Un día después de que el ministro de Economía, Luis Caputo, volviera a desalentar una pronta salida del cepo ante la nutrida audiencia que se convocó en el Coloquio de IDEA para escucharlo, desde el Banco Central anunciaron una nueva flexibilización para los importadores que tendrá impacto -o al menos debería- en el mercado cambiario.
Las condiciones para hacerlo resultaron más propicias que lo esperado. El mercado cuenta con una buena oferta de dólares, la brecha está en niveles bajos y, sobre todo, la demanda por importaciones no se disparó como se pensaba en virtud del solapamiento del anterior adelantamiento del calendario para el pago de importaciones demoradas a la espera de la reducción del impuesto PAIS.
Esa combinación, la llegada de más dólares que los esperados y menos presión que la proyectada, permitieron al Banco Central comprar USD 953 millones en los últimos dos meses “fuera de agenda”, lo que deja un colchón a la entidad monetaria para avanzar en la normalización de los pagos del comercio exterior.
La contracara de esa perspectiva positiva es que no es sólo la mayor oferta de divisas que habilita esta posibilidad, también la baja demanda por la poca necesidad de las empresas de importar para aumentar su producción en el contexto de una actividad económica extremadamente floja aporta su grano de arena a la estabilidad cambiaria.
En cualquier caso, es de prever que el acortamiento de plazos, aún con la caída de la brecha cambiaria, haga más atractivo para los importadores cursar los pagos a través del mercado oficial, lo que implicaría una mayor demanda por ese canal en detrimento de una menor presión en el contado con liquidación (CCL). “No nos queda claro el efecto total que tendrá en el tipo de cambio dado que debería aumentar la demanda del tipo de cambio oficial y calmarse la del CCL ya que hay más incentivos a importar a un tipo de cambio oficial+PAIS de 7,5% ($1.055 aproximadamente) que con el CCL de $1.192″, sintetizaron en Outlier, donde interpretaron la medida como una señal positiva respecto de los pasos en pos de la normalización al acceso al mercado de cambios. Eso resulta clave ante el mensaje oficial según el cual “no hay tiempos” definidos para el levantamiento del cepo ya que, al menos, indica que la eliminación de las restricciones sigue siendo el objetivo oficial.
“Creemos que el timing estuvo calculado. O, dicho de otra manera, que era una medida que ya estaba en cartera esperando a ser lanzada en cuanto comenzara a aparecer algún ruido. Esto reafirma nuestra impresión de que hay una intención de administrar el status quo que surgió de la combinación del blanqueo y la señal de intervención”, refirió la consultora.
La flexibilización de los plazos para acceder a las divisas para importar ya había tenido un avance en julio, cuando el BCRA decidió una nueva calendarización de los pagos, acortándolos de 4 cuotas (30, 60, 90 y 120 días) a solamente 2 (30 y 60). Ese esquema entró en funcionamiento el 1° de agosto pasado, sin mayores consecuencias sobre el mercado cambiario.
Más allá de la normalización del mercado que es un objetivo en sí mismo para el normal funcionamiento de la economía, la medida apunta también a inducir la baja más acelerada de la inflación por la vía de la reducción de costos. Un menor plazo de acceso al dólar oficial implica menores costos financieros para las empresas. En qué medida eso se traduce en una inflación más baja, es difícil de cuantificar pero es un elemento que descomprime una tensión adicional.