente de tasas de la Reserva Federal iniciado en septiembre”. Como interrogante planteó Analytica si tras la victoria de Trump cambiará la política de la Fed. “No hay grandes diferencias en el atractivo de los mercados por los activos latinoamericanos. La caída del EMBI (riesgo país) argentino se explica mayormente por factores propios, principalmente el incremento de la demanda de activos de renta fija locales por el blanqueo. Así el ratio EMBI Argentino/EMBI Latino se redujo desde el 3,2 el 5 de agosto al 2,2 el 29 de octubre”, consideraron.
Como conclusión, desde la consultora dijeron que “luce difícil que el gobierno pueda reducir el costo del financiamiento sin acumular reservas y sin levantar las restricciones cambiarias, dado que son las principales diferencias que se observan en todas las emisiones con respecto al contexto actual”. También habrá que poner un ojo sobre la necesidad de tener autorización parlamentaria para tomar deuda de ese tipo.
El cuarto punto es el contexto internacional: para Analytica, en ese momento resultaba más favorable porque las tasas de interés de Estados Unidos eran más bajas. La victoria de Trump podría devolverle recorrido al alza a la Fed
Los efectos que podrá tener la nueva política económica y comercial de un gobierno republicano en la Casa Blanca siguen siendo discutidos en el mercado. Para el fundador de Adcap Grupo Financiero Javier Timerman, “en un escenario de tasas altas y proteccionismo, vamos a tener una suba del dólar en el mundo, baja en las commodities producto de la suba del dólar y eso va a afectar a la Argentina; por el lado positivo, se puede decir que la relación Trump-Milei puede destrabar algún tipo de desembolso, pero también hay que pensar que EEUU va a contribuir menor al multilateralismo”, indicó.
Un informe de esta mañana de Portfolio Personal Inversiones (PPI) señaló que “si logra implementar tarifas agresivas a las importaciones y recortar impuestos a nivel interno, la principal divisa del mundo podría fortalecerse. Esta dinámica podría ser perjudicial para los países emergentes”.
En este sentido, la particularidad argentina siguen siendo los controles cambiarios. “Dado que el país se encuentra bajo un régimen de tipo de cambio administrado con cepo, es probable que el peso argentino no se deprecie, a contramano del resto de las monedas del mundo y la región. Es decir, las chances de que la apreciación real del peso se profundice son altas”.
Por último, PPI se planteó como pregunta cuáles son los riesgos de un peso más apreciado. “La cuenta corriente podría profundizar su déficit (tanto por bienes como por servicios), por lo que para el esquema ‘cierre’ sin desacumulación de reservas sería necesario un superávit de cuenta financiera mayor” y para eso, ven que más allá de los dólares del blanqueo “difícilmente se extienda en el tiempo el superávit financiero si los controles de capitales y cambiarios no se desmantelan”. Queda, como bala de plata, algún acuerdo financiero rápido con el FMI.