El Gobierno sumó desde hace algunos días un argumento adicional a la noción de que no tiene apuro por levantar las restricciones cambiarias que todavía mantiene, especialmente para el pago de importaciones, flujo de capitales y giro de dividendos. El ministro Luis Caputo mencionó algunos ejemplos de economías que pudieron crecer aun con controles al tipo de cambio a cuesta, con países cercanos y otros de características muy distintas como dos gigantes asiáticos.
La pregunta que se hace el mercado es si la economía puede recuperarse con vigor en el marco de controles cambiarios y, si fuese positiva la respuesta, en todo caso qué techo le pondría a ese proceso.
La duda tiene lugar en condiciones que parecen allanar ese paso clave del equipo económico para desarmar el cepo -tasa inflación más cercana al objetivo, stock de pesos bajo control, brecha cambiaria reducida-, Sin embargo, en sentido opuesto persiste como condicionante la todavía débil posición de reservas internacionales netas en el Banco Central, cercano a USD 5.000 millones negativas.
La idea de que la economía se iba a recuperar a pesar de la existencia de fuertes controles cambiarios ya había sido puesta sobre la mesa por el presidente Javier Milei, durante todo el proceso de explicación, a veces variable, sobre los requerimientos necesarios por el Poder Ejecutivo para concretar esa medida.
La idea de que la economía se iba a recuperar a pesar de la existencia de fuertes controles cambiarios ya había sido puesta sobre la mesa por el presidente Javier Milei
Ese razonamiento es novedoso en la cosmovisión del jefe de Estado, porque en ocasiones anteriores, por ejemplo, durante la campaña presidencial, había afirmado que “si no se abre el cepo vas a tener un deterioro del nivel de actividad económica monstruoso”, en septiembre del año pasado en una entrevista en LN+.
Caputo le puso nombre y apellido al argumento. “Muchos empezaron a repetir que con cepo no crecés. Bueno, contáselo a la historia. Porque Chile, del 84 al 91, con cepo creció 6,2% por año, mientras Latinoamérica, en ese mismo lapso, creció 2,6%. Corea (del Sur), entre el 80 y el 98, creció al 7,9% con cepo, mientras el mundo crecía al 3%. Ni hablar China, ese país que más creció en los últimos 25 años, con cepo. Entonces, el cuento de, ‘no, el país no puede crecer si no sale del cepo’. Bueno, no se coman ese cuento tampoco”, dijo ante empresarios en el Coloquio de IDEA hace diez días.
El ejemplo más cercano geográficamente y que eventualmente podría ser más equiparable es el chileno. En los 80′, tras una crisis cambiaria en la primera parte de esa década, implementó fuertes controles cambiarios para estabilizar la moneda.
“Comenzando 1982 y hasta fines de la década de los ochenta, la regulación cambiaria de la economía se orientó a que las muy escasas fuentes de divisas (exportaciones, créditos e inversiones desde el exterior) debían destinarse sólo a ciertos usos autorizados (importaciones, amortizaciones e intereses, repatriaciones de capital y dividendos de la inversión extranjera), de manera que se limitara la salida de divisas del sistema y protegieran así las reservas internacionales del Banco Central”, menciona el libro “La Transformación Económica de Chile” (2000) compilado por Felipe Larraín, ex ministro de Hacienda chileno y Rodrigo Vergara, ex presidente del Banco Central de ese país.
Cuando terminaba la década aún persistían controles: la totalidad de las divisas provenientes del exterior por cuenta de capitales y exportaciones debía ser liquidada y vendida al Banco Central cuando excediera los USD 120 millones; se permitía la compra de divisas solo para pago de importaciones y de deuda externa; y los bancos con los depósitos en dólares solo podían financiar comercio exterior o depositarlos en el Banco Central, enumera el mismo libro.
Resultados críticos
La cuestión para el caso chileno es que no solo implicó una mejora en el Producto Bruto, como citó el ministro de Economía, sino que tuvo otras consecuencias menos deseables.
Por caso, según un trabajo de Cepal sobre el ajuste en Chile durante la década del 80′:
- los salarios reales llegaron a caer hasta 15 puntos porcentuales y no terminaron al final de esa década de recuperar el terreno cedido;
- la entrada de capitales del sector privado se mantuvo en negativo y las reservas internacionales terminaron varios años con caída;
- La deuda externa, además, se triplicó entre 1982 y 1988; y
- el Banco Central evitó que el tipo de cambio se apreciara y duplicó en términos reales el valor del tipo de cambio en ese lapso para conseguir superávit externo.
Los otros casos utilizados por el Gobierno, como Corea del Sur y China, son menos comparables con una estructura económica como la Argentina, o incluso las motivaciones para la implementación de ese tipo de medidas. Así lo explicó en diálogo con Infobae la economista y directora de la consultora Qualy, Anastasia Daicich.
Los países que han logrado crecer con control de capitales, como fue el caso de Corea y Taiwán, lo hicieron porque dicho control estuvo al servicio de un programa de desarrollo (Daicich)
“Los países que han logrado crecer con control de capitales, como fue el caso de Corea y Taiwán, lo hicieron porque dicho control estuvo al servicio de un programa de desarrollo. En Argentina, el cepo, en sus diferentes versiones y épocas, y en particular en su versión actual, ha sido y es una medida defensiva frente a la escasez de dólares que se ha transformado en una política de largo plazo debido a la imposibilidad de la economía de generar una oferta de dólares sustentable en el tiempo y adecuada a la demanda de divisas”, afirmó Daicich.
El economista de la consultora Orlando J. Ferreres, Fausto Spotorno, consultado en una entrevista reciente sobre esta cuestión, mencionó que “en Corea se podía crecer con cepo, pero la gente tenía que dormir entre las máquinas”, ironizó y citó un trabajo del economista turco Dani Rodrik, que analizó que “el modelo coreano fue una transferencia de recursos enormes hacia el sector productivo vía inversión. Por eso es que la gente durmió entre las máquinas. Porque se castigó el consumo para que se vaya la inversión”, dijo en declaraciones a Ahora Play.
Una pregunta que los analistas ven como más decisiva es, más allá de los antecedentes internacionales, cómo le fue a la economía argentina con cepo. Para Lorenzo Sigaut Gravina, economista de Equilibra, “hay momentos particulares en que podés crecer, pero depende de que puedas sortear la restricción externa”.
En Corea se podía crecer con cepo, pero la gente tenía que dormir entre las máquinas (Spotorno)
“Hasta ahora viene muy bien el gobierno, pero pensemos para adelante: ya hay un atraso cambiario significativo similar al mínimo de Macri, el tipo de cambio real multilateral, al que había antes de que asuma Milei” dijo Sigaut Gravina a este medio.
La restricción externa
“Y en la medida que querés que se recupere la economía -porque este año cayó fuerte y cayó también en 2023-, si lo hace 5% en 2025 como dice el Presupuesto, para hacer eso necesitás tener financiamiento externo y lo que es difícil es que haya ingresos de capitales cuando tenés atraso cambiario”, continuó el economista.
Lo que es difícil es que haya ingresos de capitales cuando tenés atraso cambiario (Sigaut Gravina)
Además, observó Sigaut Gravina que “el Gobierno con el ancla fiscal y con el RIGI está tratando de evitar esa restricción externa, por ahora lo viene haciendo bien y sobre todo basado en el carry trade, pero no sabes cuánto puede durar esto para adelante y si es estable, quizás por un par de meses seguro, pero ya más cerca de las elecciones incluso se puede generar expectativa de que el Gobierno después de las elecciones levanta el cepo, si es que no lo levantó antes. Y esa expectativa te puede jugar en contra de la estabilidad cambiaria”, concluyó el economista.
Para Anastasia Daicich, “el cepo ha generado varios efectos negativos en la economía: pérdida de reservas internacionales del BCRA; fragmentación del mercado de divisas (múltiples tipos de cambio), que dan pie a negocios financieros y distraen recursos de inversiones reales; restricción a las importaciones y por lo tanto límite al crecimiento económico; restricción al giro de dividendos y por lo tanto desaliento de la inversión externa, entre otros”.