En un contexto en el que comienzan a aparecer algunos números positivos en materia de consumo pero otros aún demuestran estancamiento, y ante una realidad socio-económica sumamente compleja para gran parte de la sociedad, que sin embargo resiste a la espera de un cambio, el analista de consumo y titular de la consultora W, Guillermo Oliveto, dialogó con Infobae acerca de la situación actual, el nuevo modelo económico, los sectores ganadores y perdedores, cómo se autopercibe hoy la sociedad y cuáles son sus perspectivas para el 2025.
—¿Cómo está viendo el escenario de corto y mediano plazo en materia de consumo? Algunos sectores pareciera estar recuperándose, pero otros, como el masivo, no logran levantar...
-La recuperación del consumo tiene que ver con la estructura de la Argentina. Hay una recuperación dual, como es la sociedad. Por un lado, los sectores que están recuperando salario real, básicamente la clase alta, clase media alta, salario formal privado; son los que tienen acceso al crédito. El crédito ha sido un mecanismo clave para la recuperación de el consumo en los últimos meses, y preveíamos que se podía construir ese puente que a la gente le faltaba entre lo que quería y lo que podía. Hay un crecimiento muy fuerte, sobre todo de los créditos prendarios y personales, que suben a doble dígito intermensual. Y además están las cuotas. Con tasas más manejables, una inflación que tiende a ser de entre 2 y 3% mensual, eso ya le da a los consumidores un orden de credibilidad y previsibilidad.
—¿Qué sectores están beneficiándose de esta recuperación?
-Autos, motos, electrodomésticos y empezó a terciar shoppings en ese esquema. Ahora, dicho todo esto, y pongo el ejemplo de los autos. Es un sector que está creciendo y que se proyecta terminar el año con 430.000 unidades, pero la Argentina llegó a vender 955.000 autos en el 2013 y 900.000 en el 2017. Entonces, cuando uno mira en retrospectiva el consumo, lo que se ve es un mercado mucho más chico y, por ende, más difícil; más competitivo y que exige un nivel de eficiencia y de productividad mayor. Por lo tanto, el planteo que hago es que el dato intermensual, que sería el árbol, no te tape el bosque. Por otro lado, si miramos el mercado argentino, hace dos o tres años que se están vendiendo más motos que autos, por lo que se observa un proceso de contracción del poder adquisitivo general de la población.
—¿Y qué pasa con los otros sectores, los que no muestran recuperación?
-Bueno, ésa es la otra cara de la felicidad. Antes que el consumo masivo, está la construcción, que para mí, es el talón de Aquiles de, por lo menos, el 2024. Porque tuvo una caída interanual del 30% a septiembre en insumos para la construcción y agosto en la construcción del INDEC. El número es contundente por donde se lo mire. Según la última estadística que publicó el SIPA, se perdieron 160.000 puestos de trabajo en Argentina en un año, de los cuales 95.000 son de la construcción. Se trata de un sector muy multiplicador, muy dinamizante de la economía o muy contractivo. Y el otro sector que está muy golpeado es el del consumo masivo.
—¿Por qué no repunta el consumo masivo?
-Tiene que ver con la Argentina dual. Tiene que ver con el C3 para abajo, o sea, la clase media baja, la clase baja y todo lo que hay bajo la línea de la pobreza. O sea, no hay un mango en la calle. ¿Qué vemos ahí? Primero, un cambio en la autopercepción de su condición social. La clase media baja y te dice ´Yo no soy más clase media, soy pobreza intermitente. Esto es una ruptura en el imaginario muy poderosa, muy novedosa´.
—¿Eso surge de los estudios cualitativos que realizan periódicamente desde la consultora?
-Sí, en los focus group que hacemos y medimos de manera permanente cada mes y medio aproximadamente. Entonces, en ese contexto, la pregunta es ¿se come menos en la Argentina? Sí, claro. El consumo masivo está cayendo 12% interanual, con categorías que lo se derrumban 30%. Y más allá del plan platita del año pasado, cuando uno mira la serie larga histórica te está dando al primer semestre 16% menos en unidades que en 2011. Yo creo que es un enorme error subestimar el apoyo que tiene el Gobierno con esta recesión, así como también es un error subestimar la magnitud de la recesión. Porque, en definitiva, la recesión rompe muchas estructuras que después no son fáciles de arreglar. Y porque la microeconomía no te perdona la macroeconomía. Entonces, la vida cotidiana y lo que nosotros vemos en nuestros estudios cualitativos es a una sociedad muy preocupada y muy focalizada en su vida cotidiana.
—¿Qué otros conceptos destaca de las respuestas de la sociedad en los recientes focus group?
-La más destacable es la idea de una mutación genética en la argentinidad. Por lo menos una hipótesis de una mutación genética en curso sería uno. Es el cambio en el ADN de la identidad de los argentinos. Esa idea que se planteaba que todos éramos de clase media se está rompiendo. Por supuesto, eso no es culpa de este Gobierno. Eso es un proceso de degradación muy largo, donde los que tienen más memoria le dan inicio en el Rodrigazo. Hablan luego de la híper de Alfonsín, de la crisis del 2001-2002 y, finalmente, de la pandemia más la cuarentena, que es el último golpe icónico, digamos, el último gran trauma de la Argentina. A eso agrégale el shock y el ajuste de este año, al cual la sociedad concurrió de manera conciente porque votó alguien que tenía una motosierra. Por eso el gobierno tiene el apoyo que tiene, porque opera sobre la lógica del saber popular. El que avisa no es traidor. Ahora, la pregunta que vemos crecer en nuestros focus groups es dónde está el oasis.
—¿Y lo ven cerca?
-Bueno. No, todavía no lo ven. Pero esperan; por ahora es una esperanza. Un deseo, donde yo imagino que hay algo en el futuro que es mejor. Y por eso voy por ahí. Como concepto del año, lo que vemos es una “recesión con ilusión”. Lo encontramos en febrero y creo que termina definiendo todo el 2024.
—¿Persiste esa idea?
-Si. Pero a partir de de junio empezó a aparecer una “fragilidad con ansiedad”. Como un vector en tensión con el otro. Pero la “recesión con la ilusión” por ahora suena más fuerte que la otra. Pero es una paradoja, que no se sostiene eternamente. En algún momento, o baja la recesión o baja la ilusión.
El gran reset
—Mencionó en reiteradas oportunidades que lo que se produjo en la Argentina es un gran reset. ¿Hacia dónde vamos?
-Sí, es la primera vez que la sociedad argentina decide hacer un cambio de paradigma económico de manera voluntaria. E implica un cambio paradigmático de la lógica del mercado. Antes te venían a comprar, ahora hay que salir a vender. El año pasado ganaba el que tenía stock; ahora gana el que sabe seducir mejor a los consumidores. El año pasado, la gente compraba descontroládamente; ahora se volvieron todos alemanes, cuidadosos, precisos. Entonces, tenés otro mercado. Hubo un giro de 180 grados en cuatro meses. Y en ese contexto, hoy tenés un crecimiento del 35% en el turismo emisivo y una caída del 30% del receptivo. Hay sectores ganadores y otros complicados.
—¿Y cómo imagina a los sectores perdedores en 2025? ¿Ve un repunte?
-En febrero de este año hablamos de una pipa de Nike. Porque cuando veíamos que había caído tanto el consumo en diciembre y enero, era muy difícil que eso rebotara en V. ¿Cuál era nuestra hipótesis? El Día de la Madre, más cerca de fin de año. La hipótesis se verificó en los sectores mencionados antes, pero no en el resto. O sea, la caída del consumo masivo es más grande que la que nosotros preveíamos. Entonces, es probable que les vaya mejor que este año, pero pueden no recuperar lo perdido versus el 2023. En consumo masivo, sería prudente con las proyecciones.
—¿Qué impacto tendrá para el consumidor la apertura de las importaciones?
-Creo que así como todos tienen su Manaos, todos van a tener su Victoria Secret. Este es un gobierno que ajusta no por control, sino por competencia. La llegada de lo importado va a acelerar. Además, el consumidor argentino está sediento de innovación, porque durante muchos años le faltó eso a la Argentina. El mercado estaba bastante cerrado y con poco estímulo a innovar porque vendía todo lo que producía, porque no daba abasto, porque había trabas para importar y conseguir insumos, y porque el salario en dólares estaba destruido. Este año, en la Argentina el salario formal en dólares es el doble del de 2023. Entonces, si vos combinas un gobierno pro apertura con un salario en dólares que se duplicó.. hay que prepararse porque van a llegar unos cuantos que les va a parecer interesante el mercado argentino.
—Por último, ¿es optimista de cara a los próximos años?
- No soy optimista, ni pesimista. Procuro ser ecuánime y tener una mirada lo más integral posible. Hay motivos para tener una “esperanza realista”, que no es creer que las cosas van a salir bien indefectiblemente, sino que podrían salir bien si hacemos con perseverancia y constancia el trabajo que hay que hacer. La Argentina tiene una oportunidad histórica, que llamo “La Utopía 2030″. Y podría ser una utopía que al fin se concrete y que tiene, por lo menos, 5 motores: Agro, Energía, Minería, Industria del Conomiento, Industria de producción local y calidad global - ejemplo Pick Ups y Autos-. El punto es que al 2030 hay que llegar, y faltan 4 años. Y además hay que ver cómo llegas. En este sentido, es clave que esos motores de la economía que ya están lanzados muevan a otros motores - industria, construcción, consumo- para que crezca fuertemente el empleo privado formal. Esa sería la manera en que el gen de clase media se volvería a consolidar empujando para arriba el imaginario colectivo y derrotando al de la pobreza, que lo único que hace es llevarnos a la anomia y la degradación. Por ahora, final abierto.