Los bonos argentinos siguen tocando máximos de los últimos años y están lejos todavía de llegar a su techo. Ayer se registraron subas superiores al 2% y el riesgo país quedó más cerca que nunca de perforar los 1.000 puntos básicos. En el horizonte aparece otra variable que podría darle aún más impulso a este gran rebote de la deuda: una mejora de la calificación soberana.
La Argentina sigue entre los países percibidos como más riesgosos para la calificadora y se ubica entre los países calificados como “CCC”, es decir que presentan una elevada posibilidad de incumplir en un futuro cercano con sus compromisos. A pesar del superávit fiscal alcanzado a lo largo del año, las calificadoras siguen advirtiendo por la débil posición de reservas, lo cual vuelve al país muy vulnerable.
A pesar de esto, los analistas ya empiezan a evaluar escenarios de posibles mejoras de la nota, lo cual impactaría de manera inmediata en las cotizaciones de los bonos. Delphos Investment, por ejemplo, consideró que una mejora de la calificación a niveles de B- (o sea un escalón por arriba del actual) provocaría una potencial suba de 18% en el bono GD38. Ésa era la calificación que tenía la Argentina antes de que estallara la crisis cambiaria y el Gobierno se viera obligado en mayo de 2018 a recurrir al FMI para no caer en default.
“Si se lograra avanzar hacia calificaciones de B o B+, los retornos proyectados serían aún mayores, con un 24% y 35% para el GD38, respectivamente”, agregó el informe.
En este contexto, el GD35 se perfila como el segundo favorito, con retornos potenciales del 16% y 21%, mientras que el GD41 presentaría un potencial alcista de 7% y 11% en cada escenario.
La historia demuestra, sin embargo, que muchas veces los inversores se adelantan a estas mejoras de calificación crediticia. Esto significa que la suba de las cotizaciones se producen antes que las evaluadoras avancen con una mejora de la nota.
En lo que va del año, los retornos más destacados se observaron en el tramo corto de la curva (bonos con vencimiento en 2029 y 2030). Estos títulos registran subas de 72% y 58% respectivamente, mientras que los bonos más largos mostraron retornos promedios de “solamente” 44%.
La mejora adicional que tuvieron ayer los bonos argentinos no obedeció, sin embargo, a la posibilidad de una mejora de la calificación que llegaría recién en 2025. La realidad es que la deuda local se vio impulsada por un clima financiero internacional muy favorable y sobre todo por las declaraciones del ministro de Economía.
En reportajes a medios internacionales, Luis Caputo aseguró que Argentina ya tiene cerrado acuerdos de “Repo” con tres bancos internacionales, que permitirían afrontar los próximos vencimientos de deuda. Además, adelantó que los USD 1.700 millones para afrontar el próximo pago de intereses de bonos en enero ya fue depositado en el Bank of New York, tal como se había prometido.
De esta forma, el funcionario aprovechó su estadía en Washington para transmitir al mercado no solo la voluntad de pago de la deuda (de la que ya nadie duda), sino también la capacidad de pago por parte de la Argentina.
Desde la calificadora Moody’s pusieron algunos paños fríos ayer a la idea de una mejora de la calificación, haciendo referencia sobre todo a los problemas para acumular reservas del Banco Central. En ese sentido, el encargado de seguir a la Argentina, Jaime Reusche, no descartó que el Gobierno se vea obligado a realizar alguna operación de canje de deuda el año próximo para poder cumplir con los compromisos y zafar de un default. Sobre todo si no se logra un pleno acceso a los mercados financieros.