El Railway Building (edificio Ferroviario, al traducirse) fue el primer rascacielos de América Latina y ostentó el título de edificio más alto hasta1923, cuando fue superado por el Palacio Barolo. Ubicado en la esquina de Avenida Paseo Colón y Alsina, en el barrio de Monserrat, su construcción finalizó en 1910, pero no fue inaugurado oficialmente hasta 1914 debido a complicaciones burocráticas.
La diferencia entre la fecha de finalización de la obra y su inauguración tiene una posible explicación. En su momento, un rumor que llegó hasta publicaciones periodísticas afirmaba en su momento que por una falla en su construcción el edificio se estaba inclinando peligrosamente hacia adelante. Aún falsa, la versión fue suficientemente potente como para causar preocupación, lo que provocó la paralización de las obras durante varios meses. Este incidente dejó una huella en la historia del edificio, alimentando su leyenda y misticismo.
Inicialmente, el Railway Building fue la sede de varias compañías de ferrocarriles inglesas, como Buenos Aires al Pacífico, del Oeste y Central Argentino, hasta que los ferrocarriles fueron nacionalizados en la década de 1940. Luego, la estructura pasó a manos de Aerolíneas Argentinas, y finalmente, desde los años ´90, se convirtió en la sede de un organismo del Ministerio de Economía de la Nación que explica su presente: hoy es la sede de la Secretaría de Energía.
Leonel Contreras, historiador especializado en Buenos Aires, autor de Rascacielos porteños y Buenos Aires: leyendas porteñas, destacó a Infobae que “el Railway Building es el primer edificio de Latinoamérica en superar las 10 plantas. “En Argentina, fue inaugurado oficialmente después de varios años de retraso. Hasta donde he podido investigar, fuera de Estados Unidos solo había cuatro rascacielos con más de 10 pisos en ese momento (dispone de 16 niveles), tres de ellos en Canadá, llegando incluso a alcanzar los 18 pisos”.
Aunque aclaró que “aparentemente, el edificio tuvo problemas para su habilitación, y por temas de oficinas, su apertura se vio demorada”.
También añadió que “es muy similar al estilo academicista de los edificios ingleses como el ex hotel Ansonia (ubicado en Nueva York y estrenado en 1899), un diseño emblemático de la época”.
Cómo se edificó
A comienzos del siglo XX, las compañías inglesas de ferrocarriles en Argentina decidieron centralizar sus operaciones en un solo edificio, lo que dio lugar al proyecto. La obra fue encargada al prestigioso estudio de arquitectos conformado por Eustace Lauriston Conder, Paul Bell Chambers, y Louis Newbery Thomas, quienes ya tenían una larga trayectoria trabajando con los ferrocarriles desde la década anterior. Su diseño se destacó por su monumentalidad y por su innovador enfoque arquitectónico, marcando un hito en la historia urbana de Buenos Aires.
Román Paikin, de San Román Propiedades, señaló que uno de los aspectos más considerables de esta obra fue que logró superar la altura máxima permitida por el código de edificación de la época. “Este logro se dio gracias a una excepción especial otorgada por el Consejo Deliberante y el entonces intendente Carlos T. de Alvear, quienes apoyaron el proyecto por su relevancia estratégica para las empresas ferroviarias británicas y su impacto en la economía de la ciudad. Este permiso extraordinario permitió que el edificio alcanzara una altura récord, consolidándose como un símbolo del poderío británico en la Argentina de aquella época”.
El edificio se construyó entre 1907 y 1910, con una estructura metálica influenciada por la Escuela de Chicago.
“La fachada estaba dividida en tres partes: basamento, desarrollo y prolongación, coronada por mansardas metálicas y una cúpula, similar a la del Congreso Nacional”, comentó Contreras.
Marcó un antes y un después en la arquitectura de gran altura en la región. No fue inaugurado hasta 1914, debido a un rumor infundado que aseguraba que el edificio se movía y corría riesgo de derrumbarse. Este incidente, que fue publicado en la prensa de la época, retrasó su apertura oficial y alimentó la leyenda de la “Torre de Pisa” porteña, situada en la barranca de la calle Alsina.
Su diseño robusto y elegante propone una fachada de granito en la planta baja y terminaciones en símil piedra París en el resto del edificio
Mariela Blanco, periodista y escritora que trabaja en su nuevo libro denominado La historia es noticia (revela los 100 lugares más icónicos de CABA), que saldría antes de fin de año, señaló que esta obra junto con otros exponentes de la época como la Galería Güemes (de estilo Art Nouveau, inaugurada en 1915, posee un pasaje peatonal interior que une las calles Florida y San Martín, de 116 metros de altura), transformó la fisonomía de Buenos Aires. “Es una joya arquitectónica que cambió la ciudad, siendo pura vanguardia en su tiempo”.
De su historia al presente
En 1936, con la construcción del Palacio de Hacienda, el Railway Building fue sometido a modificaciones importantes que alteraron su diseño original. Entre los cambios se encuentran la eliminación de su chimenea y la conversión de la fachada norte en una medianera, lo que afectó tanto su escala como su silueta característica.
Según Contreras, “estas transformaciones le quitaron al Railway Building parte de su majestuosidad original, pero no lograron borrar su relevancia en el paisaje urbano. Sigue siendo una pieza fundamental del patrimonio arquitectónico de la ciudad”.
Es testigo de una época de crecimiento económico y modernización. “Cuando fue construido, solo se veían las cúpulas de las iglesias en el horizonte, y su presencia marcó el inicio de una nueva etapa urbana”, comentó Paikin.
Actualmente, la zona donde se encuentra el Railway Building goza de una ubicación estratégica y de gran atractivo en el mercado inmobiliario, debido a su proximidad a puntos clave como la Casa Rosada, Plaza de Mayo, y el renovado Paseo del Bajo, además de estar a pasos de Puerto Madero.
Los precios de alquiler de oficinas en el área varían entre USD 8 y USD 14 por metro cuadrado, dependiendo de la antigüedad, estado y categoría del edificio.
“Estos valores en la zona varían dependiendo del inmueble, su antigüedad, estado y categoría de las oficinas. Algunas, ubicadas sobre Paseo Colón, ofrecen vistas privilegiadas a los parques de la Plaza de Armas del Ejército, la Aduana y Puerto Madero”, agregó Paikin.
Legado
A fines de los años ‘10 del siglo pasado, las alturas más imponentes de CABA las dominaban la cúpula del Congreso Nacional, el Railway Building, la Galería Güemes, las torres de La Inmobiliaria, y la torre de 65 metros que coronaba la ampliación del Palacio Municipal en Bolívar 1. Entre estas estructuras, también se destaca el Edificio Otto Wulf, obra del arquitecto danés Morten F. Rönnow, con casi 60 metros de altura y 11 niveles, que fue construido entre 1912 y 1914 como sede de la legación del Imperio Austro-Húngaro.
“El Railway Building y la Galería Güemes marcaron un antes y un después en la arquitectura de Buenos Aires. Estos rascacielos, influenciados por las corrientes arquitectónicas de Chicago y Europa, demostraron que la ciudad estaba lista para abrazar el desarrollo urbano en altura. A medida que los años pasaron, otros edificios emblemáticos, como el Palacio Barolo, continuaron el legado de estos pioneros en la ciudad”, concluyó Contreras.