A pocos días de convertirse en una de las primeras compañías en adherirse al Régimen de Incentivo a la Inversión y Exportaciones (RIGI), la siderúrgica Sidersa anunció que consiguió financiamiento por USD 50 millones para avanzar con su ambicioso proyecto de construcción de una planta de última generación en la ciudad de San Nicolás, provincia de Buenos Aires, que demandará una inversión total de USD 300 millones. El crédito fue otorgado por el IFC (International Finance Corporation), brazo privado del Banco Mundial.
Este respaldo financiero se suma al acuerdo previamente establecido con BID Invest, el brazo privado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por USD 100 millones, según información proporcionada por la empresa.
Fuentes de la firma aseguraron que en los próximos días presentarán la carpeta con toda la información requerida para iniciar el trámite de adhesión del régimen de beneficios tributarios y aduaneros por 30 años. El Gobierno tendrá luego un plazo de 45 días para aprobarlo e inmediatamente luego de que eso ocurra, si no hay inconvenientes de papeles, la compañía iniciará la obra, que demandará unos tres años.
El proyecto de Sidersa contempla una inversión total de USD 300 millones para la construcción de una planta siderúrgica de última generación. “Esta instalación permitirá producir 360.000 toneladas anuales de acero para la construcción, un insumo vital para la industria nacional y las exportaciones. Además, se espera que la planta genere más de 300 empleos directos de calidad y 3.500 indirectos, beneficiando sectores como la recolección de chatarra y la construcción”, señaló la empresa en un comunicado.
Además, remarcó que “este desarrollo es significativo, ya que representa la primera construcción de una siderurgia integrada en Argentina en 50 años”. La planta no solo busca satisfacer la demanda interna, sino también sustituir importaciones y mejorar la balanza comercial del país en aproximadamente USD 350 millones anuales. “La tecnología de vanguardia que se implementará en la planta la convertirá en una de las más eficientes y sostenibles del mundo, destacándose por su bajo impacto ambiental y su capacidad de reciclaje de chatarra”, añadió.
“El proyecto contempla la incorporación de tecnología de última generación que permitirá una reducción significativa en las emisiones de CO2, logrando apenas un tercio de las emisiones en comparación con tecnologías convencionales. Sidersa apunta a que esta planta se convierta en la más sustentable de América Latina, con un sistema de reciclaje de chatarra y ahorro energético integrado en la producción, lo cual garantizará altos estándares de calidad y un compromiso sólido con el medio ambiente”, informaron desde la compañía.
La iniciativa también tiene un componente educativo, ya que se trabajará con la comunidad local para reactivar carreras universitarias y terciarias relacionadas con el sector siderúrgico. Esto permitirá capacitar a las nuevas generaciones con tecnologías avanzadas. El proyecto no sólo es estratégico para Argentina por su escala y proyección de exportaciones, sino también por el impacto que tendrá en la capacitación de jóvenes en disciplinas relacionadas con la siderurgia, apoyando la revitalización de programas educativos locales, informó la compañía. La nueva planta no solo fortalecerá el sector siderúrgico nacional, sino que también impulsará el desarrollo de tecnologías sostenibles, lo que resulta clave en el contexto de transformación y modernización de la industria.
Sidersa, con 68 años de historia en el mercado argentino, es una empresa familiar. Actualmente, cuenta con un equipo multidisciplinario de 650 trabajadores directos y genera más de 7.000 empleos indirectos. Es el centro de soluciones para la industria más relevante del mercado argentino de servicios siderometalúrgicos.
Son varias las empresas que se presentarán al RIGI en las próximas semanas. Muchas ya han comunicado la decisión de hacerlo y presentado oficialmente los respectivos proyectos y otras aún lo están analizando, pero se prevé que llegará una gran cantidad de inversiones en los sectores habilitados por el régimen. Muchos irán a energía, pero a lo permitido, que es el transporte, y también a la minería. Los montos mínimos arrancan en USD 200 millones, aunque para algunos rubros parten de USD 600 millones.