
Con miles de argentinos viajando al exterior cada año en una proporción muy superior a los extranjeros que visitan la Argentina, la fuga de dólares por turismo se ha convertido en un fenómeno que inquieta a economistas y autoridades, especialmente en un contexto de escasez de reservas en el Banco Central.
Además, la notable baja en las cotizaciones de los dólares financieros en octubre, como el MEP y el CCL, plantea ahora nuevas interrogantes sobre cómo afectará esta fluctuación al turismo emisivo y receptivo.
Según los últimos datos publicados por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), la cuenta corriente cambiaria es claramente deficitaria en la parte de servicios, donde se incluyen todos los intercambios de divisas relacionados con el turismo. En el acumulado de los primeros nueve meses del año registró un déficit de USD 3.075 millones en ese ítem. Sólo durante septiembre salieron USD 650 millones más de los que entraron por esa vía.
En lo que respecta específicamente a los gastos e ingresos por “viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta”, los números del BCRA revelaron que entre enero y septiembre 2024 ingresaron USD 1.911 millones por los turistas extranjeros que visitaron a la Argentina, pero salieron del país USD 5.850 millones, producto de gastos de los argentinos en el resto del mundo. El movimiento neto de divisas de la balanza turística fue deficitario en USD 3.939 millones.
José Vargas, economista y director de la consultora Evaluecon, destacó que el déficit en la balanza turística es un problema que se ha acentuado en los últimos años debido a la falta de competitividad para el turismo receptivo.
“Dejamos de ser competitivos para el turismo receptivo por nuestro tipo de cambio y por cómo ha variado el tipo de cambio en los socios comerciales (Brasil, Uruguay, Chile)”, comentó Vargas. Además, explicó que, debido al “dólar relativamente bajo”, para los argentinos es más conveniente viajar al exterior que hacer turismo interno, especialmente considerando la inflación.
Esta situación ha impulsado el consumo de servicios turísticos en el extranjero, como el uso de tarjetas de crédito, hotelería y gastronomía.
Vargas observa que el fenómeno podría mantenerse durante los próximos seis meses, a menos que haya cambios significativos en la política económica del Gobierno.
“Habrá que ver a fin de diciembre qué pasa con el Impuesto PAIS y si se modifica o no el dólar turista.

Por su parte, Daniel Garro, economista y director de Value International Group, argumenta que, aunque el dólar utilizado en el exterior mediante tarjetas de crédito tiene un valor elevado en pesos, la combinación entre los precios externos y el atraso en ciertos tipos de cambio hace que, en algunos casos, resulte más económico gastar en otros países.
“Hay un atraso con respecto a cómo se están moviendo los precios dentro de Argentina. Por otro lado, lo que se compra y usas afuera, ya sea con MEP o libre, esos dólares se consiguen muy baratos”, sostuvo Garro.
Garro resalta que, en destinos cercanos como Brasil y Chile, se consiguen precios atractivos para los argentinos, en parte porque esos países también han sufrido devaluaciones recientes. “En Brasil y Chile se consiguen productos muy baratos porque la carga impositiva es más baja que en la Argentina. Además, ahora los bancos habilitan a que se lleven dólares para comprar”, afirmó.
Esto ha llevado a un aumento en el número de argentinos que prefieren viajar y consumir en el extranjero, y, por el contrario, la cantidad de turistas extranjeros que ingresan al país ha disminuido.

El impacto de la devaluación en países vecinos también es motivo de preocupación para las economías regionales de Argentina. Garro advierte que “si el real se sigue devaluando, van a estar más complicados de lo que ya están por la baja de los precios internacionales”, puntualizó.
Fenómeno estructural
Gustavo Reyes, economista del Ieral (Fundación Mediterránea), tiene una perspectiva diferente. Desde su punto de vista, el problema no es un atraso cambiario sino una carga impositiva excesiva en el mercado local. “Que los argentinos compren en Chile ropa, zapatillas, tecnología es normal, porque los impuestos en Argentina son muy altos y nuestro país no tiene una ventaja comparativa”, dijo a Infobae. Y agrega que esto hace que muchos bienes sean naturalmente más económicos en otros países.
“Asimismo, Argentina tiene ventaja comparativa en otros productos en los que es más competitiva que los países vecinos, pero eso no tiene que ver con el tipo de cambio, sino con una cuestión productiva”, subrayó.

Para Reyes, no existen síntomas de atraso cambiario en Argentina: “Cuando hay atraso, el mercado tiene expectativas de devaluación, empieza a aumentar las tasas de interés y la economía entra en recesión. Hoy el mercado está comprando dólares, la inflación está bajando, la tasa de interés está bajando y la economía se está recuperando”.
Según su análisis, el tipo de cambio no es la principal razón detrás del incremento de las compras en el exterior, sino la diferencia estructural de precios y carga impositiva con países vecinos.
Posibles efectos
Una de las preguntas clave es cómo el déficit en la balanza de turismo de divisas afecta a las reservas del Banco Central.
Daniel Garro considera que la situación actual ha cambiado en comparación con años anteriores, ya que muchos argentinos ahora pagan sus deudas de tarjeta de crédito en dólares con los obtenidos en el mercado bursátil (MEP), en lugar de hacerlo en pesos, lo que reduce el impacto directo en las reservas.
“Hoy no hay una pérdida tan grande de reservas. Antes no podías hacer nada de eso, entonces sí o sí el Banco Central perdía reservas, porque no podías pagar en dólares”, explicó el economista.
A pesar de estas alternativas, el impacto de los gastos en turismo sobre las reservas continúa siendo significativo. José Vargas resalta que la gestión del tipo de cambio en los próximos meses será crucial para evitar una mayor fuga de dólares. “Es una luz de alerta para el Gobierno. Con respecto a estas políticas tiene que generar algo de forma adicional para que la fuga sea menor”, comentó.
Para muchos analistas, la situación expone los desafíos de una economía que depende de un tipo de cambio competitivo para atraer turismo extranjero y contener la salida de divisas. Aunque el tipo de cambio oficial no presenta un atraso evidente, Vargas considera que este contexto convierte a la Argentina en un destino menos atractivo en comparación con otros países de la región, donde el poder adquisitivo del dólar es mayor.

Para Reyes, no se trata únicamente de la cuenta de turismo, sino de considerar el balance general. “Estamos viendo una cuenta, pero no estamos viendo la cuenta corriente completa. Es la diferencia del ingreso total menos el gasto total. En los primeros nueve meses del año, en la misma cuenta corriente base caja, el saldo es casi USD 12.000 millones positivo”, explicó.
Desde esa visión, el tipo de cambio no necesitaría ajustarse a corto plazo, y acelerar el crawling peg podría llevar a una presión inflacionaria no deseada.
Desafíos y expectativas a futuro
Los expertos coinciden en que el manejo de la política cambiaria a partir de diciembre será clave para determinar el impacto que el turismo tendrá sobre la economía argentina en el mediano plazo. Con el vencimiento del Impuesto PAIS a fin de año, se espera que el Gobierno tome decisiones que impacten directamente en el costo de viajar al exterior y, por ende, en la fuga de dólares.
Para Vargas, una corrección en las políticas de promoción turística interna y el mantenimiento de un tipo de cambio competitivo podrían ayudar a equilibrar la balanza. Sin embargo, advierte que, sin una respuesta clara, es probable que el turismo siga siendo un factor de presión sobre las reservas argentinas.
Garro, por su parte, agrega que, aunque el uso de dólares bursátiles es una medida que ayuda en el corto plazo, las condiciones externas, como la devaluación de monedas en países vecinos, continuarán representando una ventaja para los argentinos que deciden viajar al exterior.
El sector turístico argentino enfrenta así un escenario complejo, donde los incentivos económicos para viajar al exterior y la escasez de reservas configuran un panorama desafiante para la economía nacional.
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